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Monday, June 15, 2015

Jurassic World, de Colin Trevorrow (2015)




Ring ring riiiiiiiing

–Stevie! El teléfono!
–¿El teléfono?
–Sí, ¡suena el teléfono!
–¿Dónde lo tenemos, Kate?
–En tu despacho.
–¿Dónde está mi despacho?
–Es la habitación que hay al lado del cuarto de baño de la segunda planta.
–¿La que está cerrada?
–Esa.

Ring ring riiiing

–Voy.
...
Ring riiiiiing ring

–¿Hola?
–¿Señor Spielberg?
–Sí, ¿con quién hablo?
–Con Colin.
–¿Colin Hanks? ¿Qué tal, muchacho? ¿Cómo está tu padre? Hace mucho que no os veo...
–No, señor, no soy Colin Hanks. Soy Colin Trevorrow.
–¿Quién?
–Usted me contrató. El director de Safety not guaranteed...
–No la he visto.
–Sí, señor. La peli de los viajes en el tiempo.
–¿Eres Bob Zemeckis?
–No, señor. Colin. Colin Tremorrow. La de Robert Zemeckis ya tiene treinta años, señor.
–De acuerdo, muchacho, ¿qué es lo que quieres? Soy un hombre muy ocupado.
–Me dijo que le llamara, señor.
–¿Perdón?
–Antes de rodar. Que no dudara en llamarle si tenía alguna duda. Que le encontraría en casa, seguramente. Por... por eso que me dijo.
–No sé de qué me hablas.
–Es usted Steven Spielberg, ¿verdad?
–Sí, Bob.
–Colin... me llamo Colin. Me dijo que se le habían pasado las ganas de hacer películas. Que las últimas ya las rodaba por inercia. Que prefería ver crecer la hierba del jardín.
–Tengo un jardín muy grande.
–Lo sé, señor. Me invitó a una barbacoa hace un par de meses.
–¿Te gustó mi jardín?
–Mire, señor, si es mal momento puedo llamar más tarde.
–No, no, no, por favor. Ahora que he encontrado el teléfono me apetece usarlo un poco. Hace tiempo que no me llama nadie, ¿sabes?
–¿Entonces le puedo hablar de la película?
–Lo siento, chico. No he visto tu película de viajes en el tiempo. Seguramente te dije que la vi, pero no lo hice. ¿Te dije que me había emocionado? ¿Que había llorado con ella?
–Sí, señor.
–Se lo digo a todo el mundo que me da lastimica. Viene algún desarrapado, de esos que huelen mal y dicen que son soñadores, me muestran su peli o su serie y les digo que la miro. Pero no lo hago. Me da mucha pereza. Y no sé decir que no, pobrecillos. A ver si van a hacer alguna tontería y luego me siento culpable.
–Bueno, yo en realidad quería hablarle de la otra película.
–¿De cuál?
–De Jurassic World.
–Esa es mía, chico. ¡De cuando aún se me ponía dura rodando cine! ¿Te quieres creer que la hice el mismo año de La Lista de Schindler?
–Usted habla de Jurassic Park.
–Sí, claro.
–He dicho Jurassic World.
–¿Y eso? ¿Es la continuación?
–La cuarta parte.
–¡¡¡¿Ya llevan cuatro?!!!
–Eh, bueno... usted dirigió la segunda.
–¿Ah, sí?
–Se.
–Hum... sí. La de la pelirroja, ¿verdad?
–Exacto.
–¿Te gustó?
–Bueno, tenía sus cosas.
–No te gustó.
–Sí, sí. Los raptores atacando al convoy en las hierbas altas, el cristal que se rompe... bueno, había chispazos. De hecho, nos quedamos con la idea de los soldados yendo a cazar dinosaurios para esta, señor.
–¿Y la tercera también es mía?
–Señor Spielberg, si no se encuentra bien, o ha dormido poco, puedo llamarle en otro momento. Esto es un poco incómodo.
–No recuerdo nada de la tercera.
–Es bastante común. Había pterodáctilos.
–Esos son los que vuelan.
–Sí.
–¿Y saldrán en la cuarta?
–Entiendo que no se ha leído la última versión del guión, ¿verdad?
–¿Del guión? Sí, claro, claro. Pero hazme un breve resumen, Bob.
–Colin, soy Colin.
–Hace tanto que no trabajo con tu padre...
–Señor Spielberg, mire, el caso es que el rodaje empieza la semana que viene y tengo algunas dudas sobre la película.
–¿Pero de qué va?
–Bueno, a grandes rasgos, vendría a ser la misma historia de la primera: dos niños enchufados y algo repelentes van al parque gestionado por un pariente para disfrutar de un fin de semana entre dinosaurios. Hay un problema y el dinosaurio más gordo se escapa y les persigue.
–Y al final se salvan.
–Claro.
–Así me gusta. Los niños siempre deben escaparse en el cine. Como en La guerra de los mundos, cuando el hijo de Tom Cruise corrió hacia una explosión enorme y luego...
–...resultó que estaba en casa de sus abuelos, sano y salvo.
–¿La has visto?
–He visto todas sus películas, señor. Es usted Steven Spielberg.
–¿Viste la del caballo?
–Sí, eh... esa también.
–¿Y cuáles son tus dudas, chico?
–La verdad es que el proyecto me da un poco de miedo. Me viene grande, no le engañaré. Yo vengo del cine de pequeño formato y... vamos, aquí hay dinero a cascoporro.
–Cuanto más dinero, mejor.
–Cuanto más dinero, más presiones, señor.
–Tú haz tu película.
–Es que en realidad no lo siento muy mía. Tengo una lista de marcas que deben aparecer en la película y es bastante larga. Escuche: Mercedes Benz, Starbucks, Ben & Jerry's, Triumph motorcycles, Hilton Hotel, Verizon, Margaritaville, Beats by dre, Pandora... si incluso el centro de innovación del parque está patrocinado por Samsung.
–¿Hay Coca Cola?
–Sí, claro. Siempre hay Coca Cola. La nueva botella, concretamente. Incluso hacemos un chiste sobre bautizar a dinosaurios con el nombre de Pepsi.
–Había una serie de televisión en México... no, espera, en España. ¿España está en Europa, verdad?
–Supongo.
–Había una serie de televisión en España sobre un médico viudo con mucha família que le gorroneaba constantemente.
–Suena interesante.
–No, escucha, la serie es lo de menos. El caso es que ahí tenían quince o veinte minutos por episodio en los que los personajes desayunaban. ¿Y sabes qué hacían? Se zampaban tranquilamente todas las marcas de los patrocinadores mientras la chacha les daba la vara.
–Pero en Jurassic World no hay ninguna chacha, señor.
–Da igual. Encuentra el momento y que el protagonista se beba la Coca Cola a gusto.
–Aunque no venga a cuento.
–Lo vas entendiendo.
–En cierta manera, mi intención era criticar esto, pero veo que no me van a dejar.
–Explícate.
–Mire: la peli va sobre un parque de dinosaurios que necesita tener bichos más grandes, más temibles y más espectaculares para que la gente siga yendo a visitarlo. Ya nada es igual que hace veinte años, ¿sabe? La gente se ha acostumbrado a los dinosaurios. Por eso los responsables del parque están creando dinosaurios nuevos, para atraer a más visitantes. Y un poco es lo que pasa en el cine de hoy en día. Ya nada es igual a cuando rodó Jurassic Park. Aquello fue un revelación, algo nuevo, algo impresionante, pero hoy no es suficiente. El público está curado de espantos. En casi todos los blockbusters de los últimos siete años ha habido una destrucción parcial o total del planeta. Cuatro lagartos no pueden competir contra eso.
–Y quieres hacer una peli más a lo bruto.
–Quiero hacer un Jurassic Park hormonado.
–Me parece bien. Nunca he tenido muchos escrúpulos con eso.
–Pero el dinosaurio grande...
–¿El T-Rex?
–No, uno nuevo. El Indominus Rex. El Indominus Rex se escapa y la lía parda. Y yo tengo miedo que me pase algo parecido. Que se me vaya de las manos. Por eso le llamaba, señor.
–...
–¿Señor?
–...
–¿Está usted ahí?
–Oops, perdona, Bob. Estaba intentando cambiar de canal en la televisión y no sé qué botón tocar.
–Pruebe con los que tienen números.
–A ver... ah, sí, mira. Dan una serie de las que he producido.
–¿Cuál?
–No lo sé. No las he visto nunca. No sé distinguirlas.
–¿Es la de los aliens?
–¿He producido una serie con aliens?
–Con el chaval ese de Urgencias.
–¿Y qué tal está?
–Tengo más preguntas sobre la película, señor.
–Sí, perdona, dime.
–Mire, hay algunas cosas... el guión no lo he escrito yo, ¿sabe? Es de Rick Jaffa, Amanda Silver y Derek Connolly.
–No les conozco.
–Usted les contrató.
–Sí, sí. Me imagino. ¿Cuál es el problema?
–Que no es muy bueno.
–¿Cómo no va a ser bueno con tanta gente metiéndole mano?
–No sabría por dónde empezar...
–Por el principio, claro.
–Bien. Mire, los dos protagonistas son un niño melenas que se sabe de memoria muchas cosas de biología y física porque sí.
–Como el niño de la primera.
–Sí, pero este no siente admiración por el personaje principal ni se proyecta como su pánico a la paternidad.
–Eh...
–Y su hermano, un adolescente al estilo de Zach Effron que tiene pinta de no haber dormido mucho o haber esnifado pegamento, y que está obsesionado con mirar fijamente a las chicas.
–¿Y bien?
–Pues que la peli empieza con ellos despidiéndose de sus padres y yendo a Jurassic Park.
–¿Ese es el primer plano?
–Sí.
–Cámbialo.
–Mil gracias, señor, sabía que me ayudaría Su experiencia...
–Sí, bien, bien. Mira, te daré este consejo: abre la película con un primer plano de un animalito. Algo que parezca una amenaza primero y resulte que es una criaturita tierna e inofensiva. Podrías poner, yo que sé, una garra monstruosa que acabe siendo la patita de un pajarillo. Yo lo hice con La Calavera de Cristal y resultó muy gracioso. Era un perro de la pradera que salía de un montoncito de arena que simulaba la montaña de la Paramount. Gracioso, ¿verdad?
–Qué buena idea, señor. No dude que haré eso.
–Sigamos con los críos.
–Bien, se despiden de sus padres y llegan a Jurassic World.
–Dile a John que ponga la fanfarria bien alta del parque ahí.
–John ya no está en el proyecto.
–¿Y quién hace la música?
–Giacchino.
–No lo...
–No lo conoce, ya. Es el músico favorito de Abrams.
–Ah, bien. Si le gusta a JJ me gusta a mi.
–Le digo que ponga la fanfarria, pues.
–Sí, claro, esa nunca falla. El factor nostalgia puede con todo. Ya te digo que en La Calavera de Cristal metía la marcha de Indy incluso cuando no venía a santo de nada solo para disimular que la peli era mala...
–Yo no diría tanto de la calavera...
–Bob, tú y yo sabemos que eso no se salvaba.
–Entonces pongo la fanfarria. Es que tal como está planificado, los niños llegan en avión, tren, ascensor, habitación de hotel y balcón. Vamos, que si pongo la fanfarria estoy dándole épica a una road movie, prácticamente.
–Tú ponla.
–No encaja mucho pero bueno, la pondremos.
–¿Y qué más? ¿Su padre está muerto?
–No, el padre está vivo.
–¿Ausente? Eso siempre funciona.
–No. Les quiere mucho y se preocupa por ellos.
–Pues debería haber una figura paterna conflictiva.
–Tenemos a la tía.
–¿Qué tía?
–La hermana de la madre. Bryce Dallas Howard.
–¿Ese es su nombre de verdad?
–La chica del agua, la hija de Ron.
–¿Y qué problema hay con ella?
–Pues que no quiere ocuparse de los niños porque es una señora muy fría con muchas responsabilidades en la empresa.
–¿Y cómo va vestida?
–Aún está por decidir.
–Ponle un traje blanco. Algo muy frío. Y ponle hombreras. Y el pelo corto así como muy de los ochenta.
–¿Y eso para qué?
–Para que se vea que no vive en nuestro mundo, que es una ejecutiva centrada en los negocios.
–Ese tipo de ejecutivos hace treinta años que no existen.
–Alguno habrá.
–Pero solo con la ropa no tenemos conflicto.
–Pues haz como lo de Sam Neill, que le tenga miedo a ser padre.
–Madre.
–Eso, que le tenga miedo a ser madre. Que no quiera asumir responsabilidades.
–¿Y cómo hago eso?
