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Monday, August 22, 2011

Conan el Bárbaro, de Marcus Nispel (con spoilers, pero total para lo que cuenta la peli...)


Ring Ring riiiiiing Ring
-¿Sí?
-¿Marcus?
-No, soy su madre, ¿quién es?
-¿Está Marcus?
-Está en su habitación, encerrado.
-¿Se puede poner?
-Me ha dicho que no le moleste. Que no entre nunca más en su habitación sin permiso, concretamente.
-¿Pero puede avisarle o no?
-No me ha dicho quién es, aún.
-Dígale que soy Jason.
-...
-¿Hola? Señora Nispel, ¿está ahí?
-Mira, si eres otro bromista con lo de Viernes 13, la cosa se acaba aquí, vale. Eres el sexto Jason que llama esta semana, y ya me estoy cansando. Lo hizo por dinero. ¡Por dinero! Que él es más de Leatherface.
-No, señora Nispel, se confunde. Soy Jason Momoa.
-¿La Momia? Putos niñatos...
-Momo... déjelo estar. Dígale que soy Kharl Drogo, de Juego de Tronos.
-Ya, ya... otro que juega a rol. Siempre estais igual, con los jueguecitos. Siempre con vuestros dados y vuestras armaduras.
-¿Puede avisarle?
-Que sí, que ya voy... ¡¡¡MARCUS!!! ¡Que te llama un mormón del rol!
-Gracias.



...

-¿Sí?
-Marcus.
-Ah, hola, Jason.
-Me acabo de leer el guión.
-¿Cual?
-El de Conan el Bárbaro.
-Ah, vale, perdona. Es que estaba mirando porno por internet y tenía la cabeza en otro lado.
-¿Has encontrado algo que valga la pena?
-Psé. Hay algunas rubiascas del Este que podemos colocar en la peli. Buenas tetas, cinturita maja.
-Fantástico. Sabes cómo me gustan las rubiascas.
-Sé cómo te gustan todas. Sé cómo las miras. De hecho lo sabe todo el mundo. Siempre las miras igual, aunque haya cámaras delante.
-A eso iba yo. Sobre la peli.
-Dime.
-Que me he leído el guión y no entiendo nada.
-Venga ya. Si es lo más sencillo que te puedes tirar a la cara.
-Pues me pierdo. Igual es que tres guionistas son muchos para mi, pero no sé qué intentan explicar.
-La historia de siempre.
-Bueno, no bien bien.
-Máaaaas o menos. Un chaval hijo de un jefe de una tribu bárbara al que matan a su família y a todo su pueblo.
-Hasta ahí, como siempre. De hecho, me gusta mucho este principio. Solo hay que asegurarse de no pillar un chavalín enclenque como el español ese que hizo de Conan niño.
-Tranqui, hombre. ¿Qué es lo que no pillas, entonces?
-Vamos a ver, Marcus. Hay una especie de máscara que da superpoderes a quien la lleve, ¿no? Una máscara hecha con los cráneos de reyes muertos. Y está desperdigada y hay un pavo muy malo que está jutando los trozos.
-Sí. Como el señor de los anillos pero con osamenta.
-Vale. Y la tiene Hellboy escondida en su choza.
-Ahá.
-Y Hellboy es mi padre.
-Correcto.
-El malo coge el cacho que le falta y mata a todo el mundo menos a mi. ¿Por qué no se convierte en un Dios, entonces?
-Porque le falta la sangre pura de una chica.
-¡Pero si está plagado de tías! Ya sabes: buenas tetas, cinturita maja.
-Sí, ya, pero tiene que ser una en especial. Una que está escondida en un monasterio muy lejano.
-Muy escondida. El malo tarda veinte años en encontrarla. Veinte años cargando con una máscara que no sirve de nada.
-Bueno, es que así tu personaje crece físicamente. Si la hubiera encontrado de buenas a primeras, la peli de Conan sería la de un crío luchando contra enemigos temibles.
-Como Solo en casa.
-Algo así.
-Ya. Pero Conan sí encuentra a la chica. La encuentra en menos de cinco minutos.
-Claro, es que si no no habría conflicto.
-¿Pero qué conflicto ni qué bárbaro muerto? ¡Si Conan no sufre en toda la peli! Todo le sale bien, todo el mundo le sigue, mata sin problemas y cuando no se le ocurre nada qué decir da media vuelta y se larga. Que se nota que los guionistas no saben hacer un diálogo de más de dos líneas!
-Que no, mama, que no.
-¿Marcus?
-Sí, espera. Que no, mama, que no quiero salir a jugar a la calle. Que yo estoy bien en mi habitación... No te preocupes... vaaaaale... luego, sí... déjame que acabe de hablar con mi amigo primero... que no es mormón, que no me va a comer el cerebro.
-...
-Jason.
-Aquí estoy.
-¿Qué decías?
-Que el guión es malo. Que se ve venir todo a la legua. Y que los personajes no tienen sentido.
-¿Cómo que no tienen sentido?
-El amigo negro de Conan. ¿Quién es? ¿De donde sale? Joder, que dice que conoció a Conan cuando robaba carteras. ¡Carteras! ¡En Cimmeria! ¿Y el negro que hacía? ¿Asaltar bancos? ¿Pirateaba discos?
-Cómo te pones, Jason. Es solo el amigo negro de Conan. Se ríe con la boca muy abierta y sirve para salvarle de las situaciones de peligro que no sabemos cómo terminar. No creo que el público se de cuenta.
-Hombre, Marcus. Que aparece con un barco a rescatar a los protagonistas cuando creías que estaban luchando en un desierto y resulta que hay un acantilado que da a la costa.
-El factor sorpresa.
-No. El factor sorpresa es ver a Conan a pie en una escena por el desierto e inmediatamente a caballo por un bosque.
-Eso no ocurre.
-Sí que ocurre. Mira: "Exterior, Dia, Desierto, Conan anda". Y la siguiente: "Exterior, Día, bosque, Conan a caballo".
-Cómo mola imaginarse a Conan a caballo, ¿eh?
-Claro que mola, Marcus. ¿Pero de dónde lo saca? ¿Hay un Seven Eleven de caballos en el bosque?
-No, bueno...
-Pero es que es todo así. Me cambio más de ropita que Lady Gaga en un concierto.
-Oye, Jason, ¿pero tú has leído algún tebeo de La Espada Salvaje de Conan? Es todo así, es todo pulp. No hay que buscarle más pies al gato. Disfruta de los escenarios, de los monstruos, de los malos sin nariz, de las mujeres...
-Hombre, mucho no podré disfrutar de las mujeres si solo me tragino a una.
-Ya, pero se parece a Elsa Pataky.
-No te digo que no, pero en el guión sale que le tiro la caña a todas y solo tengo una escena de sexo en medio del bosque.
-La haremos virginal, que se vea poco, como de softporn de Playboy.
-Peor aún. Puedo cortar cabezas, puedo amputar manos, puedo romper rodillas, puedo arrancar narices, pero no puedo beneficiarme a la prota como es debido.  
-...er... Lo de cortar cabezas lo haremos siempre fuera de plano, ¿eh? Que si, que alguna cabeza llevarás en las manos, pero no me gusta enseñar la decapitación en sí.
-¿Pero no soy un bárbaro?
-Tú sí, ¡pero yo no!
-Joder, Marcus. En Pathfinder estabas más suelto. Y ya no te digo en La matanza de Texas.
-Piensa que el tono pulp...
-Menuda excusa de mierda.
-¿Y qué me dices de la escena de los guerreros de arena, eh? ¿Qué me dices?
-Ahí sí, ahí te tengo que dar la razón. Está de puta madre.
-Lo ves, majadero. Mama, la leche caliente, por favor, que si no, hace grumos.
-Vale, eso te lo compro, pero ahí se te cae toda la peli abajo.
-¿Cómo?
-Mira: el malo con la máscara que busca la virgen que ya no es virgen porque me la he chuscado tiene una hija.
-Sí, una hija con el peinado raro y uñas de Freddy Krueger.
-Y poderes de bruja. Puede adivinar pensamientos, encontrar objetos escondidos, detectar enfermedades venereas solo catando la sangre... que eso es una guarrada, pero bueno. Y puede crear monstruos de arena con sus hechizos.
-Sí. Es mala con avarícia.
-Vale. Y el malvado de la máscara quiere la sangre de la virgen para resucitar a su mujer muerta, que tenía los mismos poderes.
-Sí.
-Los mismos poderes.
-Sí.
-Los mis-mos po-de-res.
-Sí.
-O sea que quiere convertirse en un Dios para volver a follarse a su mujer.
-Es un punto de vista.
-No es un punto de vista, Marcus. Es una tontería. No puedes perseguir a una virgen durante veinte años para convertirla en tu esposa muerta para que utilice unos poderes que tu hija ya tiene. Es estúpido.
-El amor más alla de la mue...
-Mis cojones en samfaina, Marcus. El tipo se la lleva a una especie de Minas de Moria y la encadena a una rueda pendiente de un acantilado para hacer un ritual que sabes que no acaban bien. Y espera, espera. Resulto que pillo a un ladronzuelo que sabe abrir cerraduras para que me meta en el castillo del malo, pero cuando me doy cuenta que no está allí, sino en la batcueva, ya han pasado quince minutos de película y ya queda menos para acabar, así que persigo al semiDios a su guarida.
-¿Tienes que ser tan sarcástico?
-Ya que la peli no tiene ni un gramo de humor, lo soy ahora. Además, no he terminado. Me enfrento al tío, que resulta que no necesitaba matar a la virgen, solo hacerle un rasguñito. Ha conseguido su objetivo. La sangre de la exvirgen ha tocado la máscara. Se pone la careta encima como si fuera un facehugger y lucho contra él.
-Sí, de eso no estoy muy convencido. He visto el diseño de la máscara y parece más un casco de los power rangers requemao que la corona de un Dios.
-Peor me lo pones. Porque aquí pone que lucho contra él de igual a igual. No tiene poderes. No tiene nada. Va diciendo que soy un Dios, que soy un Dios, bla bla bla, pero es un tipo viejo con una careta mala. Que en la de Milius el negro se convertía en una serpiente. ¡En una puta serpiente gigante!
-Tampoco hay que exagerar.
-Pero si el rubio de kárate kid fue más difícil de batir que a este palangana. ¿Y qué me dices del clímax?
-¿Qué clímax?
-¿Lo ves? No hay clímax!
-Hombre, Jason, te lo pules con una técnica que te enseñó tu padre de joven.
-Sí, como al resto de personajes de la peli. ¿Pero no ves que si no tengo ningún obstáculo no hay interés? ¿No ves que me sale todo bien a la primera?
-Sí, ya voy, mama.
-¿Marcus?
-Oye, que te tengo que dejar.
-Vale, pero prométeme que te mirarás el guión y rectificarás algo.
-Lo miraré.
-Prométemelo.
-No, en serio, que me tengo que ir.
-Vale. Nos vemos en el set, ¿cuando?
-El martes, que el lunes tengo que ir con mi madre al ginecólogo.
-De acuerdo. Pero mírate eso.
-Sí, sí. Nos vemos.
-Venga, taluego.
-Sí. Joder, mama, que estoy hablando por teléf...
-Ains.



