Monday, June 30, 2008

El increíble Hulk, de Louis Leterrier

A pesar que disfruté del Hulk de Ang Lee, debo reconocer que es una película que no soporta un segundo visionado. Su introducción se me antoja lenta y aburridilla, el malo es de pena, el conflicto psicológico está sobredimensionado, le falta humor y le sobra el final pirotécnico dadaista.

Como quiera que sea que no soy el único que piensa así, la Marvel ha cogido a su monstruo verde, un actor deluxe como Edward Norton y un director especializado en acción vitamínica y los ha mezclado para remontar la saga pocos años después del relativo fiasco de la Masa de Eric Bana.

Por el trailer me esperaba lo peor, un refrito a lo tekken con guión del mismo guionista que perpretó la infumable Elektra.

Y debo decir que lo único que no me ha gustado de El increíble Hulk de Louis Leterrier son los pelucones que Norton lleva la mayor parte del metraje. ¿Es que no hay buenos peluqueros y maquilladores en Hollywood? ¿qué necesidad existe de ponerle esas tofas en la cabeza? ¿Hay alguna segunda lectura que se me escapa?



Por lo demás, El increíble Hulk es una de las películas de superhéroes más honestas y efectivas que he visto. No se entretiene más de lo necesario en la profundización psicológica jekylhydeana, que es uno de los lastres que suelen tener las pelis de tíos con mallas que quieren ir en serio.

Seamos francos: los que leíamos (y leemos) tebeos de la Marvel y la DC nos gusta verlos en acción. La parte seria está bien, pero no hay que sobredimensionarla. y El increíble Hulk no lo hace.

Además, afortunadamente, se salta el típico proceso de "Cómo llegué a ser un tipo con doble identidad", y no tarda más de tres segundos en condensarlo. A partir de allí, el film se estructura como un blockbuster veraniego por acumulación de escenas de acción.

Y bravo.

Bravo porque Leterrier (discípulo del sobrevalorado Luc Beson) ya había dado muestras de divertirse y divertirnos en medio del jaleo en sus entretenidísimas (y basta) Transporter 1 y 2. Esa escena de pelea de Jason Statham sobre aceite de motor era toda una garantía de buenas maneras. Y en Hulk coge el toro (verde) por los cuernos y nos mete en un tour de force digno de aplauso, lleno de influencias del género (de Michael Bay a Paul Greengrass). Las mejores escenas de acción de este año las encontraremos en El increíble Hulk. Por calidad y por cantidad. Y sobre ellas quizá la que destaca es la de Brasil, con una dirección y un montaje soberbios.



A todo eso le ayuda el tono desenfadado del discurso. Abandona cualquier pretensión de trascendencia e impregna el film del espíritu marvel. No importa que la forma no sea tan aproximada al cómic como en la peli de Ang Lee (con esas viñetas en movimiento), pero en el fondo sí se le acerca más. Y Leterrier sabe qué debe encuadrar y cómo tiene que hacerlo en cada momento.

En El increíble Hulk se introduce el humor más comiquero, igual que con Iron Man. El humor viene con forma de guiños (el por qué de los pantalones anchos, algunos personajes o corporaciones que salen de las páginas de los tebeos) o con situaciones, cameos o diálogos. Diálogos directos y tajantes, como debe ser. Y fluye perfectamente.

Edward Norton está raro. Bien, como siempre, pero raro (y con pelucones). El monstruo verde no me acaba de convencer en su fisonomía, demasiado atractiva. Liv Tyler se ha hecho mayor, sigue guapa pero ya no tiene cintura. Y Tim Roth está inmenso, pasándoselo en grande, disfrutando de cada segundo que aparece en pantalla en uno de esos personajes villanos robaplanos.

Poco más puedo decir. El increíble Hulk no es Fritz Lang. No es Orson Welles. Ya lo sabíamos. Pero es garantía de dos horas de boca abierta y mirada fascinada, de vibrar en la butaca del cine, de disfrutar y no querer bajar de la montaña rusa. Y es la confirmación de la llegada de un nuevo mundo a las salas. El Marvel definitivo. El cómic, por fin, como nos gusta leerlo.

Sunday, June 15, 2008

El incidente, de M. Night Shyamalan


Quizá el máximo error de Shyamalan fue crear esa obra cumbre en el cine de fantasmas de final de siglo que era El sexto sentido. Argumental y cinematográficamente. Quizá porque desde entonces ese es el rasero por el que se miden sus films. Y a pesar de ser una gran película, no es su mejor largometraje.