–Pues no sé, pon un diálogo con su hermana. Que la hermana le diga algo así como "tú no cuidas de mis niños porque no eres madre y no sabes lo que se siente siendo madre porque ser madre es algo muy especial y tú no lo eres así que no lo sabes y por eso no los cuidas".
–...porque no eres madre y no sabes lo que se...
–¿Estás apuntando?
–Sí.
–Bien, me espero.
–...y por eso no los cuidas. Ya.
–Pero la chica debe tener un interés romántico. Debe haber un hombre que la pueda preñar, claro, porque si no no sería una mujer completa.
–Vaya, señor, pensaba que era usted algo más moderno.
–¿Perdón?
–No, nada, nada. Un interés romántico. En realidad no estaba planificado, pero podríamos liarla con el protagonista. Cambio un par de escenas y hago ver que los han reunido expresamente en el parque por su antigua relación. La verdad es que no encajan ni con cola y hay poca química entre ellos, pero les haremos besarse en algún momento tenso de la película.
–Ponle tacones.
–¿Qué?
–A la hija de Ron. Ponle tacones. Eso puede ser muy cómico. Podría correr delante de un dinosaurio con tacones. Es de mucha risa.
–Correr delante dinosaurio tacones.
–Sí.
–Creo que ya sé cuándo podrían besarse.
–¿Cuándo?
–El Indominus se escapa y destruye medio parque. Entonces, hay un momento en el que se abre la bóveda de los pterodáctilos y estos atacan a la gente, como en Los pájaros de Hitchcock.
–Sí, por qué no. Un buen beso mientras los pterodáctilos destripan a gente inocente a tu alrededor siempre funciona.
–Lo único que me estoy mirando el guión y esa es la única escena con pterodáctilos.
–¿Cómo que la única?
–Sí. Mire, se escapan de la bóveda y atacan a la multitud. Ya lo tengo todo pensado. Para crear más dramatismo haré que haya gente montando a sus hijos sobre dinosaurios bebé mientras los pájaros, digo los pterodáctilos atacan. Com si más que un ataque de pterodáctilos fuera un mosquitazo enorme que no has visto venir.
–Gente jugando mientras hay una matanza alrededor.
–Sí. Y gente que no quiere tirar sus cervezas al suelo aún a riesgo de morir.
–Vale, compro.
–Entonces la chica se sube a un coche y empieza a gritar como una loca.
–¿En medio de un ataque de pájaros antediluvianos rabiosos?
–Sí.
–Pero no le pasa nada.
–No, ya se han zampado a la niñera, que les encuentra como de chiripa entre el caos del gentío en desbandada.
–Una figura paterna muerta por escena es suficiente, sí.
–Y le digo más. El último plano será un homenaje a Misión Imposible, con el pico de un pterodáctilo deslizándose hasta casi ensartar a los niños.
–¡Los niños no deben morir!
–No, no, no, claro. Ya lo tengo presente. Pero pienso que podría ser cómico.
–Si te hace gracia, a mi me está bien, Bob.
–Colin.
–Tengo que llamar a tu padre algún día.
–Como le decía, señor: después de esto, en el guión no hay más escenas con pterodáctilos.
–¿Por qué? ¿Se mueren?
–No. Desaparecen.
–¿Se cansan de atacar a la gente y se van?
–Creo más bien que Rick, Amanda y Derek se olvidaron de ellos.
–Pero hay más bichos.
–Incluso holográficos.
–Pues tira.
–Está usted siendo de gran ayuda, señor Spielberg. Mil gracias de nuevo.
–No hay de qué... ahora que lo pienso. ¿Quién es el prota con el que se besa la chica ochentera?
–Chris Pratt.
–No lo conozco.
–Er... en realidad sí, señor. Es el nuevo Indiana Jones.
–¿Shia?
–No, definitivamente no es Shia.
–Me gustaba Shia.
–Solo a usted, señor.
–Entonces no es Shia.
–No, no es Shia. Pero Pratt es mejor que Shia. Tiene la capacidad de hacer que parezca que la mierda no le salpica. Siempre parece pasárselo bien. Y tiene una vis cómica muy acentuada. A veces demasiado, pero para el guión que me han dado...
–¿Y da como Indy?
–Da como Indy y da como el protagonista de Jurassic World, sí. Es el entrenador de raptors. El que lleva la Triumph por la selva tropical y se tiene que beber la Coca Cola.
–Pero has dicho que no había química entre ellos.
–Ni un gramo.
–Ni con los niños.
–Esos niños no tienen química con nadie.
–Entonces tampoco les hará de falso padre como en la primera.
–Para eso ya está la joven del agua.
–Ya, pero esos niños deberían sufrir algún conflicto con sus padres, también.
–Claro.
–Algo que les afecte mucho.
–Sí, cómo no.
–Que se estén divorciando, por ejemplo.
–Los padres se divorcian.
–Sí. ¿Se escapan los niños en algún momento?
–Evidentemente. En lo más chungo de la crisis del parque.
–Pues antes incluye una escena con lloros porque sus padres se divorcian. Haz que hayan leído sus mails y que el pequeño llores desconsoladamente por la separación de sus padres y que el mayor no sepa como consolarlo.
–Quizá deberíamos retocar la primera escena, en la que a los padres se les ve felices...
–No hace falta, hombre.
–Pues entonces cerraremos la subtrama al final, cuando los padres entren en la isla a pesar que esta está siendo evacuada y se dirijan al hospital de campaña...
–No, no, no. No pierdas el tiempo. Una escena suelta de niño llorando bastará. Tampoco es que influya mucho en la trama, ¿verdad?
–En absoluto.
–Los niños nunca deben morir pero deben llorar por sus padres. Lo que yo te diga, Bob, una escena y basta.
–Niños que lloran. Divorcio. Bien. Así lo haremos.
–¿Y el malo? Siempre debe haber un malo.
–Pues tenemos dos. El Indominus Rex, que es muy malo requetemalo. Y un militar de la InGen que quiere usar a los raptors como arma de guerra.
–Militares malvados. Bien. Un clásico. ¿Y quién lo interpreta?
–Vincent D'Onofrio.
–¿Y qué te parece?
–En Daredevil ha hecho un Kingpin cojonudo. A ver lo que saca de este guión.
–¿Qué problema hay?
–Pues que no hay por dónde coger a su personaje. Es un obseso emperrado en usar raptors amaestrados incluso cuando ve que no responden del todo al instructor. Un codicioso en la línea de la primera peli.
–¿Y también hay un infiltrado?
–Más o menos. Un chino del laboratorio que también se mueve por la pasta.
–¿Y el director del parque? Ese al menos es bueno, ¿no?
–No queda claro. Al principio queda como que se preocupa por la felicidad de los animales y que el parque sea una experiencia maravillosa, pero hay un momento en el que se vuelve un déspota cegado por el dinero.
–Y recibe su castigo.
–Muere en un accidente de helicóptero que él mismo pilota.
–¿Y eso?
–Llega un momento en el que es el único piloto que queda en el parque.
–¿El director del complejo?
–Sí.
–El único piloto.
–Sí. Y debe transportar militares con armamento pesado. Ahí muere.
–El director.
–Sí.
–Del parque.
–Eso es lo que dice el guión.
–Porque los militares no tienen pilotos.
–Es que hay diferentes tipos de militares. Están los de contención, que parecen superpreparados pero mueren todos en el primer ataque del Indominus porque este se puede camuflar entre la maleza.
–¿Cómo?
–Tiene genes de sepia. Pero bueno, es un detalle. Tampoco lo usaremos más. Las habilidades del raptor solo le duran una escena. Como la de camuflar su temperatura corporal.
–¿También puede hacer eso?
–Sí, claro, es la única manera que el prota y unos secundarios que van a morir entren en su jaula.
–¿El experto en dinosaurios entra en la jaula del bicho más peligroso de la isla sin comprobar al cien por cien que aún sigue ahí?
–Sí, esa es la idea.
–Algo descabellado, ¿no?
–Es que no se les ocurrió otra manera de ponerle en peligro. De todas formas, mueren los secundarios, como le digo. Un par de gordos que trabajan de técnicos y de seguridad.
–¿Muertes cómicas?
–Si eso existe.
–Lo digo por lo de gordo.
–Es que, mire, he estado echando una ojeada al cásting y todos los empleados del parque son muy feos. No solo los gordos de la jaula: hay dos delgaduchos que también tienen sus momentos de peligro cómico.
–Si crees que funciona...
–Espero que sí.
–Aunque el protagonista tiene un amigo fiel que destensa las situaciones, aunque aporte más bien poco.
–¿Otro alivio cómico?
–Sí.
–Al menos será negro.
–Claro. Es el de Intocable.
–...
–¿Le conoce?
–Esa película me hizo llorar. Me emocionó.
–Señor Spielberg.
–¿Sí?
–En realidad yo quería pedirle permiso para copiar algunos de los planos más memorables de la primera.
–¿Y eso?
–No tengo mucha imaginación y la verdad es que soy bastante de rodar al mogollón, así que he pensado que poner algún plano suyo y llamarlo guiño funcionaría.
–¿Cuáles?
–No sé. El de la bengala delante del T-Rex. El del vaso de agua temblando. El de los bichos en el retrovisor.
–Quita lo del agua, que está muy sobado. Y en el de los bichos en el retrovisor, sácale el mensaje de "objects in the rear view mirror" que era lo que le daba gracia al chiste, para que no se note.
–¿Entonces puedo hacerlo?
–Sí, claro. ¿Tú crees que a mi me preocupa mucho lo que estéis haciendo con la película?
–No, no. Ya veo que no.
–Consígueme dinero, resucita la franquícia. Con eso basta.
–Faltan los otros militares.
–¿Qué?
–Que había dos clases de militares. Los de contención y los otros.
–Mercenarios chungos.
–Sí.
–Bien. Ahí. Me gustas, muchacho. ¿Y cómo mueren?
–Los devoran los raptors.
–¿Pero no eran buenos?
–Van cambiando de opinión, como casi todos los personajes de la peli. En realidad, nadie es muy coherente, ni siquiera los dinosaurios.
–Pero se ve como mueren.
–Les han puesto cámaras en la cabeza y vemos primeros planos de sus caras gritando.
–Son dinosaurios que saben encuadrar.
–Mejor que usted y que yo.
–Chico, no te pases.
–Perdón, mejor que yo.
–Oye, mira, que se está haciendo tarde y me apetece salir a tomarme un batido. ¿Tienes algo más que preguntarme?
–Miles de cosas. Ya le digo que estoy acojonado. No sé qué hacer con muchas de las escenas.
–Da igual. La gente no quiere verte a ti. Ni siquiera quieren un suspense bien construido, ni escenas muy complejas. La gente va a ver a dinosaurios luchando. Termina la peli con muchos bichos saltando unos encima de otros y mordiéndose y desgarrándose, y el público saldrá de la sala con un buen sabor de boca.
–No todo el mundo, señor. Seguro que a algunos no les gusta.
–Amargados. Se les hace creer que con quince años hubieran disfrutado muchísimo de esta película y que es la edad lo que los ha vuelto una cínicos. Se les intenta hacer que se sientan culpables para que compren el blu ray o vayan a ver la segunda parte, cuando la hagas.
–Sería la quinta.
–¿Cinco, ya?
–Muchos dinosaurios al final, pues.
–A piñón. Y cuantos más grandes mejor.
–Ahora tenemos uno acuático que es como cinco ballenas juntas.
–Pues ese se lleva el gato al agua. Y pon el T-Rex. El T-Rex tiene que salir.
–En el guión no está.
–Sácalo una escena. Y que la prota corra con tacones delante de él.
–Sí, eso ya me lo ha dicho.
–Eso da mucha risa, verdad.
–Sí, sobretodo a los militares que llevan tres películas muriendo devorados con todo el equipamiento de guerra que llevan encima.
–Pues más risa aún. Saca al T-Rex y verás como la gente aplaude al final de la peli.
–Muchas gracias, señor Spielberg.
–A ti, Bob. Que tengas un buen rodaje.
–Gracias, gracias, gracias.