Sunday, May 01, 2011

Thor, de Kenneth Brannagh


Quizá es problema mío, pero si te pones a inventar todo un mundo, que tenga una lógica interna, una coherencia.
Asgaard, el planeta de donde viene Thor, refugio de los Dioses nórdicos.
Vale.
¿Cuál es su principal actividad económica? Quiero decir: ¿se basan en la agricultura? ¿en la exportación? ¿tienen turismo?
Todos esos rascacielos ultramodernos que dejan a Gaudí a la altura de un bebé con un Lego. ¿Quién trabaja en ellos? ¿Existe una Seguros El Valhalla en la planta 32? ¿Hay un botones en la recepción del hotel? ¿Hay hoteles en Asgaard?

Porque vemos un mundo maravilloso con puentes que brillan, cenas frugales y estrellas a la luz del día, con seres inmortales que llevan existiendo miles de años (y que se reproducen y tienen hijos). Pero no sabemos si hay funcionarios, si hacen censos, si tienen esclavos o les va el comunismo, si existen planes quinquenales o el cultivan sus tierras con barbecho. Ni siquiera vemos sus tierras, más que unas lejanas montañas nevadas. ¿Esquían, en Asgaard? ¿O todo son nobles tratando asuntos de nobles durante toda la eternidad?



Hay otro planeta, el de los gigantes azules del frío o yo que sé. Está repleto de gigantes azules y hace mucho frío. El caso es que por lo visto están muy en guerra con los vikíngos. Una guerra como muy fuerte, muy intensa, muy de odiarse porque sí, que diría Miguel Noguera. Los nórdicos les ganan en un prólogo larguísimo e interminable (algo que ya vimos en El señor de los anillos, pero con Sauron y con más gracia) y les dejan allí, en plan derrotados. ¿Y qué hacen los gigantes azules? Lo dejan todo tal cual quedó en la derrota. Ni reconstruyen ni nada. Piedra sobre piedra, todo hecho un cisco. No se conjuran para recuperarse. No valen nada como civilización: aceptan vivir entre ruinas y sin un techo, con el frío que hace a la intemperie en ese planeta. Miles de años. Sin tele. Sin twitter. Sin una fogata. Incluso tienen un animal gigante, como un Balrog de la nieves, en la sección de ultramarinos. Lo tienen allí, congelado, en carbonita, por los siglos de los siglos. Solo los despiertan cuando los nórdicos vuelven al planeta a molestar. A esa Mallorca antártica dejada de la mano de Dios. De Anthony Hopkins en el papel de Dios.



Y claro, uno se pasa toda la película pensando en esa falta de coherencia interna. Porque el argumento no tiene más. Sabes dónde empieza y dónde acaba, quienes van a ser los malos y quienes los buenos. Y tanto da porque no hay lugar para la sorpresa, solo para el bostezo.

Porque la historia, en resumidas cuentas, es que hay un pueblecito de Nuevo Méjico donde cae un extraterrestre que quiere volver a casa. Que se tira toda la película diciendo mi casa, mi casa. Pero que en lugar de un bicho de un metro de altura de color de heces es un vikíngo rubio y cachas. Y no lo recoge un niño aficionado al ciclismo, sino una chica con un doctorado por la astrofísica. Pero al extraterrestre también le brilla una extremidad cuando se acerca a su anfitriona, aunque no lo veamos en pantalla porque ya no sería una película apta para todos los públicos.



Y representa que nos tiene que importar que:

a) un hombre de hojalata de 15 metros de altura destruya ese pueblo de Nuevo Méjico. Ese pueblo de dos mil habitantes (como se lee en un cartel) pero que cuenta con apenas una veintena de casas. Que tiene una densidad muy alta de población ahí, hacinada en medio del desierto. Mucho borracho y mucho redneck. Mucha endogamia. Pues Thor les tiene que salvar. Y nosotros debemos sentir empatía.
b) El planeta frío. Porque puede correr la misma suerte que Alderaán. Y Alderaán era el planeta natal de la princesa Leia. Lleno de gente alegre y pacífica, que no le había hecho nada al Imperio. Y se lo petaron sin concederle la gracia al espectador, sin que pudiéramos advertirles. Y en cambio tenemos que pasarnos un buen rato de metraje sufriendo por el destino de los gigantes azules. No. Por ahí no paso. 

Y el tema de los amigos de Thor. Esa banda de vividores del Valhalla. ¿Qué son? ¿A qué dedican su tiempo en Asgaard? ¿Por qué son tan paródicos? ¿Por qué parecen Power Rangers del medievo? Y quizá lo que me ha estado carcomiendo más durante todo el rato: ¿un chino? ¿un Dios nórdico chino con acento chino? Un Dios Nórdico immigrante que lleva miles de años viviendo entre ellos y aún no ha perdido el acento? ¿immigrante de dónde? ¿existe una China en Asgaard? ¿está comprando toda la deuda de un sistema económico basado en la supremacía superheroica pero que no se aguanta por ningún lado?



Claro que venden el nombre de Kenneth Brannagh y ya parece que hablemos del hijo de Shakespeare (leyendo la prensa sobre Thor, se diría que Brannagh es más Shakespeare que Shakespeare), y que esto vaya a ser una tragedia profunda, la caída de los Reyes Dioses. Y es quizá de lo peor que ha hecho la Marvel hasta el momento. Que no es un bodrio como aquella Elektra de Jennifer Gardner (worst superhero movie ever). Pero me ha aburrido muchísimo.

Claro que tampoco me hagan mucho caso. Nunca he sido un gran fan de Thor, y tenía mucha hambre en el cine mientras veía la película. Lo que me ha llevado a pensar: ¿tienen restaurantes, en Asgaard? ¿Y cines? ¿cuál es su star system? ¿los blockbusters de los Dioses Nórdicos van sobre gente normal, gente sin superpoderes?

