Sunday, August 29, 2010

Predators, de Nimrod Antal


Bueno, a ver qué tal está Predators, que después de las mierdas de Alien vs Depredador ya apetece que la saga se revitalice un poquillo.
Va, que produce Robert Rodríguez, que ahora le ha dado por producirlo todo. Eso es garantía de entretenimiento. Aunque, a mi, Nimrod Antal me aburrió muchísimo con Blindado.
Venga, un noche en el cine viendo a humanos siendo cazados. El plan no pinta mal.
Mira, el trailer de Los ojos de Julia, dirigida por Guillem Morales y escrita por Oriol Paulo. Mola. Mola mucho.
Ah, ya empieza la peli. Adrien Brody aparece en una selva con gente diversa. Un ruso, una israelí, un mejicano, un negro... bueno, qué más da. Parece el principio de un chiste o la premisa de un capítulo de La Dimensión Desconocida.  Bueno, es una serie B: hay que ser conciente de lo que uno va a ver. No seas tan exigente.
No me molesta ver a Brody como héroe de acción. No me cae especialmente mal, y es gracioso que un tipo tan escuchimizao haga aquí de tipo duro. Mooooaaaoooo. Uy, perdón por el bostezo.
Andan por la selva.
Bostezo.
Hablan. Bla bla bla.
Bostezo.
Va, venga, que la palme alguien ya.
Caras de sorpresa cada vez que encuentran algo.
Qué incómodas son las sillas de este cine.
Selva.
Selva.
Adrien Brody da lecciones de supervivencia y combate.
Bostezo.
¿Y si le mataran a él primero? Sería un punto.
Selva.
Cara de sorpresa.
Cháchara.
¡Ah! Ya se a quién me recuerda. Es el último superviviente. ¡Es Bear Grylls! Bear Grylls en el planeta de los predators.
Tiros.
Vaya, ahora empieza la acción. Ha tardado, pero era lo que venía a ver.
Buf. ¿Ya está?
Caras de sorpresa.
Selva.
Bostezo.
Adrien Brody as Bear Grylls.
Butacas del cine muy incómodas. Tengo una contractura en las cervicales y esto no me ayuda.
Hace calor en la sala.
Selva.
Se dan cuenta que no están en la Tierra.
Sale unos bichos, descartes de los fx de Avatar. Hubiera preferido que fueran osos polares. Así la gente se hubiera estado seis años preguntado por qué había osos polares en el planeta de los predators.
Acción muy mal rodada.
Tengo sed.
Tiros, tiros y tiros, pero todo muy confuso.
Bear Grylls.
Bostezo. Bostezo.
Pasan cosas. Pero no cosas importantes. Está Shane Vendrell, de The Shield, al que hace gracia volver a ver. Los diálogos son de relleno.
Salen los predators. Ahora. Un buen rato después de que haya empezado la peli. Qué poco carisma tienen estos bichos aquí. Son cazadores, sí, pero desganaos. Se ve que han perdido toda la motivación por la caza. Se ve que esta afición ya no les llena. Sería interesante ver la precuela de Predators, con ellos como protas.
Sería más interesante que esto, al menos.
Ahora sale Laurence Fishburne. ¿Ahora? Un poquillo tarde, ¿no? Ya da como pereza. Hace de Tim Robbin en La Guerra de los Mundos.
Cháchara.
¿Sabes qué? Me está entrando sueño. Voy a cerrar un ratillo los ojos y cuando vuelva la acción ya me despertará.
Ay, qué descanso, qué bien se está así.
Bostezo.
Abro los ojos. Sigue igual.
Mierda de butacas, qué cosa más incómoda.
Y mira que son las mismas que donde vi Inception. Y eso fueron dos horas y media.
¿Cuanto tiempo debemos llevar en la sala viendo Predators? Seis días?
Ah, mira, se mueren casi todos de golpe. Vaya mierda de survival.
Va, que los maten ya.
Y a Bear Grylls el primero, que es cansino.
Tiro, tiro, hachazo, hachazo.
Plan para matar y escapar del planeta.
Fuego.
Predators enfadados.
Humanos enfadados.
Público enfadado.
Explosión.
Explosión.
Bostezo.
Madremía, lo que se parece Adrien Brody a Pablo Motos con el torso desnudo y esa cabecilla jíbara.
Explosión.
Última escena abriendo la posibilidad de una continuación.
A mi ya no me engañan.