Clanc

–¡¡¡¡Stevie!!!!
–¿Qué quieres, Kate?
–¿Quién era?
–¿Quién era quién?
–El pesado de la llamada. Te ha retenido un buen rato.
–Ah, nada. El hijo de Tom Hanks.
–¿Y qué quería?
–¿Qué quería quién?
–El hijo de Tom.
–No sé qué de unos dinosaurios. Oye, Kate, ¿has visto el teléfono por aquí? Tendría que hacer una llamada.








Thursday, December 06, 2012

V/H/S



Toda una sorpresa.

En tiempos de Paranormal activity y del abuso del mockumentary, no esperaba nada de esta producción de terror destinada a un público halloweenero.

Pero igual que me ocurrió con Chronicle y con Trick'or treat, me he llevado una más que grata sorpresa.
Y de hecho esto mismo es lo que nos encontramos con V/H/S, una película de cinco relatos (como Trick'or treat) con el estilo de falsa grabación de video casero (como el 80% del cine de terror de los últimos cinco años, Chronicle incluida).
Pero también me ha parecido ver un regusto al Creepshow ochentero con esa variedad de historias de terror. Aunque si por aquel entonces el personaje conductor solía ser un niño rarito, aquí ha crecido hasta el postadolescente problemático.

Tampoco me extenderé mucho porque, en estos casos, la sorpresa suele ser la mejor compañera de viaje. A decir que hay historias para todos los gustos, de relaciones de pareja, de sexo cibernético, de fiestas de halloween, de vandalismo callejero... que todas suelen empezar de una forma naturalista (como exige el formato) y que todas sin remedio acaban de forma muy sangrienta. ¿El problema? Que algunas escenas suelen alargarse demasiado (sobretodo las relacionadas con grupo de chicos que sale de fiesta a liarla, caso de la primera y la última historia), pero luego se ve de sobras compensado con el desenlace. De hecho, creo que estas que empiezan un poco perezosas (me aburre ver durante diez minutos a mocosos zanganeando), son las que quedan mejor cerradas.

En V/H/S encontraréis vampiros, asesinos nocturnos, casas encantadas, tetas, lagos malditos, fantasmas y acosadores. En dos horitas. 

No es ninguna obra maestra (dista muchísimo de serlo), pero es una película la mar de simpática.

¿Se puede pedir más?

Cuelgo el trailer, pero va cargadísimo de spoilers.




Sunday, March 04, 2012

Luces Rojas, de Rodrigo Cortés (con imaginación, hay spoilers)

Salvo que un día se le vaya la castaña (aún más) y haga un Last Airbender, parece que la carrera de Rodrigo Cortés tiene una progresión paralela a la de M. Night Shymalan:

Concursante / Los primeros amigos Un primer film correcto que pasa medio desapercibido (aunque la primera hora de Concursante nos dejaba vislumbrar a un excelente director en ciernes)



 Buried / El sexto sentido. El sorpresón. La película diferente con una estrella al frente del reparto. Historias que destacan no solo por lo que cuentan sino por cómo lo cuentan.




Y ya llegamos a la presente Luces Rojas.

Luces Rojas es El Protegido de Shyamalan. En todos los sentidos. De hecho, tras terminar su visionado, siento unas ganas enormes de volver a ver la historia del hombre indestructible y su antónimo de cristal.