Monday, February 01, 2010

Solomon Kane, de Michael J. Bassett

Solomon Kane alatristea en su ritmo al pecar de querer contar muchas historias con un débil hilo argumental. Así, se crean algunos inicios (buenos), nudos (correctos) y desenlaces (de toda clase) que, si bien como webisodios darían el pego, al hallarse reunidos en un largometraje solo dan la sensación de coitus interruptus constante, de estar subiendo hacia un clímax que se precipita de golpe para iniciarse otra historia.
Así no hay manera de entrar en la peli, ni aún cuando a la hora de proyección el (super)héroe compone su traje típico (el de peregrino que copió el Van Helsing de Sommers) y parece que la cosa va a más. Y no.
Una lástima que el verdadero Solomon Kane, el cabrón que lucha en África contra pigmeos caníbales y rescata a princesas de pechos voluptuosos (y que aparece en el prólogo con toda una declaración de intenciones: "aquí el único demonio soy yo") se quede en África.
No quiero ver al Kane que quiere resarcirse y que busca la paz en Inglaterra. No he pagado la entrada para ver como durante hora y veinte el tipo que antes fue un gran luchador se niega a combatir y se deja tundar por cuatro skin-heads del siglo XVII.
Acertada la decisión de fichar a James Purefoy, un Hugh Jackman tras veinte años en la cárcel.
Sobre la parte final, un par de apuntes:
Vale que el guión no es lo más importante en este tipo de films. Pero se podrían cuidar los detalles. Así, si Kane lleva diez minutos diciendo que se ha criado en el castillo que quieren asaltar y que sabe como entrar sin hacerlo por la puerta, lo que NO debes hacer es: que entre por una cloaca que los deja a un metro de la puerta (la sensación en el cine era que estaba viendo un remake de Top Secret) y cuando diga en voz alta "yo crecí aquí", que nadie le responda "¿tú has vivido aquí?", porque no parece serio.
Y si no tienes dinero para efectos por ordenador y te está quedando la peli la mar de apañada con cuatro prostéticos, maquillaje y látex a tutiplén (que es uno de los logros de la peli y consigue crear una atmósfera barroca, densa y sucia), si no tienes dinero, digo, no lo inviertas en el peor monstruo creado por cgi que se haya visto en pantalla en mucho tiempo. Un Spore malhecho, que no aporta nada, y al que le faltan un par de renders para dejar de parecer un garabato digital que se queda colgado cada vez que hace un movimiento.
Por lo demás, la peli se deja ver un sábado por la tarde. Lo que no es poco.

Monday, December 21, 2009

Avatar, de James Cameron

Quizás a estas alturas ya habeis leído u oído muchas opiniones sobre Avatar. Desde críticas más pormenorizadas a comentarios de algún compañero de trabajo.

Incluso puede que hayais visto la película.

Así que no os voy a dar el coñazo. No voy a repasar la carrera de Cameron (que sería algo estúpido) ni voy a dedicarle unas cuantas líneas definiéndolo como un director clasicista en la vanguardia de la tecnología.

Porque tres horas de película impecablemente facturada me han dejado frío.

Técnicamente, Avatar es perfecta. En ningún momento te da la sensación de estar viendo efectos especiales, sino algo real. Ese es su gran (muy gran, por lo que representa en salto cualitativo en el cine) logro. Puede que no tan visible como lo fue el T1000 de T2, pero seguramente un avance notable en los fx.

Argumentalmente, Avatar es un churro. Una plantilla de word. No es solo que hayamos visto mil y una veces la película (como tantas y tantas otras, porque al fin y al cabo no hay nada nuevo bajo el sol, tan solo la forma de contarlo), es que uno podría jugar a adelantarse a los diálogos y las escenas, propias del esfuerzo creativo de un niño de cuatro años. Teniendo en cuenta que Avatar lleva doce en producción, temo por el estado psiquiátrico de ese chiquillo.


Sin ser ofensiva (peor eran La Cagalera de Cristal o La Nenaza Fantasma, del desquiciado Lucas), con destellos de alguien que sabe hacer cine, Avatar produce al principio curiosidad, después resignación y finalmente cierta vergüenza ajena al reconocer los tics new age que pensábamos que Cameron había desterrado con Abyss, aquí elevados hasta la incredulidad, con momentos a la altura de las fiestas Ewok de El retorno del Jedi (quizá algunos de los momentos más bochornosos de la historia del cine).

La banda sonora de James Horner provoca estupor. Y punto.

No lo he pasado mal viendo Avatar, ojo. Me ha entretenido. Con todos sus peros. Con todo lo kitsch que sabe llegar a ser. Y tiene escenas de un kitsch empalagador.

Y ahora, algunas comparaciones y sumas graciosas que podeis twittear citando la fuente y recomendando mis novelas:

  • Pocahontas + Los Pitufos + Un tienda de los chinos = Avatar
  • Avatar tiene la originalidad, la estética y la alegria en los colores de un catálogo del Toys'r Us.
  • Bailando con Lobos + El retorno del Jedi + Ibrahimovic cianótico = Avatar
  • Avatar es un especial de Navidad de Los Pitufos.
  • Q-Zar + Happy Meal + Greenpeace = Avatar




PS. Ah, por mi ya pueden parar de proyectar films en 3d. Ya vale con la gracia. Aunque sea, junto a UP, la película que más ha sabido aprovecharlo hasta el momento, no es que me aporte mucho, la verdad.
PS2. Disculpen la dilatación entre post y post. Estoy terminado mi nueva novela y debo robarle tiempo al blog.

Saturday, August 08, 2009

Up, de Pete Docter (pero de Pixar en general, para qué engañarnos)


No me andaré por las ramas ni me subiré en una casa atada a globos.
Que Pixar había alcanzado cotas técnicas elevadísimas era algo que ya sabíamos de antemano. Que Wall-E era una disección magistral de los sentimientos más inocentes quedó patente el año pasado.



¿Qué podía aportar la historia de un anciano que se embarca en un viaje con su casa atada a un puñado de globos?
Up es un dardo en el alma. La aventura soñada.
Divida en dos secciones claramente diferenciadas (como en Wall-E, en lo que empieza a ser un sello propio de plantear dos películas diferentes en una), Up envuelve al espectador de principio a fin.
Es imposible no emocionarse con esos primeros quince minutos, una lección de cómo hacer CINE con mayúsculas. Pete Docter y los chicos de Pixar se permiten el lujo de narrar la vida de alguien desde la infancia hasta la vejez con pocas palabras y concisión de imágenes. En diez minutos, la película te ha robado el corazón. Pero esos minutos no oscurecen el resto del metraje, sino al contrario, lo hacen más grande, bigger than life, inmenso y emocionante.



Prefiero no desvelar mucho sobre el argumento, que incluye perros parlanchines y pájaros esmuñidizos (una suerte de Correcaminos que el Coyote lleva años intentando cazar). La fotografía es soberbia, cuando no hipnótica, y el uso de la maravillosa banda sonora de Giachino es ejemplar.
Up nos sube al zeppelín Spirit of Adventure y nos anima a acompañarles en este periplo a los sueños. Reiremos con los canes, sufriremos vértigo en las alas de un aeroplano y lucharemos con espadas junto a Kirk Douglas y Spencer Tracy.
Pero recordad: los sueños solo son la meta. La aventura es vivir el camino hasta llegar a ellos.



Los de Pixar parece que han encontrado el sendero a seguir.
Yo pienso acompañarles, ocultando las lágrimas de emoción tras las gafas 3D en la oscuridad del cine, cogiendo de la mano a mi pareja y sintiéndome afortunado.

Thursday, February 12, 2009

El curioso caso de Benjamin Button, de David Fincher


Fabricar una película para ganar muchos óscars no es malo de per se. Es lícito, de hecho. Lo que debe exigírsele a ese film es que, al menos, no se le noten los trucos.

Y El curioso caso de Benjamin Button es un libro abierto sobre cómo realizar una película oscarizable, a saber:

  • Personaje central que convierte su defecto en virtud.
  • Historia bigger than life.
  • Relación tormentosa pero duradera.
  • Corte de personajes secundarios curiosos cuyas vidas cambian por acción del protagonista.
  • Pasajes épicos.
  • Tramos intimistas.
  • Fotografía y efectos especiales deslumbrantes.
  • Una escena de guerra que demuestra el heroísmo del protagonista.

Como el relato de Scott Fitzgerald en el que se basa es demasiado corto, los productores contrataron a Eric Roth, el guionista de Forest Gump, para que cumpliera con su cometido. Roth, ni corto ni perezoso, debió abrir el word y le salió el dichoso clip: “Parece que está escribiendo una película oscarizable!”. Y de allí a usar la plantilla de la peli de Zemeckis solo hay un click.

La parte positiva del film es que se tratan de tres horas que pasan en un suspiro. La proyección no aburre, y contiene escenas que podrían tildar de “bonitas”. A Fincher se le ve poco o muy poco, con una dirección sobria, sin grandes estridencias pero en la que cuesta reconocer algunos de sus rasgos de estilo. Narrada como un cuento de hadas en su primera (y magnífica) primera hora, la película se va deshinchando poco a poco una vez superamos la fase de vejez prematura de Benjamín, y nos estancamos en esa especie de edad adulta de madurito guay.




Todo el tema del niño que crece entre ancianos como otro viejuno más es lo mejor de la cinta, junto a la parte de la segunda guerra mundial y la relación de Button con la mujer casada interpretada por Tilda Swinton. A decir verdad, la química entre estos dos es muy superior a la que pueda existir entre Brad Pitt y Cate Blanchet. Porque... ¿tiene Blanchet química con alguien en la gran pantalla?

Pitt está bien, sobretodo en esa caracterización de viejo (¡por fin una creíble!), más que cuando se aproxima a la juventud de tercera edad (aunque creo que hay un par de décadas en las que no cambia su aspecto en absoluto). Blanchet es fría y lleva su personaje al terreno donde los lleva todos: a la desconexión con la platea.