Shyamalan se ha visto acompañado siempre por la controversia desde entonces. Ya sea porque algunos ven en él un bluff, un copycat de mucho cuidado, o porque otros ven el salvador del género, las opiniones se polarizan y acentúan a medida que va estrenando proyectos, y él se ve atrapado en el dilema de tirar adelante o copiarse a si mismo.

El incidente es su último film tras ese fiasco en taquilla y crítica que fue la (preciosa) La joven del agua.

En mi opinión, Shyamalan es un director tan coherente como irregular. Sus historias siempre intentan abarcar un pequeño nucleo familiar o social para exponer una problemática global, y se sirve de situaciones cotidianas y humorísticas para generar terror, con una cantidad entre aceptable y abusiva de giros de guión. A menudo le funciona y otras veces no. Si soy franco, no soporto El bosque, pero el resto de su filmografía es más que digna, con piezas de culto y lo que podríamos denominar gotas de calidad: pequeños oasis en sus films, escenas resueltas de forma absolutamente ma-gis-tral. A saber, la escena en la estación de tren de El protegido, el momento alien brasileño en Señales (que tiene un homólogo en el momento iPhone del zoo en El incidente), o las apariciones fantasmagóricas de El sexto sentido.

Sabes que, aunque en conjunto el film pueda o no gustarte, siempre hay destellos de alguien que sabe mucho de cine.

No diré que Shyamalan es el renovador del séptimo arte, pero sí que me gusta mucho su forma de narrar, y conecto bastante con el espíritu klaatu barada niktó de sus films, aún a pesar de sus algo obvios mensajes sobre la muerte, el destino, la fe o, en este caso, el ecologismo.

El incidente, de M. Night Shyamalan no es una película redonda. Pero sí es un film notable y, en su género, entra directo a las posiciones privilegiadas de cualquier ránking.

Si hasta hoy el director indio parecía recurrir a su maestro Spielberg en el diseño de los films, parece que en esta ocasión ha cambiado de referentes. The happening es endogámica en lo que a segunda lectura de Señales se refiere. Pero sobretodo remite des del el primer hasta el último plano al Hitchcock de Los pájaros. Incluso se podría aventurar que se trata de un remake de la película de Tippi Hendren sin las gaviotas ni el poblado pesquero, pero con todos los demás ingredientes. La banda sonora de Newton Howard es una constante referencia al bueno de Bernard Herman, y esa primera escena con la chica rubia de pelo recogido en un moño (tan vértigo) haciendo lo que hace (tan y tan vértigo) no deja lugar a dudas.



La amenaza invisible se convierte en el motor de la película, y Shyamalan sabe cómo rodarla. La sensación de paranoia y de búsqueda de explicaciones quizá se vuelve algo reiterativa, porque al director la abstracción es algo que le cuesta (como a tito Steven), pero cuando se trata de rodar algo de forma física es un cabrón con gancho. Sabe mantener el tempo y dosificar la tensión de tal forma que es de los pocos autores actuales capaces de detenerte la respiración. O al menos conmigo le funciona.

No todo es positivo, claro. Dejando a parte los lamentables errores de edición (que se vea el micrófono unas dieciocho veces en pantalla dice bastante poco de la revisión que ha pasado El incidente), lo más clamoroso es un montaje descuidado, que ha cercenado algunas escenas del guión original pero no otras que hacen referencia directa a ellas. Y me explico: hay mucho cabos sueltos que creo tienen más que ver con las tijeras que con la goma de borrar. Es como si Shyamalan hubiera dejado la peli tal como está después del primer montaje, y no la hubiera vuelto a ver, que ya me ha quedado bien y soy un director maldito, que lo que pasa es que no entendeis mi talento.

Así, algunos diálogos forzados, pocos naturales (lo que contradice el espíritu de sus films), o impostados hacen que la parte argumental pierda fuerza. Obviemos la actuación acelgosa de Zooey Deschanel, o que el personaje de la niña es absolutamente prescindible. Eso tanto me da (como me resbala bastante cualquier explicación al fenómeno causante de los suicidios) si la parte más visual del film es tan fuerte como para abstraerme. Y en El incidente lo es.