 Lo que consigue Cortés no es poco:

Recuperar para el cine a una actriz de la categoría de Sigourney Weaver, y hacerlo con un personaje a su altura. Ahora me direis que Cameron la repescó para Avatar, pero aquí está en una HISTORIA que te cuenta algo, y muestra tal cantidad de registros que uno se había olvidado que los actores sabían actuar.

Volver a ver a un DeNiro como Dios manda. Inquietante, llenapantallas, juguetón, sardónico, temible. Sin rastro de la parodia de si mismo en que se había convertido en los últimos años.

Encontrarse con un Cillian Murphy más en forma que nunca. La verdad es que siempre he sido fan de Murphy. Creo que no hay película que su presencia no mejore y dote de múltiples aristas. El personaje del Doctor Tom Buckley es un regalazo, y Murphy lo clava.

Iba a ver Luces Rojas esperando encontrarme algo de aquel Emergo de Carles Torrens (y escrita por Cortés) en las que un grupo de parapsicólogos investigaban una casa encantada. Ahora creo que Emergo (con la que me lo pasé de miedo) es una especie de spin off de Luces Rojas. Deberían vender el combo de DVD o BluRay con ambas juntas.

La música, la capacidad de involucrar al espectador en la película, la magistral dirección de Cortés, las interpretaciones, la elección de cada encuadre y esa necesidad de volver a verla otra vez para descubrir una película diferente, para releerla (Margaret, deberías dormir) , han hecho que Luces Rojas me tenga fascinado hasta el punto de retomar este blog que tenía medio abandonado.

Bueno, si habéis llegado hasta aquí, habréis visto que los spoilers funcionan más por deducción que por explicación. No diré mucho más. Solo un par de preguntas dirigidas (al aire, o a twitter, que es lo mismo) a Rodrigo Cortés:


  1. La doctora Matheson recibe este nombre por el escritor y guionista Richard Matheson, ¿verdad?
  2. ¿Qué significa esa última imagen tras los títulos de crédito?






Friday, August 19, 2011

Super 8, de JJ Abrams


El gran hype del verano. La madre de todas las nostalgias. La suma de los talentos más palomiteros de Hollywood.
Super 8, desde los primeros teasers hasta el póster final, prometía. Y mucho.

Una historia como las de los ochenta. De esas con las que flipábamos porque nos sentíamos identificados con sus protagonistas. Esos niños que vivían aventuras extraordinarias en un mundo de adultos al que empezaban a asomarse. Ese dejar atrás la infancia.

Éramos pequeños y teníamos bicicletas.

Éramos los Goonies con nuestras cabañas secretas y el mapa del tesoro. Éramos los exploradores fabricando naves espaciales. Éramos la panda de amigos que iban a buscar una cadáver... bueno, eso no me ocurrió nunca, pero ya entendeis lo que quiero decir.

Así que estaba entusiasmado y asustado con el estreno de Super 8.  Porque la mano de Spielberg es la que me ha criado cinematográficamente. Y porque JJ Abrams tiene talento para dejar su sello (esa fusión de costumbrismo tierno y sci-fi/aventuras/terror/misterio/espionaje). Las sensaciones eran positivas.

Tanto como cuando estrenaron La Cagalera de Cristal.

Y no hace falta que recuerde lo que pasó.



Los ingredientes son, pues, apetitosos: un grupo de niños que rueda una peli de zombies en super 8 y presencia un accidente ferroviario del que escapa un ****** tremendo.

Toda la primera parte del film, con ese amor por el cine más inocente, más puro, es deliciosa. Los personajes son puro cliché, pero los críos se hacen querer. Para mi gusto, le faltan chicas (solo está la protagonista y la hermana mayor del director, de aparición fugaz) y hermanos mayores (me remito al anterior paréntesis). Básicamente, no hay adolescentes. O críos o adultos. Blanco y negro. Tengo la impresión que los adolescentes daban mucho juego en este tipo de films porque no pertenecían a ninguno de los dos bandos (pro-fantasía, anti-fantasía). Querían ser mayores pero eran inocentes al mismo tiempo. Y creo que en Super 8 se ha obviado este elemento.

Luego, cuando ya aparece la parte del monstruo, la cosa se vuelve más convencional. Escenas de sustos dignas de la serie B de los ochenta, algunas gotas (muy poquitas) de paranoia de guerra fría, militares malísimos y abundantes dosis de azúcar (imaginaos Alien, imaginaos ET; juntadlo).

La película no pierde el ritmo en casi ningún momento, y las dos horas se pasan en un suspiro. Abrams se mueve cómodo aunque poco reconocible con la correa de Spielberg. Los críos están sensacionales y muy bien definidos. La película supura amor por el cine en cada uno de sus fotogramas (sobretodo en aquellos en los que la cámara se encuentra en el lugar de la pantalla, con lo que los protagonistas se convierten en espectadores, y nosotros los espectadores somos, en cierta manera, los protagonistas).

¿Por qué salgo con esta sensación de que me falta algo, entonces?

Super 8 es un facsímil. Una copia casi perfecta de un estilo de películas de hace más de veinte años. Películas que llevan dos décadas sin rodarse. Películas que nos encantaban. Un film idéntico.

El que ha cambiado en todo este tiempo, soy yo. No soy el niño de diez años que viajaba al pasado en un DeLorean. No soy el chico que luchaba contra criaturas del espacio codo a codo con unos cazarecompensas alienígenas. No vivimos en un mundo analógico, donde tus compañeros de clase me explicaban las películas antes de verlas y exageraban y creaban nuevas historias. Hemos pasado por muchas cosas: la caída del muro, el 11S, naves arder más allá de Orion, las Mama Chicho, el final de Perdidos, Mourinho...

¿Qué sentido tiene reproducir un mundo que ya no pertenece más que al terreno de los recuerdos?
Si sirve para relativizar-lo y jugar con él, como hizo Paco Plaza con su maravilloso Cuento de Navidad, perfecto. Si se trata tan solo de un ejercicio de nostalgia teledirigida a un sector muy concreto del público (aquellos que nos encontramos en los treinta), sin más intención que clonar algo que en su momento funcionó...

puede que guste, claro. Es muy entretenida.

...o puede que te haga sentir que aquel niño de diez años hace tiempo que dejó de buscar mapas del tesoro.



Sunday, August 29, 2010

Predators, de Nimrod Antal


Bueno, a ver qué tal está Predators, que después de las mierdas de Alien vs Depredador ya apetece que la saga se revitalice un poquillo.
Va, que produce Robert Rodríguez, que ahora le ha dado por producirlo todo. Eso es garantía de entretenimiento. Aunque, a mi, Nimrod Antal me aburrió muchísimo con Blindado.
Venga, un noche en el cine viendo a humanos siendo cazados. El plan no pinta mal.
Mira, el trailer de Los ojos de Julia, dirigida por Guillem Morales y escrita por Oriol Paulo. Mola. Mola mucho.
Ah, ya empieza la peli. Adrien Brody aparece en una selva con gente diversa. Un ruso, una israelí, un mejicano, un negro... bueno, qué más da. Parece el principio de un chiste o la premisa de un capítulo de La Dimensión Desconocida.  Bueno, es una serie B: hay que ser conciente de lo que uno va a ver. No seas tan exigente.
No me molesta ver a Brody como héroe de acción. No me cae especialmente mal, y es gracioso que un tipo tan escuchimizao haga aquí de tipo duro. Mooooaaaoooo. Uy, perdón por el bostezo.
Andan por la selva.
Bostezo.
Hablan. Bla bla bla.
Bostezo.
Va, venga, que la palme alguien ya.
Caras de sorpresa cada vez que encuentran algo.
Qué incómodas son las sillas de este cine.
Selva.
Selva.
Adrien Brody da lecciones de supervivencia y combate.
Bostezo.
¿Y si le mataran a él primero? Sería un punto.
Selva.
Cara de sorpresa.
Cháchara.
¡Ah! Ya se a quién me recuerda. Es el último superviviente. ¡Es Bear Grylls! Bear Grylls en el planeta de los predators.
Tiros.
Vaya, ahora empieza la acción. Ha tardado, pero era lo que venía a ver.
Buf. ¿Ya está?
Caras de sorpresa.
Selva.
Bostezo.
Adrien Brody as Bear Grylls.
Butacas del cine muy incómodas. Tengo una contractura en las cervicales y esto no me ayuda.
Hace calor en la sala.
Selva.
Se dan cuenta que no están en la Tierra.
Sale unos bichos, descartes de los fx de Avatar. Hubiera preferido que fueran osos polares. Así la gente se hubiera estado seis años preguntado por qué había osos polares en el planeta de los predators.
Acción muy mal rodada.
Tengo sed.
Tiros, tiros y tiros, pero todo muy confuso.
Bear Grylls.
Bostezo. Bostezo.
Pasan cosas. Pero no cosas importantes. Está Shane Vendrell, de The Shield, al que hace gracia volver a ver. Los diálogos son de relleno.
Salen los predators. Ahora. Un buen rato después de que haya empezado la peli. Qué poco carisma tienen estos bichos aquí. Son cazadores, sí, pero desganaos. Se ve que han perdido toda la motivación por la caza. Se ve que esta afición ya no les llena. Sería interesante ver la precuela de Predators, con ellos como protas.
Sería más interesante que esto, al menos.
Ahora sale Laurence Fishburne. ¿Ahora? Un poquillo tarde, ¿no? Ya da como pereza. Hace de Tim Robbin en La Guerra de los Mundos.
Cháchara.
¿Sabes qué? Me está entrando sueño. Voy a cerrar un ratillo los ojos y cuando vuelva la acción ya me despertará.
Ay, qué descanso, qué bien se está así.
Bostezo.
Abro los ojos. Sigue igual.
Mierda de butacas, qué cosa más incómoda.
Y mira que son las mismas que donde vi Inception. Y eso fueron dos horas y media.
¿Cuanto tiempo debemos llevar en la sala viendo Predators? Seis días?
Ah, mira, se mueren casi todos de golpe. Vaya mierda de survival.
Va, que los maten ya.
Y a Bear Grylls el primero, que es cansino.
Tiro, tiro, hachazo, hachazo.
Plan para matar y escapar del planeta.
Fuego.
Predators enfadados.
Humanos enfadados.
Público enfadado.
Explosión.
Explosión.
Bostezo.
Madremía, lo que se parece Adrien Brody a Pablo Motos con el torso desnudo y esa cabecilla jíbara.
Explosión.
Última escena abriendo la posibilidad de una continuación.
A mi ya no me engañan.