Pero todo lo que se pueda ganar con lo que tiene de bueno el film se pierde en su infinita previsibilidad, que lo convierte en un producto prefabricado de laboratorio, emociones plastificadas al más puro estilo Edward Zwick y sus películas de fotoprix. Los diálogos acumulan un montón de convenciones, con frases ridículas y a menudo vergonzantes (que le digan “eres perfecto” en un susurro a Brad Pitt no puede sino despertar la carcajada del respetable); los personajes secundarios están vacíos, poco definidos y no se ven en absoluto influenciados por Button; los intentos de dramatismo (como el final del capitán) son una mera excusa para colar moralejas carrinclonas; y así tres horas.

Puedes adivinar qué va a ocurrir en cada escena, quien va a hacer qué, y qué consecuencias traerá. Y no solo porque lo hayamos visto en Forest Gump (que ya lo vimos, cambiando el SIDA por una rodilla rota y un capitán de Vietnam por un Capitán de la Segunda Guerra Mundial), sino porque a la película se le ve el plumero. Button es el hermano bastardo y anónimo de Gump. Donde allí había comedia (esos encontronazos con la historia), aquí solo hay trascendencia.

Solo hay una escena que me desconcertó: el cortometraje ameliesco que sucede en París. No me lo esperaba, y resultó ser un pegote sin ningún tipo de solución de continuidad con el tono del film, algo tan absurdo como que a alguien se ocurriría: “ya que estamos en París, “hagámoslo a la Amelie!”. ¿Por qué?

¿Y ese lucir tipo jamesdeanesco sobre una Harley? ¿Y esos descartes de la vida de Brad Pitt durante el rodaje de Siete años en el Tíbet, amortizados aquí para verlo viajar por Oriente? ¿y ese momento a cien cañones por banda?

Fincher, esto es solo un tropezón en una carrera más que estimable. Y más viniendo de donde vienes, la que quizá sea la mejor película de lo que llevamos de década, Zodiac. Pero es que El curioso caso de Benjamín Button se queda en un intento de agradar a la Academia, y poco más. Hora y media menos de metraje y la hubiera disfrutado (¿es necesario el dramón sobremesero del último tercio?), pero entonces quizá los productores no hubieran tenido la enésima gran película americana... con un epílogo que podría firmar cualquier comercial de Benetton.



Postdata: me olvidaba de la historia en el presente con la hija leyéndole el diario de Button a su madre, enferma terminal en un hospital al que se aproxima un huracán. Pues eso. Me olvidaba. Por algo será.

Sunday, December 28, 2008

The Spirit, de Frank Miller


La perfecta mixtura de narrativas de The Spirit da como resultado uno de los mejores films, sino del año, sí de la década. Miller consigue con The Spirit sobrecogernos con su relato negro y rasposo, plagado de escondrijos donde late el buen cine, para darnos una lección no tan solo sobre el séptimo arte, sino sobre la vida y la muerte en general. ¿Qué es The Spirit sino una alegoría sobre nuestras metas vitales incluso más allá de la visita de la Parca? ¿No es La Ciudad una metáfora de nuestro desangelado mundo moderno? ¿No es el reflejo de una burocracia paralizante que se ve rota por las emociones de un ser de ultratumba que rasga el cielo nevado con improntas de color? The Spirit es eso y mucho más. Un film digno de un Orson Welles hasta las cejas de LSD.

Feliz Día de los Inocentes, pues.

Al trapo.


-Will... Will... ¿Estás ahí?

-...

-¿Will?

-Frank, déjalo. Está muerto.

-Lo he hecho antes, Robert. Te lo juro.

-Tengo la vista quemada de tanto mirar a las velas, y el terciopelo negro de la mesa me da corriente estática. Will no va a aparecer, Frank.

-Cuando estuve con los indios contacté con mis ancestros.

-Sí, pero eso era por el peyote, Frank. Will Eisner no vendrá hoy.

-Te digo que vendrá.
-Yo me largo.

-¿Y mi proyecto?

-Tú lo has dicho: tu proyecto. Yo paso. Con Sin City nos salió la cosa bien. Con Grindhouse la cagué. No vuelvo a meterme en camisas de once varas.

-¿No lo entiendes, Robert? The Spirit puede ser Sin City 2

-Ya estamos haciendo Sin City 2, Frank.

-Bueno, pero puede ser Sin City 2 antes de Sin City 2.

-Va a ser un castañazo, que te lo digo yo. No se debe tentar a la suerte.

-La suerte está de nuestra parte.

-Claro, mira lo que pasó con Spy Kids. Hice un mierdo así de grande y triunfó. Y luego versiones y reversiones y segunda y tercera partes, para aprovechar la buena suerte. Ni para los muñecos del happy meal la querían, al final.

-¿Will?

-Frank, que estás pesao... Que Sin City no es The Spirit. Que son mundos diferentes. Además tu comic ya tenía esos juegos de luces y contrastes. Eisner era más abigarrado y más dinámico. Mucho más dinámico.

-Por eso quiero hablar con él. Que me muestre el camino.

-¿Tu no me escuchas cuando hablo, verdad?

-Will, únete a nosotros...

-Lo que te dieron los indios te ha dejado secuelas, Frank.

-Secuelas. ¡Secuelas! Si podemos hacer la trilogía de Sin City y construir una saga con The Spirit ya nos retiramos. Mira Batman: me copian el Dark Knight y se hacen de oro. Yo tambien quiero una parte dels pastel.

-Un pastel es lo que va a salir como sigas con la idea de hacer esta peli. Que te he visto algunos story boards y no sirven ni como reposavasos.

-¡Qué sabrás tú de novela gráfica!

-¡Qué sabrás tú de cine! Que en el rodaje de Sin City solo te dedicabas a magrear a Jessica Alba.

-Era mi personaje.

-Una guarrada es lo que era. Que parecías un perturbado. Haz como yo, joder. Fílmalas de forma bonita, erótica, como a Salma en Abierto hasta el amanecer. Que no se note que lo haces para pajearte.

-Vale, vale. Lo haré.

-¿A quién tienes para el reparto femenino?

-A Jaime King, Eva Mendes, Scarlett Johanson...

-¡Toma ya! ¿Y quieres hacer The Spirit? Rueda una hora y media con estas chicas paseando por delante de la cámara y lo petas.

-No creas que no lo he pensado. Pero la historia es lo primero.

-No me jodas. Con todas esas tiparracas en pantalla nadie se va a fijar en la historia.

-Quiero contar algo. Quiero ser trascendente.

-Trasciende, a ver.

-Mira: la historia de Spirit. La del poli que es asesinado y vuelve a la vida de forma inmortal.

-Ajá. Como Robocop.

-No, no. Como El Cuervo.

-Pero ese no era un poli. Ese era un Charles Bronson gótico con rimmel en los ojos.

-Pero saltaba de edificio en edificio, por los tejados, en una ciudad oscura.

-Vale, te compro la moto. ¿Qué más?

-¿Cómo que qué más?

-Con eso llenas el prólogo. ¿Qué viene luego?

-Bueno... es lo que quería preguntar a Will...

-O sea que no tienes nada.

-Un poli resucitado.

-Y un puñado de tías buenas.

-Sí.

-Y muchos lápices de colores.

-No. Solo rojo y negro, por el rollo de ser anarquista e ir por libre y eso.

-Frank.

-¿Qué?

-Déjalo. Va a ser una mierda. Y te lo dice alguien que no sabe nunca cuando parar.

-Tengo a Samuel L. Jackson.

-Y quién no...

-¿Por qué dices eso?

-Porque Samu se apunta a un bombardeo. Mierda que se rueda, mierda en que actúa.

-Pues no es barato.

-¿Y de qué hará? ¿De poli duro y socarrón o de caballero galáctico duro y socarrón?

-De malo duro y sensible con los ojos pintarrujeados.

-Eso no se coge por ningún lado.

-Mira, tengo algunas pruebas de vestuario suyas. Aquí... y aquí...

-¿Pero qué mierdas es esto?

-¿A qué te refieres? ¿Al sombrero gigante o al disfraz de nazi de segunda mano?

-¡Me refiero a esta estética salida de Rocky y Bullwinkle!

-¿Lo qué?

-La farsa esa con la que engañaron a DeNiro. El principio del fin, el advenimiento del apocalipsis.

-¿No te gusta la ropa?

-(Sput sput)

-Tampoco es necesario escupir, Robert. Que el fotoprix no es barato y son las únicas que fotos que tengo.

-Ahora ya es definitivo, Frank. Yo no me meto en esto.

-Vale, vale. No te pongas así.

-Frank, tío, que esto no va a ningún lado. No tienes historia, no tienes nada.

-Haré que The Spirit vaya a la caza de Octopus.

-¿De quién?

-Octopus: Samuel L. Jackson.

-Con ese gorro.

-Sí. Voy a detener a Octopus, dirá, con semblante serio, al inicio del film.

-Vale. Pero no lo encontrará hasta el final.

-Uy, no. En la primera escena ya se enfrentará a él.

-Vaya. Tiene que ser algo trágico, épico, para poder mantener el ritmo. ¿Qué tienes pensado? Algo como la lucha entre Obi Wan y Darth Vader en la Estrella de la Muerte?