Sé que a mucha gente los planos de los árboles, la hojarasca o los hierbajos al viento le podrá resultar ridículo o hasta cómico. No hay monstruos en El incidente. No hay naves espaciales. No hay NADA VISIBLE que ataque a los protagonistas. Pero hay ataque. Y hay persecución y huida, y Shyamalan lo filma como pocos. Sin efectos especiales ni grandes alardes, incluso más contenido que de costumbre en sus habituales filigranas y ángulos de cámara, el director aborda una historia mínima y le impregna tensión, ayudado por unos correctos Mark Walhberg i John Leguizamo. Y se vuelve valiente, porque muchas de las decisiones que toma aquí hubieran sido impensables anteriormente en su filmografía. Me refiero sobretodo a la escena de la cabaña cerrada, otro tipo de enemigo invisible. Lástima que abuse del recurso a los informativos televisivos o la comunicación vía nuevas tecnologías, o que inserte fragmentos de personajes ajenos a los protagonistas (los paramilitares, las abuelitas con máscaras de gas) que hacen flaquear el punto de vista utilizado en casi todo el metraje.

Dejo para el final lo más importante. Aquello por lo que vale la pena pagar la entrada y sentarse en el cine a disfrutar (y sufrir) El incidente. La mejor colección de escenas de fantastique de las últimas décadas: los suicidios. Los hay, y muchos, y todos planificados de formas distintas. Y todos ejecutados de forma brillante. Los operarios lanzándose al vacío, la pistola pasando de mano a mano entre las piernas tipo ultracuerpo de Kaufman, el cortador de césped, los disparos en off tras la colina o, sobretodo, las escaleras en los árboles. Son lo más terrorífico que he visto en mucho tiempo, y que hacen albergar esperanzas en M. Night Shyamalan. Alguien que sabe mucho de cine, le pese a quien le pese.

Dos últimos detalles para finalizar:

Los protagonistas, al abandonar una casa piloto, pasan por debajo de un cartel de una immobiliaria, que reza "You deserve this". Os lo mereceis.

Y quien os diga que Shyamalan no aparece en esta película, no se ha quedado a leer los créditos. Es un personaje protagonista. Fijaos. Si es que el tío se gusta. Pero me da igual mientras siga haciendo pelis así.

Sunday, June 01, 2008

La niebla de Stephen King, de Frank Darabont

Un grupo de personas quedan confinadas en un pequeño espacio y deben afrontar una amenaza externa que les supera. La comunidad se quebrará y todos deberán posicionarse.
Llamadlo como querais: homo hominis lupus o La noche de los muertos vivientes; Río Bravo o Perdidos.

El caso es que La niebla de Stephen King no ha inventado nada, no aporta nada y en un par de semanas no recordaré nada.

¿Es eso malo? No necesariamente.

La niebla de SK es una peliculilla de serie B entretenida, hecha con una factura deliberadamente pulp, construida a base de arquetipos que siempre han funcionado y estructurada de forma clásica. Incluso el final es más consecuente con la tradición cinematográfica de donde bebe (fijaos en ese póster de La Cosa con el que se abre el film) que con la coherencia interna de la narración. Y eso se debe a la aparición de todo tipo de personajes planos y previsibles, piezas de puzzles que ya hemos reconstruido miles de veces, sin más profundidad que el supermercado donde se refugian durante el acto más largo de la función. La niebla de SK solo acierta donde fallaba La guerra de los mundos de Spielberg.



Thomas Janes demuestra una vez más su ineptitud para la actuación, como lo hacían los galanes de la época dorada del terror de la Universal, y Marcia Gay Harden se lo pasa pipa con un personaje revolucionadísimo que en otro film no hubiera durado más de un par de planos antes de ser tiroteada.

La niebla de SK se ve en un plis plas, no molesta, es incluso a veces estimulante, pero es una lovecraftiana peli de videoclub más con algunos aciertos (la fotografia de la niebla es espléndida) y muchos fallos, en la que Frank Darabont resulta irreconocible. No así Stephen King, cuyo mensaje apocalíptico ya me aburre desde hace décadas.

Otras lecturas:

El guión de Frank Darabont para Indy (Indiana Jones and the City of Gods) fue repudiado por Lucas cuando Spielberg y Ford ya habían dado el visto bueno. Por lo visto, Lucas quería más bichejos, como terminó imponiendo. Monstruitos como los que asedian a los mundanos clientes del supermercado, que parecen recién salidos de La amenaza fantasma (incluso creo que uno era el dueño de Anakin). ¿Metáfora? ¿Suspicacia? ¿Paranoia?