Atención: el minuto 1:17 de este video es una estafa. En la película solo aparece un puntero de triláser o como demonios se llame. Los demás han sido añadidos para el trailer. Patético.

Tuesday, August 17, 2010

Los mercenarios, de Sylvester Stallone





Suena el politono de la banda sonora de Rambo. El móvil vibra sobre la mesa del despacho, pero nadie lo coge. 
Deja de sonar.
Al cabo de un rato vuelve a la carga. Entra Sylvester Stallone con la cara envuelta en toallas, como el hombre invisible en un balneario.
-¿Sí?
-¿Sly?
-Sí, ¿quién es?
-¿Eres tú, Sly?
-Sí, claro, es mi móvil, me estás llamando a mi. ¿quién va a ser?
-Tienes que cambiar de doblador, Sly. Parece que esté llamando a Buenafuente.
-Ese no es mi problema, interlocutor desconocido.
-¿Cómo que desconocido? ¿No te acuerdas de los amigos?
-Yo no tengo amigos. Solo gente que trabaja en la cirugía estética y gente que no. Y no sé a qué grupo perteneces.
-De los que no... bueno, aunque a veces puedo deformar caretos de un mamporro.
-Pero dime, muchacho, ¿quién eres?
-Te daré una pista.
-Voy a colgar...
-Drago, Drago, Drago...
-¿Qué broma es esta?
-Hearts on fire, strong desire...
-¿Dolphie? ¿Dolphie Lundgren?
-El mismo.
-¡Sigues cantando como el culo!
-Y tu sigues actuando como el culo, Sly. ¿te piensas que no vi las últimas de Rocky y Rambo?
-Sabes que siempre he sido mejor director.
-Sí, también vi Staying Alive.
-¿Y qué es de tu vida, Dolphie? ¿qué te cuentas?
-Pues nada, aquí. Ayer descubrí dos supernovas y hoy estaba twitteando la teoría de las supercuerdas.
-Ahá...
-Pero te llamaba para otra cosa.
-Sí, dime.
-Quiero volver al cine. Tengo ganas de cine. Quiero volver a los porrazos y la sangre en la cara.
-¿Y eso?
-Vuelven los ochenta, ¿no?
-Eso dicen.
-Pues yo también quiero volver.
-...
-¿Sly?
-...
-¿Sly?
-Sí, sí, perdona. Estaba pinchándome bótox.
-¿Tú también?
-La cara se está desprendiendo del cráneo, Dolphie. Es la única manera de mantenerla en su sitio.
-Vale, pero ¿qué me dices?
-¿De qué?
-De volver al cine.
-Ah... pues justamente tengo algo para ti.
-¿Sí?
-Sí, pero no te ilusiones, no tienes muchas líneas de guión.
-¡Como en los viejos tiempos!
-Exacto. Es que es una peli coral, con muchos personajes, así que hay que repartir.
-Mmm, tiene buena pinta. ¿Cómo se llama?
-The Expendables, pero en España la traducirán como Los mercenarios.
-Bien, bien... cuéntame de qué va.
-Ah, claro. Mira. Un grupo de mercenarios...
-Los expendables.
-Sí, pero no me interrumpas. Un grupo de mercenarios son contratados por un tipo para que vayan a una isla de sudamérica... o de centroamérica, no sé, de por ahí. Resulta que en esta isla hay un dictador militar muy muy muy malo que se ha asociado con un antiguo agente de la CIA. El agente de la CIA quiere cultivar coca en la isla, y se aprovecha del general.
-Y los mercenarios van y lo derrocan.
-¿Se ha filtrado el guión en internet?
-No, Sly, pero es lo que se supone que debería pasar.
-Sí. Pero aún hay más.
-¿Más sorpresas? ¡imposible!
-¿He detectado un sarcasmo? Porque eso me ha sonado a sarcasmo. Y si estás buscando curro...
-No, Sly, no. Por favor, continua.
-Sí. Decía que aún hay más, porque el general tiene una hija que le quiere derrocar.
-Vaya.
-Sí, y es pintora.
-Es pintora.
-Sí, claro, como para demostrar que el arte está en contra de la opresión.
-Sí, no sé cómo no se me había ocurrido antes.
