Wednesday, August 02, 2006

The Devil's Rejects (2005)



Dirigida por Rob Zombie

Sid Haig .... Captain Spaulding
Bill Moseley .... Otis
Sheri Moon .... Baby (as Sheri Moon Zombie)
William Forsythe .... Sheriff Wydell
Ken Foree .... Charlie Altamont
Matthew McGrory .... Tiny
Leslie Easterbrook .... Mother Firefly
Geoffrey Lewis .... Roy Sullivan



Los renegados del Diablo plantea, al menos, una duda moral.

¿Es lícito el disfrute físico, plástico, estético de la violencia por la violencia? Si no existe denúncia alguna, ni crítica, ni mensaje, ¿deberíamos sentirnos culpables por saborear uno de los espectáculos más ultraviolentos, desagradables, provocadores, insultantes, arriesgados, nihilistas, que ha dado el cine?

La violencia en el cine siempre ha sido discutida, pero siempre se ha convertido en el motor de una gran mayoría de películas. El ser humano se siente atraido por la violencia, y eso vende entradas. Pero la ésta no siempre es la misma. Desde la violencia descarnada y exageradísima de las pelis gore (donde la abundancia de hemoglobina e higadillos nos hace sentirnos condescendientes con el espectáculo de marionetas al que asistimos), pasando por la urbana y justiciera a lo Charles Bronson (discutible políticamente, sin lugar a dudas mediocre cinematográficamente) hasta llegar a la irónica (las tarantinadas de gangsters, que nos hacen tomar distancia a pesar de saber que eso puede ocurrir). Cada una actúa a diferentes niveles, y en el espectador es asimilada y aceptada en diversos grados. Una forma como otra de decir, pedanteando unas gotillas, que para gustos los colores.

Pero, de vez en cuando aparecen manchurrones sueltos en el cine. Películas que explotan en nuestros cerebros y nos dejan una pregunta: ¿estoy mal de la cabeza?

No es algo nuevo. Thomas de Quincey ya apuntaba en su ensayo irónico del siglo XIX, El asesinato considerado como una de las Bellas Artes, que un crimen, no por horrendo, podía ser menos bonito.

Y Rob Zombie le da la razón.


Lo mejor que ha podido hacer Rob Zombie es distanciarse en lo argumental de la primera parte, La casa de los 1000 cadáveres. En su anterior film había dado muestras de un saber hacer más que interesante. No era otro cantante del montón haciendo una peli de sustos para reirse con sus amigotes en noches de farlopa sin fin. Era un director que conseguía una personalidad a través del homenaje, de la absorción de unos patrones estéticos correspondientes a la década de los setenta, la edad de oro del buen terror. Hay imágenes de esa pertubadora película que permanecen grabadas en la cabeza al buen aficionado al género. Pero ya estaba todo dicho. Ya había hecho un slash movie a la manera de los Craven y los Hooper de antaño. Ya había contado esa historia, y con resultados más que satisfactorios.

Retomando los personajes de la família Firefly (a quien ni Leatherface se atrevería a llamar a la puerta para pedir un poco de sal para conservar la carne), Zombie revive otro género alejado del terror, pero con una historia que linda ya con el horror. Las road movies polvorientas, en la línea de Malas Tierras (Terrence Malick) o Asesinos Natos (Oliver Stone), con una panda de forajidos que dejan tras de si un reguero de cadáveres, son la base de Los Renegados del Diablo (nombre con el que se define la família Firefly en su huida). Pero Zombie lo hace con conciencia de estilo. Vuelve a una estética deliberadamente setentera, a todos los niveles: en los movimientos de cámara, en las imágenes congeladas, en los cambios de plano, en el uso de la música. En ese aspecto, Rob Zombie se acerca mucho a Tarantino (guionista cabreado y renegado de Asesinos Natos), por todo lo que tiene de “rescatador”. Incluso se permite el lujo de lucir actores fetiches en las producciones de terror de su década favorita, tales como Geoffrey Lewis o Michael Berryman. Cuida, además, los personajes (bueno, eso cuando no los mutila, detripa y viola, elegid el orden que querais), con unas líneas de diálogo que les definen en un plis plas, y que en muchas ocasiones no tienen nada qué envidiar al director de Reservoir Dogs. Es posible que sin Tarantino no hubiera sido posible Rob Zombie. Pero eso no quiere decir que sea una copia o, peor, una fotocopia desgastada del orginal (con todo lo que la palabra original puede significar en Quentin). Zombie tiene una fuerza propia, una idea del cine, que le hace en estos momentos un especimen único.