-No, no. Ahí voy a innovar. He estado viendo mucho cine español últimamente.

-¿Cine español? ¿Amenábar? ¿Almodóvar? ¿Fresnadillo?

-¿Has visto Mortadelo y Filemón?

-No.

-Ese es el camino a seguir, Robert. Lo veo. El comic toma el cine. Voy a adaptar The Spirit como se adaptó Mortadelo y Filemón.

-¿Era buena?

-Buenísima. Unas hostias como panes.

-Vale. Entonces tenemos al héroe... ¿quién es el héroe?

-Gabriel Macht.

-¿Quién?

-Gabriel Macht. Salía en Sensación de vivir.

-Te has dejado todo el dinero en actrices, ¿verdad?

-Son más resultonas en pantalla.

-Pajillero.

-Si uno no hace lo que le gusta...

-Venga, tenemos al héroe enfrentado a Octopus. ¿por qué?

-¿Cómo que por qué?

-¿Cual es su motivación?

-¿Will? ¿Will?

-Will no va a venir, Frank. Deberás responder tú a esa pregunta.

-Pues... pues Octopus era un forense loco que hacía experimentos y resucitó al poli muerto y siguió haciendo experimentos. Y ahora el poli y el forense son inmortales.

-¿Y?

-Y ya está. The Spirit quiere detener a Octopus.

-Un forense que se vuelve villano crea a un héroe inmortal.

-Y los secuaces del villano perseguirán al héroe para matarlo.

-Al inmortal.

-Sí, pero como son clones gordos y estúpidos no se dan cuenta que es imposible y siempre fracasan.

-Y Octopus es el único sensato.

-No. Octopus es un villano de perfil bajo. Muy chillón, con trajes de mafioso barato y el logo de Catalunya Radio tatuado en la nuca. Scarlett Johanson es su ayudante.

-Scarlett como dominatrix.

-No exactamente. Aún no sé muy bien como definir su personaje. Supongo que saldrá siempre como muy misteriosa.

-Enseñarás el escote, al menos.

-Sí, pero tampoco mucho, que la Mendes se pone celosa.

-Eres consciente que hay ciertas lagunas en el argumento.

-Bueno, se rellena. Pongo algo mitológico, que siempre queda muy alegórico.

-Mitológico.

-Sí, yo qué sé. La sangre de Heracles. Que si se la beben se vuelven inmortales.

-¿Pero no eran inmortales ya?

-Sí, pero eran inmortales como de ETT. Con la sangre de Heracles lo serán de contrato indefinido.

-Muy lógico, sí.

-Y tambien pondré algunos flashbacks muy largos y tediosos.

-Eso siempre apesta, bien hecho.

-¿Te ríes de mi?

-¿Quién, yo? No, no. Aún no. ¿Y también le piensas poner voz en off, como en Sin City?

-Sí, pero solo a ratos.

-Porque mucho molesta, ¿no?

-Sí. Cuando no tenga otro recurso la usaré. Pero bueno, que a malas hago que muchas escenas pasen fuera de plano y todo queda como muy intuido.

-Muy inteligente, Frank.

-¿Por qué te pones la chaqueta, Robert? Si no hace frío.

-Náh, que me he acordado que tengo que ir a hacer unos recados.

-Espera, espera, ¡que aún no te he hablado de Paz Vega!

-¿De quién?

-Que ya te he dicho que he estado viendo mucho cine español, Robert.

-¿Quién coño es Paz Vega?

-La que hizo Spanglish.

-Carrerón, vaya.

-Sí. Nos ha costado cuatro duros y tiene unas abdominales brutales. Además, se acaba de poner tetas y se le ha ido la mano. Tendrías que verla.

-Abdominales y tetas. No puedo negar que como currículum pinta bien.

-Sí. Y cuando veas el papel que le tengo reservado...

-¿No tienes fotos de esta?

-Están pegajosas.

-Vale. No sigas. ¿De qué hará?

-Será una bailarina francesa exótica experta en el uso del sable.

-O sea que saldrá en bikini.

-¡Sí!

-Frank, si quieres un consejo, haz que las tías enseñen mucha pechuga.

-Eso está hecho, Robert.

-¿Harás tú el guión, al final?

-Pues supongo que sí, porque si Will no viene...

-Si Will ha oido esto, te aseguro que no vendrá.

-Esta tarde mismo haré el guión. Tampoco es tan difícil, ¡que soy un tótem del cómic, joder! Puedo escribir muchas frases pretenciosas y vacías para rellenar minutos.

-Te creo, Frank. Oye, en serio, que me tengo que ir. Que me cierran el videoclub y quiero alquilar Dick Tracy, que tampoco estaba tan mal.

-Yo me quedo un rato más, para ver si viene Will.

-Frank.

-¿Sí?

-¿Tú sabes lo que es la vergüenza ajena?

-Más o menos.

-Que pases un buen día, Frank.

-Gracias, Robert. Quedamos para lo de Sin City 2, ¿no?

-Si de caso ya te llamo yo.

-Vale, vale.

-Adiós.

-¿Will? ¿Will?


Sunday, September 14, 2008

Hellboy II, de Guillermo del Toro


Pues parece confirmarse poquito a poco que Guillermo del Toro es un poco como Tim Burton, con sus cosas buenas y sus cosas malas.

  • Las cosas buenas ya las sabemos más que de sobras: ese perfeccionismo visual, ese universo propio reconocible en cualquier fotograma de sus films, ese toque personal.
  • Las malas, que se olvida de detallitos tan insignificantes como el ritmo narrativo o un argumento interesante.

Así que Hellboy II parece más un espléndido catálogo de monstruos que una película de cine. Y eso, personalmente, me aburre.

La historia (mucho menos Mignola que la primera parte), parece una versión ampliada de El laberinto del Fauno, hasta tal punto que esperava ver salir a Sergi López vestido de facha para enfrentarse a Rojo en cualquier momento (apreciese la minuciosa elección de términos para construir una metáfora que Del Toro ni siquiera habrá imaginado). La trama, un príncipe de los elfos sin carisma decide que es hora de combatir a los humanos, y Hellboy deberá impedirlo, a la vez que intentará que su relación con Liz avance. Ya está. Dos horas y pico para eso. Monstruo tras monstruo tras monstruo, la historia no va a ningún lado que no sepamos que irá de antemano. Plantas antropomórficas gigantes, mercados subterráneos que parecen el consulado de Mos Eisley, ángeles de mil ojos, rocas vivientes, bichejos carnívoros, enanos sin piernas... van desfilando para empachar al espectador. Los diseños son magistrales, sí, pero a la media hora ya estás deseando que vayan al grano. Los films de Del Toro me dejan cada vez más frío, y me cuesta empatizar con sus protagonistas.

Los diálogos en Hellboy II son superficiales, tontos o infantiles, y el montaje parece hecho a trompicones. No es una mala película, es una película aburrida y totalmente desaprovechada. Sobre las peleas, si visteis Blade II, pues son un calco.

Si a eso le añadimos que algunos de los personajes tienen un lamentable doblaje al castellano (Santiago Segura como Krauss, el moreno de Cruz y Raya como Abe, y solo se salva Buenafuente como uno del que no recuerdo el nombre), la experiencia a veces se convierte en desagradable.

Guillermo del Toro, por libre, tiene el poder de perderse. A veces sería deseable que un productor le atara corto y le hiciera ceñirse a un estilo más clásico (como Mimic, o El espinazo del diablo), aunque ello significara acotar un universo que amenaza de desbordarse.


Por cierto, el ejército dorado del título es un bluff.

Thursday, May 22, 2008

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal, de Steven Spielberg

¿O es de George Lucas...?


Seleccionad después de los asteriscos para leer los spoilers:

Salgo del cine y voy al baño, dándole vueltas a lo que acabo de ver: la cuarta entrega de Indiana Jones, después de prácticamente 20 años de la última. Intento convencerme que hay cosas positivas. Que no está tan mal, que yo tenía demasiadas expectativas y que eso nunca es bueno. En los aseos hay tres freaks de mi generación, que planean montar un comando para asaltar el rancho Skywalker e ingresar a Lucas y Spielberg en un geriátrico, antes que perpreten más daño. Definitivamente, creo que mi opinión va a ir a peor a medida que pasen las horas.

No creo que sea justo dilatar una espera 20 años para esto. Recuerdo haber visto el Templo Maldito en el Palacio Balaña de chiquitillo, y La última cruzada en una sala de Gracia que creo que ya no existe. Ha caído mucho cine desde entonces, y cada poco se oían rumores de una nueva entrega de Indiana.
Está muy viejo, decían los detractores hace ya 15 años. Náh, Indy aguanta el tipo, defendía yo.

En estos años incluso publiqué una novela en homenaje al arqueólogo, Montecristo, ¡en la que salía hasta Bellocq!

Me pregunto cómo sería el guión de Darabont que Lucas rechazó después que Ford y Spielberg dieran el vistobueno. Se rumorea que hay algunos elementos de él en el film, pero que incluía nazis escondidos en el amazonas y un macguffin diferente. Por lo visto, Lucas quería otra excusa argumental, que es la que al fin se ha plasmado en la pantalla.

