Monday, June 15, 2009

Star Trek, de JJ Abrams


Como quiera que sea que soy auténtico devoto de Lost y un fan absoluto de Alias, a JJ Abrams le exijo el máximo en su carrera cinematográfica.

Lástima que sea uno de los tipos más sobrevalorados del Hollywood actual.

Y con ello no le pretendo quitar mérito. Gran reciclador de ideas, argumentos y recursos narrativos, Abrams ha dado un vuelco a la televisión actual. En el caso de Perdidos, creo que el mérito es más de Lieber y Lindelof, que han estado al pie del cañón mientras nuestro nerd favorito ha ido poniendo el nombre.

Como director, MI:3 era una película de puro entretenimiento al más fiel estilo Alias. Como productor, Monstruoso decían que revolucionaba el cine de monstruos (pero a mi solo le revolucionaba el estómago).

Su primer gran reto, retomar la saga Star Trek y convertirla en un producto mainstream no exclusivo para trekkies, era todo un desafío.

Abrams sale airoso de la contienda, pero con matices.

Star Trek sigue la senda abierta por Batman Begins de revisitar viejos clásicos y actualizarlos desde el inicio, adaptándolos al público actual y dándoles nuevos significados. La gran mayoría de estas revisitaciones han sido exitosas (la ya citada del hombre murciélago, o la fabulosa Casino Royale), aunque no se pueda decir lo mismo de sus continuaciones, que se debaten entre un tono pedante y la cutrez (sirvan los mismos ejemplos anteriores, respectivamente).

Así, Abrams tenía un camino abierto. Difícil, pero con señales que indicaban la dirección correcta. Y le ha ido bien.

Para empezar, el cásting es un acierto. Desde este clon de Brad Pitt cabezón que es Chris Pine como el mujeriego capitán Kirk hasta el mimético Spock de Zachary Quinto (quizá la mejor interpretación de la película), pasando por el siempre soberbio y desconcertante Karl Urban o el emergente Anton Yelchin (Kyle Reese en Terminator Salvation). Los personajes no quedan ridículos en sus trajecitos trekkie, son creíbles en la medida de lo posible y respetan las actuaciones del reparto original con gestos y movimientos calcados (lo de Kirk es gracioso, pero lo de Urban es de un inquietante que tira de espaldas).

Vale, Eric Bana está ahí para aparentar, pobrecico, con lo que prometía. Y su nave minera es un chusco. Pero dentro del conjunto se le puede perdonar.

¿El argumento? Algo irregular y dilatado, la preparación para convertirse en miembros de la Enterprise y su primera misión que ya hace peligrar la Tierra está algo estirado, y el film se alarga hasta llegar a un clímax demasiado Bondiano, en el sentido de destrucción de cuartel general del villano de turno. Por el camino, viajes temporales, paradojas que se rompen, peleas, tiros, naves espaciales... todo lo que se le puede pedir a una soap opera y que no se le exigía hasta el momento a Star Trek.

Claro que el Star Trek de Abrams está más cerca de Star Wars que de la serie creada por Gene Roddenberry, en concepción argumental (ese deber moral heredado via paterna) y en aparatosidad visual. El tramo de film que sucede en esa luna helada recuerda mucho (pero mucho, mucho) al inicio de El imperio contraataca y las peripecias de Luke en la cueva del planeta Hoth.

Hay set pieces escalofriantes, como la pelea en la plataforma perforadora tras un aterrizaje en paracaídas; y algunas de vergüenza ajena, como la alergia en las manos de Kirk, que si bien no molesta, es algo infantiloide para el tono que pretende el film.

Y algo que no entiendo. Se crítica a Michael Bay su estilo asincopado y celeroso, pero el Star Trek de Abrams parece haberlo fichado para filmar con la segunda unidad. ¿Podremos los fans de Bay reivindicarlo algún día? ¿Le darán buenos guiones (en la línea de La Isla) o deberá seguir filmando fantasías pseudofascistas disneylandenses?

Por lo demás, Star Trek no revolucionará el cine (ni siquiera lo intenta), pero es una peli entretenida que no insulta al espectador, algo que últimamente se está echando bastante de menos en el cine.

Abrams no será el apóstol del séptimo arte del siglo XXI, pero su perfil puede abrir las puertas a mucha gente con talento e ideas capaz de aportar sabia nueva.

Gran Torino, de Clint Eastwood


No es de las mejores del Clint, pero como es su peli de despedida se han hinchado las críticas. Vamos, como un partido-homenaje al futbolista que deja su club de toda la vida.
Está mal montada, dirigida un poco como por encima y es previsible.
Per sigue siendo un Eastwood y sigue teniendo su mojo, con algún buen diálogo y, lo más importante: esa despedida de, con otro nombre, Harry Callahan. En su día construyó una hermosa lápida sobre la tumba de El Manco (o El Pistolero Sin Nombre), y ahora da una más que digna salida al más grande de sus justicieros urbanos.
Larga vida a Clint.