Atención: el minuto 1:17 de este video es una estafa. En la película solo aparece un puntero de triláser o como demonios se llame. Los demás han sido añadidos para el trailer. Patético.

Thursday, August 05, 2010

Splice, de Vicenzo Natalli



Hay cuatro constantes en el cine de Natalli, y Splice las reune las cuatro:

  • El concepto de un ente superior omnipotente cuya capacidad de control se ve entredicha.
  • La frialdad emocional de sus personajes.
  • La capacidad para crear imágenes y atmósferas perturbadoras.
  • Cierta deriva hacia finales precipitados o descontextualizados. 

Con Splice, Natalli sigue sus propias pautas para ofrecernos un relato incómodo e inquietante. Splice es un remedo de Frankenstein sin necesidad de disimularlo. El matrimonio protagonista se llaman Clive y Elsa, lo que no es baladí.

Como en Frankenstein, o como en un cualquier otra película de Mad Doctors, el cruzar los límites de la ciencia, impuestos por la ética personal del científico, llevará a sus protagonistas a  pisar el pantanoso terreno de lo desconocido, en un viaje del que no habrá vuelta atrás. La pareja protagonista crea vida, en una especie de alegoría de la paternidad, mediante un experimento genético. 



Lo que Natalli nos relata es el aprendizaje de un hombre y una mujer que van más allá de todos las fronteras conocidas. El enfoque no es el de dos seres endiosados jugando con su criatura, sino más bien el de dos padres que no saben cómo afrontar su nueva situación. Pero Natalli es perro viejo y decide envenenar poco a poco la trama, irla zurciendo de rencores y pesadillas, como es el caso de los antecedentes familiares de Elsa, que guiarán sus actos para con respecto a la criatura.

Así, lo que incluso puede parecer una versión cronenbergiana de Tres solteros y un biberón, se transforma en un relato de horror, una historia de maduración violenta tanto del ser creado como de sus creadores, que no solo tomarán conciencia de sus actos sino que deberán pagar por ellos. ¿No les recuerda mucho al viejo cuento de Mary Shelley?

Splice da algunas pinceladas sobre el peligro que representa no solo la experimentación genética (que puede ser beneficiosa en su búsqueda de curas para enfermedades), sino también sobre los pocos escrupulos que demuestran las grandes compañías en busca del beneficio económico por encima de lo ético. Se utiliza como trasfondo de la historia, pero aporta una de las escenas más impactantes de la película: el momento de la presentación de Fred y Ginger al gran público.

Y es que, desde que despedazó a aquel pobre infeliz que se había equivocado de portezuela en el minuto uno de Cube, Natalli sabe cómo dejarnos anclados en la butaca con unas pocas imágenes.



Vicenzo Natalli es capaz de pintar cuadros terroríficos que se quedan marcados en nuestra corteza cerebral. Véase (spoilers, pero no muchos) ese ojo de Dren mirando a través de un agujero de la caja cuando la transportan a la granja, o el despliegue de alas durante la cópula.(fin de spoilers). Son esos fotogramas los que el espectador retiene una vez finalizada la proyección, y a los que recurrirá como en una pesadilla a partir de entonces. El tono enfermizo, irreal y paradójicamente bello de Splice choca de frente con el estilo frío tras las cámaras.

Natalli no suele implicarse emocionalmente en lo que cuenta, ni permite a los espectadores sentir empatía o predilección por ninguno de los personajes. En ese sentido, nos convierte en un Tercer Científico, un observador que presta atención clínica a todo lo que ocurre ante sus ojos, pero no toma partido por nada. Entramos dentro de la historia, sí, pero de una forma aséptica. Esto puede suponer cierto rechazo, pero también es de agradecer que el director no juzgue a sus personajes, sino que los exponga. El espectador tiene los suficientes datos como para tener sus propias opiniones sobre lo que está viendo. Natalli nos trata como a adultos. Créanme, es algo de agradecer en el cine actual.

Tan solo los últimos cinco minutos, más en la línea de una monster movie que de una fábula postmoderna, rompen un poco la coherencia estilística de la película. Aunque, a decir verdad, esa parte también me ha gustado. Pero sepan que soy un entregado a Cube y a Cypher, a pesar de reconocer los múltiples defectos que ambas tienen.   

Así que les digo que se den prisa si desean verla en cine, que Splice va a durar poco en cartel, aunque es una película perfecta para un sábado noche en deuvedé. Disfrutarán del talento de Greg Nicotero, adorarán a Sarah Polley y se enfadarán con la sobreactuación habitual de Adrien Brody. 

Splice no es una gran película, ni falta que le hace. 

Sunday, May 30, 2010

The Crazies, de Breck Eisner.


Gente normal que, un buen día, se comporta de forma extraña y se convierten en una amenaza.
Terror en el mid-west, combinando La invasión de los ultracuerpos (aunque sin el grado de paranoia de esta) y cualquier película de zombies/infectados (aunque sin el factor de las mordeduras).
Bien dirigida y con actores más que solventes, a destacar Timothy Olyphant como el sheriff local protagonista.
Firma el guión Scott Kosar, que ya escribió las muy interesantes El Maquinista y el remake de La matanza de Texas 2004. Lo que siempre garantiza set pieces de tensión cresciente (muy bien resueltas por Eisner), mucho cuchillo afilado, y al menos uno de los personajes escondiendose entre cadáveres.

Tuesday, February 02, 2010

Zombieland, de Ruben Fleischer

La respuesta americana a los Beatles fueron... ¿los Beach Boys? ¿los Monkees?
No lo sé, nunca lo he tenido muy claro.
Lo que sí tengo por seguro es que la respuesta americana a la británica (y brillante) Shaun of the Dead es Zombieland.
Es decir, aprovechemos que hay una pasa de moda zombie (obviemos que gente que ahora aplaude este tipo de films hace cuatro días los aborrecía) y que en UK han hecho una comedia con muertos vivientes para hacer algo similar aunque con mucho más rock'n roll.
En ese sentido, Zombieland es la respuesta perfecta.
Sin llegar al nivel de la película de Simon Pegg (al fin y al cabo, ese era un film de género que respetaba las coordenadas preestablecidas y sus clichés para darles la vuelta... y este no), Zombieland es una gran y divertidísima road movie con personajes extravagantes que se beneficia de tres factores:
  • Un sentido del humor fresco y nada encotillado.
  • Una dirección que sabe lo que quiere y lo que quiere es bueno (la planificación de la película se nos devela como uno de sus puntos fuertes).
  • Unos actores con química. En especial, el temporalmente recuperado Woody Harrelson y Jesse Eisenberg.
Así, Zombieland es una película de Judd Apatow (pero de las buenas, como Virgen a los 40 o Supersalidos) con zombies, llena de grandes ideas (los nombres propios como Estados de los USA, las reglas de supervivencia herederas de Max Brooks...) y momentos de alto vuelo descacharrante (Bill Murray, vamos).

Zombieland, sin embargo, no está tan lejos de los clásicos como parece.

Al fin y al cabo, si a Romero le quitamos su cabaña perdida en la nada, su centro comercial y su base militar... ¿qué nos queda sino que un gran y abandonado parque de atracciones?

Saturday, October 17, 2009

Infectados (Carriers) de Álex & David Pastor

El mayor riesgo que puede afrontar Infectados son las expectativas del público que pague la entrada. Tras una campaña promocional enfocada hacia el terror en su vertiente más zombiesca, el espectador se encontrará con un film diferente a lo que los trailers habían vendido.

Todo depende de la predisposición de aquel que se siente cómodamente en la butaca y acepte o no jugar a un juego diferente.

Un juego cruel, duro y más exigente que el que nos vendieron en la tienda.

Infectados es un peliculón de inicio a fin. Los hermanos Pastor nos meten de lleno en una historia apocalíptica sin más explicaciones ni preámbulos que nuestros propios temores. Como en La noche de los muertos vivientes, no necesitan crear antecedentes ni razonar el origen de una plaga que está asolando la humanidad: los personajes ya viven (y conviven y mueren) en ella.

Lo que vamos a presenciar es una historia aislada dentro de una gran Historia que se nos muestra lejana, que podemos componer indirectamente a través de conversaciones y escenarios, de detalles como los carteles en gasolineras e institutos abandonados. No hay televisiones ofreciendo las causas. A lo sumo, un predicador radiofónico que es la prueba viviente (y muriente) que todos estamos condenados. Todo el mundo muere, como dice uno de los personajes del film al inicio.