Creo que de Darabont queda el inicio. Ese primer episodio que nos mete de lleno en la guerra fría y la conspiranoia; ese pasado de Indy como héroe de guerra, ese ambiente agitado y febril que vibra con el rock'n roll
(*)Con la salvedad de los topos. ¿tienen algún significado freudiano? Eso sí, el inicio, con los títulos de crédito propios de la serie, y ese arranque en plan American Graffitti, es soberbio. . Sí, creo que de Darabont debe quedar ese fragmento que, aún siendo deliberadamente pulp, autoreferencial y paródico, es divertido. Te reencuentras con un viejo amigo, y le han pasado muchas cosas, pero hay otras que siguen igual. Y disfrutas al reconocerle. Sí, de Darabont queda eso, me imagino. Hay un pequeño homenaje a Connery y tres a Denholm Elliott, y hay escenas de acción marca de la casa (*)La de la moto por la facultad está muy bien rodada, así como se agradecen las continuas referencias a la caza de brujas y demás..

Pero algunos tornillos del engranaje empiezan a fallar.

Indiana Jones nunca ha sido realista, ni lo ha pretendido, pero sí creo que ha intentado suponer un entretenimiento adulto que tambien pueden disfrutar los niños. En los primeros pasos de
La Calavera de Cristal hay algunas salidas de tono impropias de la serie. Vale, el universo Indy ha cambiado, ahora es más cómic y más serie B, y Spielberg exige fe. Pero yo puedo mantener mi fe en el Grial, en el caballero inmortal, en el templo subterráneo de lava en la India o en el poder del Arca. No puedo mantener mi fe en la hipérbole porque sí, porque hasta ahora el mundo del professor Jones no había sido así. (*)Si Jack Bauer se mete en una nevera y sale despedido a dos millas de distancia por el efecto de una explosión nuclear, me lo creo. Indy lo siento pero no. Por muy bien rodado que esté, que lo está, y por mucho que tenga uno de los planos más hermosos de la saga, con la silueta de Indy recortada contra la seta nuclear.

Y aquí es donde supongo que aparece Lucas y mete droja en el colacao de Spielberg, porque la película pasa a ser mediocre. Entretenida, sí, pero completamente indigna de la trilogía original. Otra amenaza fantasma.

El argumento del film pasa a ser una sucesión de eventos más o menos interesantes, pero sin ningún tipo de coherencia interna en el relato. El guión está lleno de lagunas inexplicables y escenas de acción que no se entienden
(*)¿Quienes son esos saltimbanquis del cementerio?, y el MacGuffin resulta hasta ofensivo.

Observemos: El Arca, mayestática, omnipotente, perfecta. Las piedras de Shankara, peligrosas, misteriosas, místicas. El Grial, el sueño de todo hombre. La calavera de cristal, un melón enorme de metacrilato que se venderá a 39,95$ en el Toys'r'us.

Al término del film: ¿alguien puede explicarme exactamente para qué sirve la calavera de cristal?

Si ni siquiera tiene melodía propia. Todos recordamos la melodía del grial, la del arca o la del templo. No he encontrado la del melón...

Pero eso no es lo peor.

Puedo aceptar que TODO se haya rodado en interiores, y que la selva amazónica sea tan real como un pesebre, si me lo venden como un tipo de rodaje de serie B que ya no se estila (y será por algo). Lo aceptaré, aunque lo discutiré: las otras tres tenían exteriores impresionantes y por eso nos gustaban, aquí todo sabe a Chuck Norris en En busca del templo del oro. De hecho, pensándolo ahora, el argumento es prácticamente el mismo. Lo que no puedo aceptar es tal cantidad de despropósitos en todo el fragmento de la jungla
(*)Aquí debería contenerme, porque puedo pasarme días escribiendo sobre las tonterías en el amazonas. El tarzaneo de Shia LaBeouf junto a un puñado de monos (sic), Marion e Indy discutiendo como niñatos, las autopistas del Bosque, todo llano y recto y sin peajes, que conducen a las tres cascadas.. La historia pierde toda credibilidad porque lo que ocurre es absurdo y tonto, más propio de Tex Avery que de Indiana Jones, y como espectador me siento dolido (*)Marion lanzando el coche por un barranco para aterrizar sobre la copa de un árbol y descender al río..



Estaría dispuesto a hacer la vista gorda a todo esto si Spielberg se hubiera dignado a incluir el elemento mágico de la trilogía: intensidad emocional.

Siempre habíamos viajado con Indy porque sufríamos con él, amábamos con él y nos traicionaban como a él. Era tan humano como nosotros. Ese final de la cruzada, cuando su padre le convence para que deje el cáliz, o cuando en el barco del arca perdida se queda dormido mientras Marion le besa. Incluso la despedida a la austríaca de la doctora Schneider nos llegaba al corazón.

Indiana Jones y el Reino de la Calavera de Cristal está vacía. Ninguno de los personajes tiene la más mínima química entre si, porque no son humanos. Son píxels de un videojuego que saltan de aquí para allá con cuatro lineas de diálogo en medio. Casi todas las frases son o innecesarias o ininteligibles, y no hay el menor atisbo de inteligencia en ellas. Los personajes nos dan igual. Y eso duele, porque Indiana Jones no nos da igual.

De hecho, incluso odiamos un poquito a Marion porque da grimilla verla dando gritos por la selva (que ya no tiene edad, señora). Y a Indy le daríamos un cachete para que espabilara y dejara de pasear.

En busca del cuentapasos perdido sería uno de los títulos para rebautizar este insulto cinematográfico. Indiana solo anda y anda y anda y se dedica a dar sermoncillos, pero de acción más bien poca (y la poca que hay, achacosa). Se comporta como el Henry Jones de Connery. Pero no queremos ver eso. Ya tuvimos un Henry Jones, ¡no queremos que Indiana sea igual! Creo que a Ford a veces le da hasta igual la película. Que se limita a cobrar y punto (*)Ahí está la escena en la que presuntamente es torturado a mirar el melón de metacrilato (lo que dice mucho también sobre lo que piensan los responsables del film sobre este engendro). Su cara es la de un tío al que le suda actuar.
.

No hay emoción, como tampoco hay suspense. Los espectadores vamos muy por delante de los personajes. Tanto, que estos acaban pareciendo tontos. Hay escenas de vergüenza ajena. Irina Spalko, la villana, es ridícula
(*)Cuando comparan la sombra del cráneo con las pinturas del templo de Chuck Norris y dicen oh, son iguales. ¡Claro! ¿Qué esperabais? ¿Para qué vais, sino? Y dicen que Spalko es científica, pero yo solo la veo dar órdenes en traje de mecánico y con una espada (que ya es algo más que ver a LaBeouf llorar cada dos por tres). O eso de las tres cascadas que vaticina el profesor Oxley (uno de los personajes más fraude de la saga, del que no sabíamos nada hasta hoy y ahora resulta que era el tutor de Indy, como si Abner no hubiera existido): son las cascadas menos emocionantes de la historia de las cascadas; ideadas para su próxima construcción en un parque de atracciones. Y la dirección de Spielberg es sosa y anónima, sin su sello. Ni el de Williams, que firma una de las composiciones más aburridas en años. Y no hablemos de Kamisnki, que sí o sí quería sobreexponer la iluminación.

Y la película termina en lo que nunca debió. Spielberg falta a su palabra (y de forma tan clamorosa que incluso podría ser denunciable) y llena de efectos digitales la pantalla. Indy se convierte en un remedo de
La momia (que a su vez era una copia rebajada en agua del arqueólogo), y el espectáculo happy meal patea el culo de los que crecimos y amamos esta serie (*)La parte de El Dorado es tan burda, tan incoherente y estúpida... Los apocalyptos son de un relleno espantoso, y duran cuatro minutos en pantalla (creo haber visto a Darth Maul entre ellos). La entrada al templo es cutre, y no tiene sentido que tengan que abrirlo a porrazos, o que se les escondan los peldaños. ¿por qué? ¿por qué? ¿por qué?. Y la mano de Lucas es alargada y putrefacta y destroza el universo Jones con sus masturbaciones megalomaníacas (*) No se conforma con negarnos a Abner Ravenwood. Tenía que meter naves espaciales y extraterrestres con síndrome de Diógenes. Lo que nos lleva a plantear: si tan listos y poderosos son los aliens, ¿cómo dejaron que un español analfabeto con armadura les arrancara la cabeza hace quinientos años? ¿qué sentido tiene ir a buscar a otro ET en el área 51, si luego no sirve para nada? ¿estará la mamá del pequeño Haley Joel Osment en El Dorado? ¿Y Richard Dreyfuss?
.



Como un servidor de ustedes ya estaba pálido, prácticamente no he prestado atención al cierre de la saga (me refiero a
Cocoon, porque el final es de Cocoon, y porque la de Indy y allegados parece que tiene cuerda para rato, mientras se puedan vender muñecos y videojuegos).

Y decían que el templo maldito era mala, dice uno de los freaks del baño de los cines.