Zombie cuenta una historia mínima: la huida de la família Firefly tras el tiroteo en su granja con los policías del Sheriff Wydell (soberbio William Forsythe). Ya está. No hay más. Oye que nos pillan, larguémonos de aquí. Dos horas para contarlo. ¿Qué sucede en estas dos horas?

Que la gente se va de la sala. Al menos los que no iban avisados. La persecución del Sheriff a los matarifes se convierte en una lucha entre el Bien y el Mal. Una lucha tan estrecha en la que el Bien se debe convertir al Mal para acabar con él. Como los bomberos que apagan el incendio con un fuego. Se convierte en Dios contra el Diablo, con un Dios que parece sacado de las páginas del Predicador de Ennis. No hay bondad en el film. TODOS los personajes son indefectiblemente malvados, o tienden a serlo. Incluso las víctimas inocentes actúan con violencia cuando no hay otra salida. Incluso los más nobles (el cantante del grupo country secuestrado en el motel) tienen un lado oscuro, perverso, enfermizo.
Zombie retrata como pocos la atmósfera de una América rural podrida, hundida, endogámica y religiosa en extremo. En extremo de tocar los vicios de Sodoma y Gomorra, que asoman en cualquier motelucho de carretera. Esa América de los setenta (¿alguien puede diferenciarla en la película de los USA en la actualidad?) infecta de puteros, zoofílicos y chicas dispuestas al amor libre, donde unos renegados del Diablo s sienten cómodos, campando a sus anchas, porque al fin y al cabo no hay tanta diferencia con la gente normal. Solo que ellos se atreven a hacer lo que otros desean.


El film tiene tres partes bien diferenciadas, casi como capítulos. El inicio, con la fuga de la granja y la captura de mamá Firefly, el escondite en el Motel, la caza a lo western, y la rendención final.

El principio, que recuerda el estilo del video Sabotage de los Beastie Boys, se resuleve rápido y es el desencadenante de la trama, que se incendia como la pólvora.

La parte del Motel es la que más lastra el film. Quizá le sobra metraje, y tiene un ritmo demasiado lento. Sin embargo es la más perturbadora, asquerosa y repugnante de toda la película. Es en esta parte cuando se producen las deserciones de la sala, y cuando uno se tiene miedo a si mismo al ver que le está gustando lo que está viendo. Esta parte, que podría formar por si misma un corto y se llamaría Una historia de violencia, es lo más arriesgado de Zombie. Por el tratamiento naturalista de los actos de los personajes, por el realismo de las escenas (y sin embargo la irrealidad que tiñe de pesadilla el pasaje)... Imágenes como la de la chica con la careta entran de lleno y por derecho propio al Top 5 de las escenas más escalofriantes vividas nunca en el cine.

La caza a lo Western es un giro de la película, con homenajes a Howard Hawks (¡!) entre otros. Personalmente, mi tramo favorito. La película toma altura por ritmo, por humor y porque se abre en personajes. Ver a Danny Trejo siempre es un placer. Hola, Danny, ya tardabas! Incluso hay diálogos que diría son calcados a los de El imperio contraataca (acordaos de Lando Carlissian y Leia), y múltiples referencias a la cultura pop estadounidense (los hermanos Marx, Elvis…). En este amplio trozo del film, Los Renegados del Diablo gana muchos enteros…

Que no pierde en la recta final, de la que no desvelaré nada excepto que tiene una última secuencia ab-so-lu-ta-men-te magistral, con una cámara lenta a lo Peckimpah, un uso de la música perfecto y una emotividad y violencia que resumirían todas la virtudes de la película de Zombie.

¿Estaré tan tarado como los zumbados que Zombie retrata en Los Renegados del Diablo porque me gusta ver lo que hacen? No. Hay un gran paso entre contemplar la belleza estética y compartir la ética. El mismo trecho que separa la belleza del personaje de Sheri Moon con su interior desquiciado.

¿Será una película condenada? Seguro. ¿Y maldita? No te quepa la mayor duda.

Seguramente no te gustará Los Renegados del Diablo. Es posible que ni la vayas a ver, ni la alquiles en video. Pero eso no significa que el horror no exista. Y que gente como Rob Zombie considere el asesinato como una de las bellas artes…

…en el cine.


1 comment:

Cesare said...

¿Que te voy a decir? A mi me encanto, creo que tenemos gran director de terror dentro de 5 años.. (Sobretodo viendo su progresión de una película a otra, por que lo que es a mi, la casa de los mil cadáveres es que no tenia ni pies ni cabeza).