Wanted es un cómic gamberro de Mark Millar sobre una hermandad de supervillanos que han conseguido erradicar a todos los superhéroes del mundo. Un mindundi pusilánime es reclutado y adiestrado en el arte del asesinato por la hermandad, ya que su padre, al que dan por muerto fue el asesino más efectivo de todos los tiempos y esa es una de esas cargas genéticas que no se saltan una generación.
Wanted, de Timur Bekmambetov, solo respeta la primera viñeta de la historia, para transmutarla de cabo a rabo y ofrecernos una visión bien diferente.
Podríamos decir que se ha perdido parte de la mala baba por el camino, sí. Pero es quizá el precio que hay que pagar (al fin y al cabo es un blockbuster para todos los públicos) para depurar una historia que, por suerte, ya no incluye ni mallas, ni capas ni dimensiones paralelas.
¿Se le puede llamar adaptación? Pues, la verdad, el debate está abierto pero resultaría baladí. Wanted, el film, tiene poco o nada que ver con el original ilustrado. Y mejor así.
Otro cantar es si Wanted revoluciona el cine de acción como he leído en algún sitio (comparándolo con la magistral y aún no superada La jungla de cristal), o abre nuevas fronteras. Dudo que sea así, porque la película de Bekmambetov no es más que una puesta al día de clichés conocidísimos mediante técnicas en absoluto novedosas. Si queda alguien a quien a estas alturas le sorprenda el bullet time (a punto de cumplir diez años, con Matrix) debe ser porque ha vivido encerrado en un zulo con un VHS con las cintas de My Fair Lady y Kramer contra Kramer todo este tiempo.
El reciclaje en cine no es malo si está bien compactado, y este es el caso de Wanted. No una obra maestra, pero sí una de las películas más entretenidas y desacomplejadas del último año.
Wanted es la suma de la filosofía de la ya citada Matrix, con el temperamento y el nervio de la saga Bourne, y el arco argumental de Star Wars. Por fortuna, el engranaje no solo funcione bien (mejor que bien), sino que rinde a plena potencia.
¿Cuáles son los ingredientes que cuajan en Wanted? Quizá el más importante, o el más visible, es el notable talento visual de su Timur Bekmambetov, que despuntó con el díptico ruso de Los Guardianes -del día/de la noche- y que demuestra que para tener un universo propio no significa siempre redundar en bichos extraños y ambientes gótico-emocionales (¿me escuchan bien desde la última fila, señores Burton y Del Toro?). Bekmambetov construye sus historias en un mundo real regentado por leyes distintas a las que conocemos. Para él, conceptos como la gravedad o el tiempo son meras ilusiones, tabletas de barro que se pueden moldear a placer. Y se agradece que tal efecto esté integrado en la historia, y no sea un recurso más para epatar al espectador.
Historia, digo. Bien. Lo de siempre. El superhombre nieszchiestiano. El don nadie que tiene escondido un mesías o un anticristo en su interior. El Luke Skywalker, el Neo, el Spiderman de turno. La trama, la hermandad secreta de tejedores del destino (sic) que asesinan según los dictados de un código ininteligible es una chorrada que sirve como excusa para mostrar las set-pieces de acción más espectaculares en lo que va de año (señor Nolan, le oigo roncar en las últimas filas!). Persecuciones imposibles, disparos increíbles y una resolución original son la base de Wanted. Y son más que suficiente para disfrutar durante las dos horas de proyección.
Además contamos con un James McAvoy que se lo pasa en grande haciendo de antihéroe (y que parece un joven Russell Crowe), una Angelina Jolie entestada en hacer de dura (de su actuación solo recuerdo la fugaz escena en la que sale del baño... desnuda) y un Morgan Freeman que repite el papel de todopoderos en Como Dios (es uno de los tres registros de Freeman: otro es el de señor triste y el tercero es el de exsecretario general de la ONU).