No os imaginais lo que me duele escribir estas lineas.




Saturday, March 24, 2007

300, de Zack Snyder


Zack Snyder debutó con la sorprendente Amanecer de los muertos, remake del Zombi de Romero, y en mi opinión, muy superior al original. En ella, se narraba la historia de unos tipos encerrados en un centro comercial, que padecían el acoso de miles de muertos vivientes. El mensaje de la película era claro: no hay futuro. Zack Snyder no dudó en eliminar el happy end de su concepción del cine.

Poco después, el gran éxito de las adaptaciones de cómic al cine, y la posibilidad de hacer realidad las viñetas gracias a los efectos digitales, abrió las puertas a Frank Miller a llevar su obra de culto Sin City, de la mano de Robert Rodriguez. Sus buenos resultados en taquilla debieron servir de luz verde para adaptar 300, la personal visión de Miller sobre la batalla de las Termópilas. Faltaba encontrar el director capaz de explicar con suficiente solvencia la historia de unos tipos encerrados en un desfiladero, que padecen el acoso de miles de monstruos orientales...

Y así es como Zack Snyder nos trae su Amanecer de los persas.

Personalmente, Frank Miller me aburre. Sus historias siempre tratan lo mismo: el héroe asocial, que es repudiado por la misma gente a la que protege. Ya sea Batman, Hartigan o el Rey Leónidas. Pero dentro de este esquema siempre encuentro algo, sobretodo en los diálogos, en cierta pedantería narrativa, que me atrae.

Por lo que tenía mis miedos con 300. Tras ver el trailer, temía que se tratara de un peplum estático, aviñeteado, donde los protagonistas gritarían mucho. Atrás queda el canónico Gladiator de Scott, o la Troya de Petersen (que solo se puede ver en clave western, haced la prueba). ¿Sería capaz de insuflar la suficiente vida y personalidad Snyder al film?

La respuesta es sí.

300 es todo un espectáculo de principio a fin y, sobretodo, algo nuevo. Toma cierta distancia con la fantasía épica tradicional en la imaginería, pero sigue los patrones de los clásicos en el fondo. A saber, la lucha por la libertad y la negación al sometimiento de la mencionada Gladiator o la infravalorada Braveheart. Comparte también con el film de Gibson un gusto por la violencia fuera de la corriente imperante en USA los últimos años. Si bien una violencia estilizada, distante, que permite ser salpicado por la sangre sin sentir repulsión.



Porque en ningún momento Snyder intenta recrear un episodio histórico. El director, apoyado fielmente en el comic-book de Miller, crea un nuevo mundo, con sus propios códigos, sus propias leyes físicas, con razas e imperios que nos son conocidos, pero que no pertenecen a nuestra realidad. El rey Leónidas puede escalar una montaña a base de brincos, las persas pueden lanzar granadas contra los espartanos, un ser deforme puede cambiar el curso de una guerra. Dentro de ese mundo, son hechos no solo posibles, sino verosímiles. Un mundo de color ocre, de fotografía desaturada y textura granulada, aceitosa como los torsos de los espartanos.

Amanecer de los persas es un festival homo con tintes homofóbicos. Una gay parade de renegados del armario. Los espartanos, los "buenos" del film (una panda de psicópatas entrenados para luchar y morir luchando), son gym-aholics, adictos al fitness y a la dieta de arroz con pollo a la plancha. Lucen chocolatinas esculturales y peinados ridículos, van pintados como muñequitos de plomo en un diorama digital, y se vanaglorian de protegerse las espaldas los unos a los otros. El villano de la función, el faraón de Stargate hipertrofiado, es una reinona de cuidado, segundo puesto en el Festival Drag de Tenerife. Suyo es el único momento hilarante del film (del que dudo que esté hecho adrede), cuando advierte -por la espalda- a Leónidas que lo que menos debe temer es su látigo...

La narración es llevada en voz en off, en un recurso milleriano fácilmente reconocible, con ese tono literario exagerado, pero que se adhiere a la perfección a las imágenes. Snyder logra escenas realmente bellas, impactantes o sobrecogedoras. El plano de las flechas ocultando el sol (y los espartanos riendo como locos bajo los escudos) es estremecedor. Pero también lo son aquel en el que Leónidas contempla el último amanecer en paz de su vida, completamente desnudo, en su palacio. O el árbol cosido a cadáveres. O el orgiástico campamento de Gerges el Persa. Los diálogos delatan su origen en el papel dibujado: frases concisas, respuestas rápidas y efectividad camerunesa ante portería. No es necesario nada más, porque lo que realmente importa es la virtualidad de las acciones. Ver, sentir lo que está ocurriendo, más que por qué está ocurriendo. Si hiciéramos una lectura política (que podríamos) quizá veríamos que el film de Snyder es más reaccionario de lo que aparenta a primera vista. Pero eso ahora es lo de menos. Necesitamos ver nuevas batallas, después de haber llegado al clímax con la trilogía de los anillos de Jackson. Y necesitamos verlas diferentes. Zack Snyder se recrea en la coreografía de la violencia. No importa tanto quien hace qué, sino cómo lo hace. El movimiento preciso, fluido, reproducido al ralentí, convierte el sudor y la sangre, las amputaciones y la muerte, en algo elegante.

Los personajes empiezan siendo mayoritariamente humanos, para ir apareciendo en escena más y más bestiales progresivamente. Los orcos inmortales, el ejecutor con manos de cangrejo, el gigantón de la cúpula de trueno... se suceden en una pesadilla interminable para el grupo de espartanos locos por el fitness. Es imposible tratar de decir que tal casco no corresponde a esa época, o que los elefantes no entraron en Europa hasta el año tal... las típicas cosas que hacen los listillos que van al cine a dar lecciones de historia a sus amigos en lugar de a disfrutar de la película. Que lo intenten siquiera con Amanecer de los persas.


En el apartado actoral, a destacar la fuerza con la Gerard Butler arrastra el peso de la película con su personaje de rey Leónidas. Y sin caer en el ridículo por ir todo el metraje en taparrabos. Hay que destacar su notable dominio de la batalla cachulinia, con el dientes dientes que es lo que les jode. A su alrededor, aparte de los chicos que salen en todos los anuncios de Adidas y en cualquier catálogo de batidos para culturistas, están David Wenham con un pelucón ridículo y sin cuello (la cabeza le empieza en los hombros, es muy inquietante), y Lena Headey como la Reina Loreal, porque yo lo valgo (y que me dejaba bastante frío en todas las escenas). Poco más hay que reconocer (nadie va a ganar un oscar por la interpretación, eso está claro), a excepción de un tipo con pinta de ser el Hugh Jackman Italiano, y que da rabia solo de verlo.

300 es a la vez hiperviolenta y poética. Habla de grandes hechos y mima los detalles. Las gotas de sangre saliendo disparadas hacia delante cuando una lanza se clava en el enemigo, las sandalias hundiéndose en la arena al resistir la primera embestida, el vello de la espalda de la reina antes de la batalla, el caballo blanco apareciendo de la nada para dejar un espartano sin cabeza, de pie, muerto sin saberlo.

Amanecer de los persas confirma la ascención de Zack Snyder como uno de los cineastas más interesantes de la actualidad, buen recopilador de cultura freak reciclada a blockbuster. Cine de masas bien facturado, diferente y fresco, cuya proxima parada parece ser otra adaptación, el Watchmen de Alan Moore.

Sentaos en la sala, olvidaos de los niñatos que teneis al lado y que gritan cada vez que aparece un pezón, y dejaos llevar por la historia de un puñado de macarras empeñados en morir antes que arrodillarse, en su peculiar mundo ocre de respeto y honor.


Sunday, August 27, 2006

La joven del agua (2006)

La joven del agua, de M. Night Shyamalan

El principal escollo al ver una película de M. Night Shyamalan (MNS) son las expectatitvas creadas.

No es algo que le pase solo a él, existe un buen puñado de directores cuyas películas son esperadas casi como la palabra de Dios, y sobre las que se forma una corriente de opinión antes de ser estrenadas. Lynch, Cronenberg, Spielberg, Tarantino y demás son los más representativos.

¿Por qué en el caso de Shymalan esto juega en su contra?

Porque las vende mal.

Spielberg no vendió Munich como el encuentro entre dos civilizaciones alienígenas, ni Tarantino promoció Pulp fiction como una historia de amor entre un currela y la mujer del jefe. Shyamalan se equivoca en todas las promociones, y nos da detergente cuando queremos sal de frutas. Y el detergente lava más limpio que nadie, pero si uno busca algo contra la acidez, os aseguro yo que reaccionará a las malas.

Así, la pequeña (y muy estimable) obra de fantasmas que fue El sexto sentido se convirtió en un gran éxito porque nadie esperaba nada de ella. Catapultó a MNS a la fama, le convirtió en el nuevo Hitchcock (sic), e hizo que todo el mundo esperara siempre otra repetición de tal film. Infectado por el Síndrome Rod Serling (cuyo principal síntoma es el tener que crear un final sorpresa siempre, lo quieras o no), Shyamalan ha buscado distanciarse de su primer gran éxito pero sin perder las coordenadas que le hicieron lograrlo.