-Pues los mercenarios se dan cuenta que la vida en la isla es una mierda con la CIA hurgando por ahí, ayudan a la hija a deshacerse de los malos.
-Ya. Pero no parece muy actual, ¿no?
-Es un actioner de los ochenta, Dolphie. Y tú mismo has dicho que volvían los ochenta.
-Pero parece un poco un argumento del Equipo A.
-Calla, calla, que esos se me han adelantado.
-¿Pero será como la peli del Equipo A? Porque allí se ve pasta invertida y está hecha con gracia.
-He dicho que voy a hacer un actioner de los ochenta y no se hable más. No quiero reformular esas pelis. quiero volver a rodarlas como entonces.
-¿Tú crees que a la gente le gustará?
-La nostalgia vende.
-Sí, pero nosotros no somos los de antes. Estamos algo cambiados.
-Seguimos siendo los héroes.
-¿Quienes? Porque yo siempre he hecho de malo.
-Y en esta peli podrás volver a hacerlo durante un rato.
-Mola. ¿quién más hay?
-Jason Statham.
-¡No jodas! ¡Ese es un crack! Tiene carisma y cara de mala leche, los dos ingredientes principales para todo héroe de acción.
-Dolphie, déjame hablar, que te gusta darle a la sin hueso.
-Perdona. ¿Quién más?
-Bueno, tenemos a Bruce Willis y a Arnold Schwach, scwarc, shcar, schwar...
-¿Schwarzenegger? ¿tienes a Arnie y a Willis? Por Dios, Sly, ¿dónde hay que firmar? Esto tiene que ser un peliculón.
-Sí, sí, bueno... han aceptado salir un ratillo.
-¿Cómo que un ratillo?
-Una escena compartida.
-¿Y ya está?
-¿Cómo que ya está? no me llamaste para quejarte cuando Pacino y De Niro hicieron la pantomima del plano contraplano de Heat!
-No, bueno, vale. La cosa promete. ¿A quién más tienes? ¿a Van Damme? ¿a Seagal? ¿a Michael Dudikoff? ¿a Chuck Norris?
-A Jet Li.
-¿Quién?
-Un chinorris de esos que salta y patalea.
-¿Jackie Chan?
-No: Jet Li.
-Dime que al menos has contratado a Carl Weathers.
-¿Carl? Está muerto, ¿no?
-No, Carl está vivo. Lo vi el otro día en Hollywood Boulevard con un carrito lleno de chatarra.
-Vaya. He contratado a un negro que se parece al Carl de joven. Y a un par de luchadores de wrestling.
-¿Cuales? ¿Mr T y Hulk Hogan? Hace tiempo que no les veo.
-No, son otros que estaban de oferta. Tenía escritas algunas líneas para Seagal y Van Damme, y tendrán que hacerlas ellos. Pero tenemos a Eric Roberts.
-¿A quién?
-El hermano de Julia.
-Ah...
-...
-...
-...
-Y esto, Sly... dices que ya tienes el guión.
-Sí. Las seis páginas.
-Supongo que habrá secuencias de acción a tutti pleni.
-Algunas hay. La verdad es que me ha costado bastante rellenar hasta llegar al final. Disparos desde un avión, persecuciones en coche, peleas en talleres mecánicos... y todo ello aliñado con muchos planos de harlleys molonas y chupas de cuero.
-¿Y qué rodarás, tipo Bourne?
-¿Quién?
-Todo eso que está de moda de la cámara al hombro y mucho dinamismo.
Uy, Dolphie, tú le pides demasiado al viejo Sly. He pensado en hacer las escenas lo más confusas posibles, así no se nos ve achacosos. Al fin y al cabo somos una unidad de élite formada por ancianos deformes; si lo filmara bien la gente se reiría.
-¿Y la gente no se va a reir?
-Sí, pero de mis chascarrillos.
-Tú nunca has tenido gracia escribiendo chistes, Sly.
-Mira, Dolphie, porque te aprecio, que si no te mandaba a tomar por el culo. Además, da igual lo que escriba. Si lo pronuncia Mickey Rourke suena gracioso.
-¿Mickey Rourke? ¿y él que pinta aquí?
-He pensado que está tan mal que hará que el resto luzcamos jóvenes y guapos. Le haré unos primeros planos que la gente va a querer cambiar las palomitas por primperán.