De pequeño leí La danza de la muerte, de Stephen King. De hecho, es la única novela que me ha producido pesadillas realmente aterradoras. Viendo Infectados, podría bien tratarse de una historia paralela a aquella, un spin off autónomo y sólido, tan desgarrador como la novela de King. No es baladí que el maestro del horror (maestro al menos en sus buenos años, de finales de los setenta a mediados de los ochenta) recomiende ahora fervientemente Infectados. Lo que no es poco.

Pero los hermanos Pastor no se quedan ahí. Han visto cine, y mucho. Y eso se nota en la película. Mad Max, de George Miller, era un western futurista ambientado en un mundo donde la gasolina escaseaba y las bandas de criminales pirateaban por carreteras interminables. Max Rockatansky (antes de convertirse en el nuevo héroe que Tina Turner necesitaba) era el policía/vaquero que primero combatía los locos del canonball y luego montaba en cólera (ese plano del zapato del niño rebotando sobre el asfalto) para iniciar una furiosa venganza. En el inicio de Infectados, el coche robado que conduce el cuarteto protagonista lleva pintado en su capó Road Warrior, que era el mote del personaje de Gibson en la trilogía australiana. Una simple pincelada que nos define el mundo en que nos han metido: un lugar apocalíptico, sembrado de larguísimas lenguas de asfalto, pero a la vez consciente de su ligamen con un mundo real, anterior, que se resisten a perder.

Y he remarcado lo de coche robado porque ese es otro de los aciertos del film. Los protagonistas no son perfectos americanos dispuestos a salvar el mundo. El personajes de Chris Pine (Kirk, en Star Trek, ojo) es un impresentable, el típico gilipollas que nos haría cambiar de acera si nos cruzáramos con él en un callejón oscuro. Así, Infectados desprecia (afortunadamente) el perfil mainstream en el que podría haber caído con un protagonista guapo y buena persona sufriendo por salvar a los suyos y, por extensión, a América. A cambio, nos ofrece un punto de vista diferente y nos plantea ciertos dilemas y puntos de inflexión a través de la dialéctica con su hermano menor, más reservado, en principio más inocente y solidario. Cualidades que se muestran inútiles en un mundo egoista devastado por la pandemia. ¿Qué haríamos nosotros en su situación? ¿cómo reaccionaríamos?

Resulta curioso que el primer largo de los hermanos Pastor sea una road movie sobre dos hermanos y su relación entre ellos. Que los personajes estén tan bien construidos, para ser una ópera prima (aunque Álex ya demostró un talento descomunal con su corto Larutanatural, y me queda por ver Orson, de David), y la historia tenga una idea tan clara de donde viene y a donde va no deja de ser una carta de presentación perfecta y una promesa de futuro esperanzadora.

Un futuro esperanzador que es el que no tienen los protagonistas de Infectados. Porque olvidaos de zombies, de criaturas hambrientas de sangre y de disparos a la cabeza. Los Pastor dejan las cosas muy claras: vivimos en un mundo que requiere sacrificios, y solo nosotros decidimos si vivimos y morimos solos.

El Doctor, flanqueado por Álex y David Pastor.

Thursday, September 17, 2009

San Valentín Sangriento 3D, de... esto... Patrick Lussier

San Valentín Sangriento 3D no engaña a nadie. Da lo que ofrece, ni más ni menos. Con sus virtudes y sus defectos. Lamentablemente, predominan los segundos sobre los primeros, pero tampoco esperábamos una obra maestra. Ni siquiera una buena película.

Al fin y al cabo, San Valentín Sangriento es otro slasher más, con el plus de la tridimensionalidad. La enésima vuelta de tuerca al asesino en serie de pueblecito apacible norteamericano envuelto en una carcasa de volúmenes que en teoría traspasan la pantalla. El cine de terror siempre ha sentido fascinación por el 3D. De Los crímenes del museo de cera a La pesadilla final de Freddy Kruger. Ahora que la tecnología ha evolucionado a mejor, ¿por qué no aprovecharlo?

En el caso de SVS3D, la pregunta sería más adecuada ¿por qué no desaprovecharlo?

Porque al fin y al cabo la tercera dimensión solo se usa para abusar del plano del pico amenazando al espectador. Y ni siquiera eso, porque a pesar de conseguir una buena profundidad de campo, nunca se logra el efecto de traspasar la pantalla. Y si la primera vez que el minero amenaza al espectador tiene cierta gracia, la cosa va perdiendo en su decimonovena aparición.

El 3D luce en las panorámicas abiertas y diáfanas, los grandes espacios iluminados y la luz de niebla en bosques inquietantes. Pero en platós y escenarios cerrados, oscuros y pequeños es cuando uno tiene la percepción que es una herramienta inservible o que incluso llega a molestar si se trata de seguir la narración. Por fortuna nos hallamos ante un film que casi no tiene narración. La historia del minero que se vuelve tarumba y pasa a medio pueblo por la piedra (o por el pico), muere y vuelve diez años más tardes para seguir matando no es un prodigio de originalidad. De hecho, me recordaba al relato principal de Los hombres topo quieren tus ojos, aunque un poco vagamente, por ese ambiente pulp de ciudad minera con amenaza asesina escondida en la sombra.

El gran problema de SVS3D no son las mediocres interpretaciones, su trillado argumento o las situaciones ya vividas, pues. El mayor problema es la reiteración en el acto del homicidio, siempre siguiendo el mismo esquema: víctima sola en ambiente oscuro, minero que aparece sopetón, pico hundido en la cabeza del pobre infeliz. Salvo una notoria excepción al inicio del film (con una pala y una cabeza deslizante), todas las ejecuciones responden al mismo y cansino patrón.

Por otra parte, SVS3D es disfrutable (dentro de su mediocridad) solo entiéndola como una parodia del género. Aquí sí, incluso involuntariamente, SVS3D acepta e integra todos los clichés del slasher de forma tan académica que resulta risible. Sigue las pautas descritas por Scream y acaba siendo incluso más divertida que la saga Scary Movie. No es difícil, claro está.

Se agradece, sin embargo, una notable voluntad por hacer un film especialmente sangriento (como reza el título) y no apto para estómagos adocenados por el slasher light y bajo en calorías a que el cine para adolescentes nos había acostumbrado en los últimos años. La escena del motel, con un prolongado desnudo femenino en tres dimensiones, quizá resulte ser el set piece que acabe quedando en el recuerdo del espectador como lo más destacado de un film prescindible, mediocre y, con todo, simpático.


Monday, July 20, 2009

La última casa a la izquierda, de Denis Iliadis


¿Cuál es la frontera entre un dramón de sobremesa y una película de horror? ¿La cantidad de hemoglobina utilizada en el rodaje?

La última casa a la izquierda, el penúltimo remake de una película de miedo/culto de los setenta, queda suspendida en el filo de esa pregunta.
La matanza de Texas (Marcus Nispel, 2004) reproducía con fidelidad la original pero aportaba algo impercetible pero valioso, una especie de actualización sana (por muy irónico que parezca el uso de esta palabra), de recreación postmoderna del horror. Las colinas tienen ojos (Alexandre Aja, 2007) multiplicaba la versión de Craven y la reconvertía a un macabro cuento de descenso a los infiernos mucho mejor de lo que el maestro del terror pudiera soñar en su día. Halloween (Rob zombie, 2008), con todos sus defectos, acertaba en esos pasajes de un Michael Meyers aún niño, con lo que quedaba aún más marcada esa perversión solo intuida en el original, ese binomio infancia/crueldad.

Uy, ¿cuánto hace que no lavan la ventana?

La última casa a la izquierda, ¿dónde queda?

En tierra de nadie, principalmente por la total falta de personalidad de su director, Denis Iliadis, incapaz de imprimir su sello personal, si lo tiene, sobre la pantalla.
Porque solo por esa indefinición autoral se entiende que la película peque de una falta interna de coherencia en mayúsculas. Solo por eso asistimos a dos películas en una: la historia realista de violencia y la más tópica y estereotipada, filmadas de manera tan diferente que se diría que son dos capítulos realizados por dos personas distintas.
Sin ser una mala película, La última casa a la izquierda se trata de un film fallido.

La primera parte, la que debe servir de presentación de personajes, se alarga hasta aproximadamente la mitad de la proyección. Si bien hay momentos dignos de recordar (el secuestro en el motel, con reminiscencias a Los renegados del diablo) y algunos impactos gratuitos (la escena de la violación, alargada innecesariamente), lo predominante es un tono seco, lejos de artificios visuales, con predominio de la cámara fija y el plano medio, y un especial interés en querer profundizar en la naturaleza psicológica de los protagonistas.

El loco, el líder, el hijo no creíble y la loca anoréxica.

Por aquí flaquean los maluzos, algo enclenques como personajes de entidad, en los límites de lo sobado y lo triste.

La segunda, que al fin y al cabo es la que estaba esperando y por la que había pagado el precio de la entrada, se resuelve con prontitud y de forma poco climática. En ella encontramos lo más interesante del film: esa conversión del matrimonio bueno en los malos de la película. Esos personajes inocentes que devendrán los asesinos que persigan a sus víctimas, la familia matarile arriba mencionada.