Esa artificiosidad ha conseguido que mucha gente se sienta defraudada con sus películas: todas son valoradas según el rasero de El sexto sentido, ninguna de forma autónoma o independiente. De El protegido, que vendió como un drama familiar cuando en realidad era un acercamiento íntimo a la mitología de los superhéroes, se criticó su frialdad. De Señales, que intentó colar como la explicación a los signos de los maizales (de hecho, un discurso sobre la fe y el destino), se le achacó su estrecha visión de una invasión alienígena reducida a un nucleo familiar. De El bosque… de El bosque se le puede criticar todo lo que quiera, porque es el resumen de los defectos de Shyamalan: vendió una peli de terror cuando es undrama rural, coló algunos de los miedos más ridículos de su filmografía en escenas patéticas (la persecución de la ciega en el bosque es de corto amateur); e intentó meter un final sorpresa para contentar a todo el mundo que es, cuanto menos, sonrojante.

Ese deseo de contentar a todos los espectadores, de hacer cine familiar a la par que fantástico, de no querer reducir su público, es lo que le ha hecho enfrentarse a él. Si todos tenemos una función en la vida, Shyamalan la está buscando en el cine, y le cuesta encontrarla.

Y La joven del agua trata de lo que tratan todas las pelis de MNS: nuestro lugar en el universo. Intenta responder a la pregunta: ¿Qué **** hacemos aquí? (Los asteriscos son porque Shyamalan no acepta tacos, por dios, que esto lo van a leer niños).

Como en todas su anterior filmografía, MNS cree en el destino, en la función vital de cada hombre (y mujer, siempre políticamente correcto), y lo plasma en un cuento infantil.

A ver, seamos francos, la película me ha parecido preciosa. Todo esto rollo que he soltado y espero por vuestro bien que hayais saltado hasta encontrar el título del film en cuestión, es solo para decir que me esperaba un truño del tamaño de Andoni Ferreño. Me daba miedo el primer trailer que vi en que parecía que MNS había hecho el remake de 1,2,3 Splash. Me daba miedo el segundo trailer en que parecía que MNS había hecho el remake de Un hombre lobo en Londres. Me daba miedo no saber a qué atenerme.

Y por fin Shyamalan (fijaos que el director es siempre lo más importante en sus películas, algo quiere decir, aparte de que tiene un ego tan grande como el estómago de Orson Welles) se deja de tonterías y explica algo con riesgo. Sabe que le caerán tortas (de hecho, ya ha tenido alguna pataleta que otra), pero es consciente que su película será valorada a medida que pase el tiempo. A partir de aquí se hace referencia a algunas escenas de la película; no son realmente spoilers, no se desvela nada, pero estais avisados.

La joven del agua bebe del pasado mitológico de El protegido y de muchas de las coordenadas de Señales, para tejer un cuento infantil moderno. No es la nueva versión de caperucita, ni la enésima de la bella durmiente, es una amalgama de creencias, culturas, relatos e invenciones propias, que encajan entre ellas de un modo brillante. Es el sincretismo particular de este hindú de Filadelfia. La joven del agua (LW, entre nosotros, porque LJA es otra cosa) estaría más cerca del En compañía de lobos de Jordan que de La bella y la bestia de Disney.

Así, hay que afrontar el film con ojos de niño, con ganas de ser sorprendido en el sentido más cándido de la palabra, como el personeje de Giamatti hace cuando pide que a la extravagante madre japonesa que le cuente el cuento que le permitirá ayudar a la ninfa que ha aparecido en la piscina. Shyamalan nos pide que nos liberemos de prejuicios, que volvamos a ser niños y a creer en la bondad, porque es la única forma en la que podremos salvar el mundo podrido.

Shyamalan introduce el humor de forma constante. Una vez dijo que el fracaso en taquilla de El protegido se debió a su frialdad, al distanciamiento respecto a al público. En Señales ya introdujo el humor de forma abundante, pero sin emplear apenas el recurso fácil de gag físico, sino basándose en las situaciones y los diálogos. En LW repite, impregnando todo el relato (que en el fondo no deja de ser agrio) de un sentido del humor que va de lo más sutil (los risueños adiós señor Heep de Soon después de contarle los detalles más escabrosos del cuento de las narf), a lo más cotidiano (la vidad particular de cada inquilino, en especial los porretas), pasando por la ternura (la lectura de los cereales) hasta el brochazo grueso contra los críticos (que tienen aquí una representación en un personaje caricaturesco en el que Shyamalan se ceba a gusto).

El director se mueve bien en los espacios cerrados. Es su especialidad contar grandes historias con pequeñas anécdotas. Pasa de lo íntimo a lo universal de forma natural, lo que se traduce en películas sin grandes efectos especiales ni despliegue de medios, pero con gran capacidad para emocionar. Como el Lasseter de Pixar, conoce los resortes del ser humano donde hay que pulsar para lograr la emoción pura, que al fin y al cabo es lo que el cine debería hacer cada vez que te sientas en una butaca dispuesto a entregar dos horas de tu vida (y un dineral de tu bolsillo). LW emparenta sobretodo con Señales en la elección de un único espacio de acción (la granje en aquella, el bloque de apartamentos en esta, rodeadas ambas por bosques y maizales donde se esconde la amenaza), y en muchas más cosas tambien. El uso del agua como elemento puro, salvador, la amenaza permante en el exterior del nucleo familiar, la pérdida de seres queridos que hacen tambalear las creencias del protagonista y el encuentro del destino de cada persona en el mundo, como un gran puzzle, hacen que estos dos films estén más próximos de lo que a primera vista parece.

El bloque de apartamentos, un mundo autárquico, aislado, solo conectado con la realidad a través de la televisión (donde SIEMPRE hay imágenes y noticias sobre la guerra de Irak) es el microcosmos donde Shyamalan aplica su plan de choque, al introducir un elemento fantástico (la ninfa) que, como en las viejas pelis de Spielberg, abrirá los ojos a todo aquel que esté dispuesto a creer. En la primera descripción de los habitantes de tal bloque (The Cove, se llama), uno se da cuenta de la imaginación desbordante de MNS: su mimo por los secundarios, a cual más extravangante sin caer en la parodia (salvo un caso), le confiere la capacidad de definir con un apincelada, una frase un gesto, toda una personalidad. Cobrará más importancia hacia el final del film, cuando uno ya se siente un vecino más. La elección de casting para los secundarios está lograda: actores desconocidos (alguno con apariciones esporádicas en alguna serie y poco más) para roles de cierta importancia en el desarrollo del film, lo que no destruye la credibilidad de una historia que, desde un principio, es fantástica.

Los protagonistas, Paul Giamatti como el encargado de todo, y Bryce Dallas Howard como la narf, se salen con la suya en una interpretaciones que no resultan fáciles. Al fin y al cabo, todo posee un aire irreal en medio de la realidad, y lo más tentador sería caer en el ridículo y la cursilería (por donde MNS bordea a menudo).

De Giamatti, un tipo que no me gustaba hasta que se ganó mi respeto con American Splendor, decir que el papel le va como anillo al dedo. La fragilidad y la torpeza que da a su personaje, junto con la solidez con la que afronta el tramo final, con una carga emotiva muy intensa, hacen que soporte casi por entero el peso de una película repleta de personajes que interactuan con él.

De la hija de Ron Howard, pues a poner cara de acelga mustia y virginal, que no debe ser fácil sin que se te escape la risa, y a conectar bien en pantalla con Giamatti, que es lo más importante al fin y al cabo.

Sobre la trama, poco o nada diré, si bien es mínima, casi una excusa para Shyamalan. Pero al fin y al cabo, lo importante en los cuentos no es lo que pasa, sino la moraleja, y LW no carece de ella: todos tenemos nuestra función en la vida. Para ello, MNS repite sus obsesiones cinematográficas: el uso del color rojo cuando hay peligro o muerte cerca (la lavadora con un jersey centrifugando junto al scar), los reflejos en cristales y espejos como forma de ver la verdadera realidad, los movimientos suaves de cámara durante todo el relato (excepto en los ataques del scar, sin duda, lo más terrorífco de la función).

Si a esto le añadimos que MNS es un excelente narrador, tenemos un escenas de lo más atractivas, como aquella en la que la Story habla con la hermana de Vick, en la ducha, a través de gestos. El acompañamiento musical de Newton Howard le da un aire épico, un crescendo, magnífico. Tal planteamiento se repite en la escena de la cura/exorcización de demonios de Heep, en la que a un servidor se le ha puesto la piell de gallina y el corazón en un puño.

Si lo que quereis es una historia de terror, id a ver Las colinas tienen ojos. Si lo que quereis es una historia de gente que las pasa putas, id a otra (no tengo ni idea cual hay en cartel ahora mismo). Si quereis tener pesadillas, id a ver cine español.

La joven del agua no es una película, es un cuento para los que creemos que todo está podrido, pero quizá aún haya ninfas en el jardín que puedan salvarnos.