-Ingenioso.
-...
-¿Bótox, otra vez?
-...
-Espero.
-Ya. Hablando de ingenio. Necesito ayuda en una frase de guión. Estoy atascado.
-A ver, dime.
-Mira, van todos en un avión hacia la isla. Está la cosa como muy chunga. Quizá es una misión suicida, aunque el espectador nunc tendrá la sensación que les pueda pasar nada malo. Y uno de los personajes dice: "Lo veo todo negro como..."
-Sí.
-¿Cómo qué? Lo veo todo negro ¿como qué?
-Como Drácula.
-¿Como Drácula?
-Sí, el príncipe de la tinieblas, Sly. Y las tinieblas son negras, ¿no? Pues lo veo todo negro como Drácula.
-Bueno. no suena mal. Si encuentro algo mejor ya lo cambiaría, pero si no, lo dejo tal como está.
-Y la violencia ¿qué?
-¿Qué quieres decir?
-Vi John Rambo. Los últimos diecisiete minutos son puro gore. ¿Esta qué tal?
-He pensado algo parecido. Habrá tiros y tal, pero lo bueno lo reservo para el final. Montones y montones de soldados muriendo a paladas.
-¿Con decapitaciones y demás?
-Sí. He contratado una compañía de efectos especiales. Son unos chavales que lo hacen todo con su toshiba portátil. Ellos crearán la sangre artificial y los miembros amputados. Claro que los trucos no se verán porque al final todo explota.
-Bien, esa es mi peli.
-El cuartel general, la isla, los malos. Todo, todo explota. Tengo un montón de Goma 2 en casa. Cada vez que hacía una comedia, me daban toneladas de Goma 2 que no usaba. Aquí vamos a petarlo todo.
-Pero alguno morirá, ¿no? Alguno de nosotros las pasará putas.
-No, ya estamos muy mayores para que nos den palos. Solo morirán los malos. Y al final ganarán los buenos.
-Ya, pero, hay algo que no me queda claro.
-Dime, Dolphie.
-La tensión dramática. ¿Dónde está? Quiero decir: si somos como invulnerables, al espectador le va a dejar un poco frío tanta explosión, ¿no?
-Bueno... la hija del general está a punto de morir.
-Ya, pero a menos que la hija del general sea Brigitte Nielsen...
-Que no lo es.
-A menos que sea ella, a la gente le va a importar un rabo lo que le pase, porque los buenos van a salir victoriosos siempre.
-Sí, bueno, me falta pulir algo el guión.
-Tienes que hacer algo para que parezcamos más humanos.
-Haré que Rourke llore.
-Más humanos, no mas patéticos.
-Uno de los luchadores de wrestling tendrá una enfermedad que le deja las orejas como el culo de un mandril. Y lo pasará muy mal con ese trauma.
-¿Y?
-Me dejaré perilla. No llevo perilla desde hace años.
-¿Y eso en qué ayuda?
-Le da profundidad a mi personaje. Y mientras me miran la perilla perfectamente delineada no se fijan en que mis orejas me tocan la nuca.
-No, Sly, no.
-¿Te he dicho ya que el malo se parece a Hugo Chávez?
-¿Cuál?
-El presidente de Venezuela.
-No, que qué malo.
-El general de la hija pintora. Y al final pintará la cara de todos sus soldados como para dar miedo. Es una idea que saqué de Braveheart y de Street Fighter. Y además me sirve para reciclar un montón de extras sin que la gente se de cuenta.
-Mira, Sly, tengo ganas de empezar a rodar. Y además necesito el dinero. Con la astrofísica no me llega ni para el alquiler. Pero cuando llegue al plató, le echamos un vistazo al guión, ¿vale?
-...
-¿Sly?
-...
-Bueno, nos vemos y lo hablamos.
-Dolphie.
-Dime.
-¿Sabes por cuanto me saldrían unos pómulos nuevos en Rúsia?
-No, yo... mira, te agrego en el facebook y seguimos en contacto.
-...
-Y deja el bótox o te confundirán con Carmen de Mairena.
-¿Con quién?
-Hasta luego, Sly.
-Hasta luego, Dolphie.