Llevo mil años haciendo cine y nadie sabe mi nombre

Pero parece que todos los recursos de dureza emocional y física que Iliadis había empleado para la primera parte, se le han gastado en esta. Un cuento de venganza y sadismo se convierte en un ramplón telefilm cargado de planos previsibles, movimientos predecibles y arquetipos gastadísimos. Las muertes, que deberían ser catárticas, se resuelven o de forma funcionarial (ahí está el simple disparo sobre la chica de ojos besugo) o en una línea próxima al cartoon (atención al uso del microondas al final, otra salida de tono más sobre el resto de la película). Si bien es cierto que hay detalles recomfortantes, la mayor parte de los cuales vienen de hacer hincapié en la relación de complicidad entre el matrimonio protagonista. El asesinato en la cocina, por ejemplo, o la ascensión por las escaleras hasta el cuarto de los malos, son dos de los momentos más conseguidos del film.

Lake ends in the road, en castellà: Prohibido el paso, camino sin salida

Por lo demás, La última casa a la izquierda bien podría tratarse de un telefilm de sobremesa del domingo, de no ser por un exceso de violencia y sadismo, ingredientes al parecer imprescindibles para justificar cualquier exhumación del terror setentero. Solo que, en esta ocasión, se han olvidado que debía hacer miedo.

Saturday, July 26, 2008

X - Files: creer es la clave


Ring ring ring

-Buenos días, con el señor Carter, por favor.

-Yo mismo.

-¿Chris Carter?

-Sí, sí, yo mismo... un segundo, que atiendo a un cliente y ahora estoy por usted.

-No hay prisa.

-...lávelo en seco, que estas manchas son muy malas...

-Si quiere le llamo más tarde.

-No, no. Ya estoy aquí. ¿Quién ha dicho que era?

-Llamo de la 20th Century Fox.

-Ah, vale. Estupendo. De la deuda aquella, ¿verdad? Ya lo hablé con la secretaria del productor, y me dijo que estaba zanjado.

-No, le llamo por lo del guión.

-¿Qué guión?

-El que nos mandó para Expediente X.

-No he mandado ningún... ¿me puede refrescar la memoria?

-Claro. Es el de las chicas que desaparecen en un pueblecito nevado y Mulder y Scully lo investigan.

-¡Ese guión! ¡Pero si lo rechazaron para la serie!

-No me consta eso. ¿Aún está interesado en vendernos los derechos del guión?

-¿Quién, yo?

-Entenderíamos que quisiera respetar el fin de la serie tal y como lo concibió, y dejar los personajes como los dejó.

-Ya, ya. No tengo problemas con eso. Hábleme de dinero.

-Bueno, antes tengo unas preguntas que hacerle, ¿sabe? En el guión hay unas anotaciones a boli, y queremos acabar de perfirlo para poder estrenarla en verano.

-Pero no dirán a nadie de qué va, antes, ¿verdad?

-No, lo mantendremos en un secretismo absoluto.

-Mejor, mejor. Bien, ¿qué preguntas quiere hacerme?

-Sí... ok... a ver, lo primero es que... sí, aquí está... el guión no da para más de cuarenta minutos de ficción, y nosotros no estrenamos en cine por menos de hora y media.

-¿En cine?

-Sí.

-¿Quieren llevar ese guión al cine?

-Sí, ¿algún problema?

-...

-Le oigo reirse, señor Carter.

-No, no, que es tos, que tengo los pulmones mal.

-La duración.

-Sí. Está bien. Pensé que podríamos alargar los planos con panorámicas horizontales que nos muestren todos los rincones lóbregos que investigan Mulder y Scully. Entran en una habitación, panorámica horizontal. Entran un bar, panorámica horizontal. Entran en un hospital...

-Lo entiendo, señor Carter. Pero con ese truco ganaríamos solo algunos segundos.

-También se puede hacer lo de los coches.

-¿Qué coches?

-¿Ha leído el guión, usted?

-Sí.

-¿Se ha dado cuenta que salen coches?

-Sí, muchos. Los personajes están más tiempo dentro de un coche que andando.

-Pues se me ocurre que podríamos rodar cómo el coche gira una curva, cómo avanza por una recta, cómo frena...

-Coches, déjeme que apunte.

-...plano del coche desde fuera, plano del coche desde dentro, plano del coche sin luces...

-Entiendo el concepto, señor Carter. Pero piense que tampoco va a haver mucho presupuesto para filmarla. Y aquí veo exteriores.

-Por los exteriores no se preocupe. Conozco un descampado en Canadá donde podemos rodarla. Siempre está nevado y la gente no distingue la nieve de un sitio u otro. Además, hay un casucho de esos que dan miedo.

-Bien... Canadá... Pero aún y así, ganamos poco tiempo. ¿No podría escribir escenas adicionales?

-¿Para cuando?

-Lo necesitaríamos antes del fin de semana.

-¿De qué fin de semana?

-De este.

-Es que ando muy liado con la tienda, sabe. Me han llegado un montón de entregas que tienen que lavarse para una boda de la semana que viene...

-No hay problema, entendemos que es usted un hombre ocupado. Díganos alguna idea por encima y se las pasaremos a un becario para que las empaste en el guión.

-A ver... un segundo, eh... es que hace tiempo que no escribo nada... ni tengo muchas ideas últimamente... es que tuve muy mala suerte con Millenium y Harsh Realms, ¿sabe? ¿Las ha visto?

-Ni siquiera había nacido cuando se estrenó Expediente X, señor Carter.

-Ya... bueno, creo que lo tengo.

-Dígame.

-Al principio hay un cura con visiones, ¿verdad?

-Sí.

-Y les lleva al solar donde encuentra a una chica. Lo pasean en coche y tiene una visión y encuentra a la chica.

-Sí... el padre Joe, que hace tambalear la fe de Scully.

-¿Ah, sí?

-Siga, por favor.

-Pues en lugar de ir una vez, podrían ir unas cuantas. Cada vez que el cura tiene una visión, agarran el coche y se van al descampado a buscar... no sé... cachos de cuerpos.

-¿Cachos de cuerpos? Eso no tiene mucho sentido. ¿Por qué hay cachos de cuerpos enterrados bajo la nieve en medio del campo?

-Creer es la clave, señorita.

-Creer es la clave, me lo apunto.

-Entonces quedamos en eso, ¿no? Mulder lleva al cura de paseo unas cuatro veces. Cubrimos media hora larga de metraje con eso. ¿Bien?

-Estupendo. Pero la trama sigue siendo corta. Tengo anotado por aquí que los productores quieren una subtrama para Scully.

-¿Han hablado con Gillian?

-Sí, la hemos tanteado.

-¿Cómo está? A David le he visto en Californication. Lo está petando, el cabrón. Pero a Gillian no la he seguido mucho.

-Está muy guapa, y con ganas de rodar.

-Bien, bien.

-Una subtrama para Scully, señor Carter.

-Estoy pensando, estoy pensando... ella es médico, así que la pondremos en un hospital, trabajando de médico, retirada del FBI... y se encontrará con un caso que la supera y requiere que tenga fe.

-¿Qué caso? ¿Algo paranormal?

-No, un niño moribundo, que eso siempre gusta. Con una enfermedad rarísima, y con todo el mundo esperando que se muera menos ella, que luchará para encontrarle una cura.

-¿Y lo curará?

-No sé, no soy médico, así que tampoco quiero dar esperanzas a la gente que tenga esa enfermedad.

-Pues nos la inventamos.

-Tambien es verdad. Y ella descubre un tratamiento prodigioso que quiere aplicar aunque la familia y el hospital, católicos ambos, estén en contra. Lo de católicos siempre queda bien, porque todo el mundo sabe que lo dejan todo en manos de Dios.

-¿Cómo encuentra el tratamiento? ¿El caso de las desapariciones le da alguna revelación?

-No, no. Por google, como se encuentra todo.

-Ok. Scully encuentra tratamiento para niño terminal en google.

-En la primera página de búsqueda.

-En la primera página de búsqueda. Bien. Va tomando forma, pero...

-¿Sí?

-Dos detallitos de argumento.

-Dígame.

-El principio. Cuando van a buscar a Mulder para que hable con el cura chiflado...

-Quagmire, le quiero llamar Quagmire.

-Bueno, eso ya lo veremos. Cuando van a buscarle, digo. No queda muy claro cómo le convencen. De hecho, no se sabe cómo le convencen.

-¿Ha visto Rambo, señorita?

-¿Cual de ellas?

-De la dos a la cuatro.

-Bueno, es que las mezclo un poco, pero mi novio se las sabe al dedillo.

-¿Sabe cuando alguien le va a buscar al inicio de las pelis y le dice que alguien otro está en peligro y le hace chantaje emocional y le hace sentirse mala persona por no querer ayudar?

-No soy muy buena recordando películas, solo trabajo en la productora y...

-A eso se le llama deber moral. Y es lo que le pasa a Mulder.

-O sea que Mulder es como Rambo.

-En cierta manera...

-Pero eso no queda explicado en el guión.

-Pero la gente lo entenderá.

-Ya.

-Sí.

-Luego está lo de la trama principal.

-¿Lo del doctor Frankenstein?

-Es que ha mezclado muchas cosas. A Frankenstein con El Silencio de los corderos.

-La de los corderos ganó un puñado de óscars.

-Sí, pero tenía diálogos interesantes. Sin ánimo de ofender, pero usted no termina un solo diálogo.

-¿Qué quiere decir?

-Que los personajes sueltan frases al aire, sin relación con lo que haya dicho su interlocutor.