cloc




Saturday, August 07, 2010

Inception / Origen, de Christopher Nolan


La semana pasada visitamos la exposición Per laberints en el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Si teneis ocasión, no dejeis de visitarla. En ella descubrimos cómo el ser humano ha disfrutado creando laberintos desde sus orígenes. Y cómo Giovanni Fontana creó los laberintos multicursales, aquellos en los que hay más de una ruta a seguir y, por tanto, puedes perderte en ellos.

Christopher Nolan experimenta con los laberintos en Origen. Y lo hace tanto a nivel argumental como formal. 
Si algo ya conocíamos de Nolan es que no es un director corriente, que desee explicar una historia del modo más clásico. Memento fue su tarjeta de presentación, fragmentando el tiempo. En Insomnia exploraba las secuelas físicas y psicológicas de la culpabilidad mediante imágenes. El truco final, siendo una buena película, cojeaba al descubrirse la trampa demasiado fácilmente. Y en los dos batmans apostó por narrarlos como historias policíacas, con lo que dio en la diana (aunque pienso que la segunda está demasiado sobrevalorada). Esto le ha llevado a tener detractores, evidentemente, y a ser acusado de grandilocuencia y pedantería. Si bien es cierto que, hasta el momento, Nolan mostraba ciertos defectos muy habituales (escenas de pelea y de acción muy confusas, cierto ritmo fatigoso), es con Inception donde ha dado con la fórmula clave. Los conceptos básicos de la filmografía de Nolan, culpa e identidad, laten aquí con más fuerza que nunca. Es entrando en su propio laberinto cuando Nolan ha encontrado su película.



¿Revolucionar el cine? Eso es muy difícil, ya. Además, como he leído en otros lares, Inception se trata de un film tan personal que resulta complicado pensar que pueda abrir una línea, un camino.Ni siquiera creo que pueda ser considerado algo nuevo, tampoco. Hay en Origen mil padres bien reconocibles, de Matrix a Dark City, pasando por 2001, Heat, la saga de James Bond, En busca del arca perdida, La trilogía Bourne  y Ciudadano Kane.

Y sin embargo, al ver el film, experimentamos la sensación de ver algo nuevo. Porque Inception es el sueño del cine. Así como soñamos acerca sobre aquello que hemos vivido durante el día, en Inception soñamos aquellas películas que nos han marcado; aunque de una manera diferente. Nolan no imita ni copia: filtra, licua y teje un organismo vivo, que se reproduce en nuestro cerebro y crece en todas direcciones. 



Nolan crea un laberinto delante de nuestros ojos. Introduce explícitamente una Ariadna, como creadora del laberinto argumental, pero es Nolan quien deviene un Dédalo que juega a placer con las matrioshkas del guión y el montaje, arrastrándonos por sus corredores y recovecos, traslándandonos a diferentes niveles visuales y cognitivos. Y consigue que no nos perdamos porque, sorprendentemente, su realización es diáfana. Uno sabe en todo momento en qué parte del laberinto está, aunque no sepa si va a poder salir de él.



Poco más se puede decir de Origen sin estropear el placer de sumergirse en su laberinto, salvo que cualquier apuesta en ella funciona a la perfección. De la banda sonora de Hans Zimmer (arriesgada, mecanizada, angustiosa) a la fotografía de distintas texturas para cada sueño, del cameo de Michael Caine a la acertadísima elección de cásting de todos sus protagonistas (si bien Leonardo DiCaprio se ha especializado en personajes que nunca ríen y ponen cara de me duele mucho el alma, me cuesta encontrar otro actor en sus papel), de las localizaciones (Mumbassa, Tokyo, París, Nepal...) al diseño de interiores (con un guiño inmenso a la escena final de 2001, una Odisea en el espacio), todo brilla con luz propia.

Hace miles de años, los hombres tallaban caminos sinuosos en las piedras. Hoy, Nolan descubre un extraordinario sendero por el que perderse, sentados en la oscuridad de una sala de cine.

No hemos cambiado tanto.     

Thursday, August 05, 2010

Splice, de Vicenzo Natalli



Hay cuatro constantes en el cine de Natalli, y Splice las reune las cuatro:

  • El concepto de un ente superior omnipotente cuya capacidad de control se ve entredicha.
  • La frialdad emocional de sus personajes.
  • La capacidad para crear imágenes y atmósferas perturbadoras.
  • Cierta deriva hacia finales precipitados o descontextualizados. 

Con Splice, Natalli sigue sus propias pautas para ofrecernos un relato incómodo e inquietante. Splice es un remedo de Frankenstein sin necesidad de disimularlo. El matrimonio protagonista se llaman Clive y Elsa, lo que no es baladí.

Como en Frankenstein, o como en un cualquier otra película de Mad Doctors, el cruzar los límites de la ciencia, impuestos por la ética personal del científico, llevará a sus protagonistas a  pisar el pantanoso terreno de lo desconocido, en un viaje del que no habrá vuelta atrás. La pareja protagonista crea vida, en una especie de alegoría de la paternidad, mediante un experimento genético. 



Lo que Natalli nos relata es el aprendizaje de un hombre y una mujer que van más allá de todos las fronteras conocidas. El enfoque no es el de dos seres endiosados jugando con su criatura, sino más bien el de dos padres que no saben cómo afrontar su nueva situación. Pero Natalli es perro viejo y decide envenenar poco a poco la trama, irla zurciendo de rencores y pesadillas, como es el caso de los antecedentes familiares de Elsa, que guiarán sus actos para con respecto a la criatura.

Así, lo que incluso puede parecer una versión cronenbergiana de Tres solteros y un biberón, se transforma en un relato de horror, una historia de maduración violenta tanto del ser creado como de sus creadores, que no solo tomarán conciencia de sus actos sino que deberán pagar por ellos. ¿No les recuerda mucho al viejo cuento de Mary Shelley?

Splice da algunas pinceladas sobre el peligro que representa no solo la experimentación genética (que puede ser beneficiosa en su búsqueda de curas para enfermedades), sino también sobre los pocos escrupulos que demuestran las grandes compañías en busca del beneficio económico por encima de lo ético. Se utiliza como trasfondo de la historia, pero aporta una de las escenas más impactantes de la película: el momento de la presentación de Fred y Ginger al gran público.

Y es que, desde que despedazó a aquel pobre infeliz que se había equivocado de portezuela en el minuto uno de Cube, Natalli sabe cómo dejarnos anclados en la butaca con unas pocas imágenes.



Vicenzo Natalli es capaz de pintar cuadros terroríficos que se quedan marcados en nuestra corteza cerebral. Véase (spoilers, pero no muchos) ese ojo de Dren mirando a través de un agujero de la caja cuando la transportan a la granja, o el despliegue de alas durante la cópula.(fin de spoilers). Son esos fotogramas los que el espectador retiene una vez finalizada la proyección, y a los que recurrirá como en una pesadilla a partir de entonces. El tono enfermizo, irreal y paradójicamente bello de Splice choca de frente con el estilo frío tras las cámaras.

Natalli no suele implicarse emocionalmente en lo que cuenta, ni permite a los espectadores sentir empatía o predilección por ninguno de los personajes. En ese sentido, nos convierte en un Tercer Científico, un observador que presta atención clínica a todo lo que ocurre ante sus ojos, pero no toma partido por nada. Entramos dentro de la historia, sí, pero de una forma aséptica. Esto puede suponer cierto rechazo, pero también es de agradecer que el director no juzgue a sus personajes, sino que los exponga. El espectador tiene los suficientes datos como para tener sus propias opiniones sobre lo que está viendo. Natalli nos trata como a adultos. Créanme, es algo de agradecer en el cine actual.

Tan solo los últimos cinco minutos, más en la línea de una monster movie que de una fábula postmoderna, rompen un poco la coherencia estilística de la película. Aunque, a decir verdad, esa parte también me ha gustado. Pero sepan que soy un entregado a Cube y a Cypher, a pesar de reconocer los múltiples defectos que ambas tienen.   

Así que les digo que se den prisa si desean verla en cine, que Splice va a durar poco en cartel, aunque es una película perfecta para un sábado noche en deuvedé. Disfrutarán del talento de Greg Nicotero, adorarán a Sarah Polley y se enfadarán con la sobreactuación habitual de Adrien Brody. 

Splice no es una gran película, ni falta que le hace.