-Es como más profundo, ¿no?

-Y cuando no sabe cómo acabarlos, los personajes se callan y miran al horizonte y cambiamos de escena.

-Sí, es verdad. Nunca se me ha dado muy bien imaginarme qué pueden responder.

-Y ahora no se le ocurre nada.

-No.

-Se lo daremos al becario, y si tampoco sabe qué hacer, lo dejaremos así.

-Estupendo. ¿Algo más?

-Algunos flecos sin importancia.

-Suelte.

-¿Cómo puede ser que en un pueblo de trenta habitantes tenga una piscina municipal llena de chicas guapas y un complejos para agresores sexuales con sesenta violadores y pedófilos?

-Porque siempre nieva.

-Eso no es una respuesta, señor Carter.

-Ya le he dicho que me quedo en blanco cuando debo responder a preguntas difíciles.

-Y porque la investigación depende tanto del cura, cuando lo más fácil sería sospechar de la casa del pueblo llena de perros y alambradas donde viven los rusos?

-Porque siempre nieva... y no ven la casa.

-¿Y por qué Scully se excita tanto cuando citan la Biblia?

-¿Eso cuando pasa, que no me acuerdo?

-El cura que se parece a John Cleese lee la biblia y ella responde, a gritos, y cito textualmente: "¡A mi no me cite Proverbios!"

-Porque es católica.

-¿Y?

-¿Porque siempre nieva?

-Ok. Bien... bueno, ya casi estamos. ¿Se le ocurre alguien para dirigir... esto?

-Oh, sí, yo mismo.

-Usted.

-Sí.

-Pero si no dirige desde...

-Ya, pero esto es como ir en bici, ¿no?

-Recuerde que no hay mucho presupuesto. Solo pretendemos engañar al público durante un fin de semana.

-Ningún problema. Lo haré barato.

-Al menos no hay acción, eso es verdad.

-No. Solo un perro que muerde a Mulder y una chica que se cae de un edificio. Pero se puede rodar muy de cerca para que no se vea el truco.

-Tampoco es que haya terror.

-Quite, quite. Que a mi es que estas cosas luego no me dejan dormir. Un poco de suspensillo y unos miembros amputados y ya tenemos cubierta la cuota de truculencia.

-Ok. Para acabar, y es algo que me ha chocado a mi.

-Sí.

-¿Cómo puede un cura pedófilo violar a un monaguillo que es como veinte años mayor que él?

-Creer es la clave, señorita.

-Gracias por su tiempo, señor Carter. Le llamaremos el lunes.

-No, el lunes no, que cierro la tienda.

-Pues el martes.

-Sí, mejor. ¿Esto cómo va, me ingresan el dinero ahora o...?

-El martes concretamos.

-Estupendo.

-Buenos días.

-Adiós, guapa.

Cloc.

Sunday, June 15, 2008

El incidente, de M. Night Shyamalan


Quizá el máximo error de Shyamalan fue crear esa obra cumbre en el cine de fantasmas de final de siglo que era El sexto sentido. Argumental y cinematográficamente. Quizá porque desde entonces ese es el rasero por el que se miden sus films. Y a pesar de ser una gran película, no es su mejor largometraje.

Shyamalan se ha visto acompañado siempre por la controversia desde entonces. Ya sea porque algunos ven en él un bluff, un copycat de mucho cuidado, o porque otros ven el salvador del género, las opiniones se polarizan y acentúan a medida que va estrenando proyectos, y él se ve atrapado en el dilema de tirar adelante o copiarse a si mismo.

El incidente es su último film tras ese fiasco en taquilla y crítica que fue la (preciosa) La joven del agua.

En mi opinión, Shyamalan es un director tan coherente como irregular. Sus historias siempre intentan abarcar un pequeño nucleo familiar o social para exponer una problemática global, y se sirve de situaciones cotidianas y humorísticas para generar terror, con una cantidad entre aceptable y abusiva de giros de guión. A menudo le funciona y otras veces no. Si soy franco, no soporto El bosque, pero el resto de su filmografía es más que digna, con piezas de culto y lo que podríamos denominar gotas de calidad: pequeños oasis en sus films, escenas resueltas de forma absolutamente ma-gis-tral. A saber, la escena en la estación de tren de El protegido, el momento alien brasileño en Señales (que tiene un homólogo en el momento iPhone del zoo en El incidente), o las apariciones fantasmagóricas de El sexto sentido.

Sabes que, aunque en conjunto el film pueda o no gustarte, siempre hay destellos de alguien que sabe mucho de cine.

No diré que Shyamalan es el renovador del séptimo arte, pero sí que me gusta mucho su forma de narrar, y conecto bastante con el espíritu klaatu barada niktó de sus films, aún a pesar de sus algo obvios mensajes sobre la muerte, el destino, la fe o, en este caso, el ecologismo.

El incidente, de M. Night Shyamalan no es una película redonda. Pero sí es un film notable y, en su género, entra directo a las posiciones privilegiadas de cualquier ránking.

Si hasta hoy el director indio parecía recurrir a su maestro Spielberg en el diseño de los films, parece que en esta ocasión ha cambiado de referentes. The happening es endogámica en lo que a segunda lectura de Señales se refiere. Pero sobretodo remite des del el primer hasta el último plano al Hitchcock de Los pájaros. Incluso se podría aventurar que se trata de un remake de la película de Tippi Hendren sin las gaviotas ni el poblado pesquero, pero con todos los demás ingredientes. La banda sonora de Newton Howard es una constante referencia al bueno de Bernard Herman, y esa primera escena con la chica rubia de pelo recogido en un moño (tan vértigo) haciendo lo que hace (tan y tan vértigo) no deja lugar a dudas.



La amenaza invisible se convierte en el motor de la película, y Shyamalan sabe cómo rodarla. La sensación de paranoia y de búsqueda de explicaciones quizá se vuelve algo reiterativa, porque al director la abstracción es algo que le cuesta (como a tito Steven), pero cuando se trata de rodar algo de forma física es un cabrón con gancho. Sabe mantener el tempo y dosificar la tensión de tal forma que es de los pocos autores actuales capaces de detenerte la respiración. O al menos conmigo le funciona.

No todo es positivo, claro. Dejando a parte los lamentables errores de edición (que se vea el micrófono unas dieciocho veces en pantalla dice bastante poco de la revisión que ha pasado El incidente), lo más clamoroso es un montaje descuidado, que ha cercenado algunas escenas del guión original pero no otras que hacen referencia directa a ellas. Y me explico: hay mucho cabos sueltos que creo tienen más que ver con las tijeras que con la goma de borrar. Es como si Shyamalan hubiera dejado la peli tal como está después del primer montaje, y no la hubiera vuelto a ver, que ya me ha quedado bien y soy un director maldito, que lo que pasa es que no entendeis mi talento.

Así, algunos diálogos forzados, pocos naturales (lo que contradice el espíritu de sus films), o impostados hacen que la parte argumental pierda fuerza. Obviemos la actuación acelgosa de Zooey Deschanel, o que el personaje de la niña es absolutamente prescindible. Eso tanto me da (como me resbala bastante cualquier explicación al fenómeno causante de los suicidios) si la parte más visual del film es tan fuerte como para abstraerme. Y en El incidente lo es.



Sé que a mucha gente los planos de los árboles, la hojarasca o los hierbajos al viento le podrá resultar ridículo o hasta cómico. No hay monstruos en El incidente. No hay naves espaciales. No hay NADA VISIBLE que ataque a los protagonistas. Pero hay ataque. Y hay persecución y huida, y Shyamalan lo filma como pocos. Sin efectos especiales ni grandes alardes, incluso más contenido que de costumbre en sus habituales filigranas y ángulos de cámara, el director aborda una historia mínima y le impregna tensión, ayudado por unos correctos Mark Walhberg i John Leguizamo. Y se vuelve valiente, porque muchas de las decisiones que toma aquí hubieran sido impensables anteriormente en su filmografía. Me refiero sobretodo a la escena de la cabaña cerrada, otro tipo de enemigo invisible. Lástima que abuse del recurso a los informativos televisivos o la comunicación vía nuevas tecnologías, o que inserte fragmentos de personajes ajenos a los protagonistas (los paramilitares, las abuelitas con máscaras de gas) que hacen flaquear el punto de vista utilizado en casi todo el metraje.

Dejo para el final lo más importante. Aquello por lo que vale la pena pagar la entrada y sentarse en el cine a disfrutar (y sufrir) El incidente. La mejor colección de escenas de fantastique de las últimas décadas: los suicidios. Los hay, y muchos, y todos planificados de formas distintas. Y todos ejecutados de forma brillante. Los operarios lanzándose al vacío, la pistola pasando de mano a mano entre las piernas tipo ultracuerpo de Kaufman, el cortador de césped, los disparos en off tras la colina o, sobretodo, las escaleras en los árboles. Son lo más terrorífico que he visto en mucho tiempo, y que hacen albergar esperanzas en M. Night Shyamalan. Alguien que sabe mucho de cine, le pese a quien le pese.

Dos últimos detalles para finalizar:

Los protagonistas, al abandonar una casa piloto, pasan por debajo de un cartel de una immobiliaria, que reza "You deserve this". Os lo mereceis.

Y quien os diga que Shyamalan no aparece en esta película, no se ha quedado a leer los créditos. Es un personaje protagonista. Fijaos. Si es que el tío se gusta. Pero me da igual mientras siga haciendo pelis así.