Wednesday, August 16, 2006

Yo, Robot (2004)







Empiezo a estar un poco escaldado de los puristas. Se trata de una especie que últimamente ha proliferado en el cine, y que exige un rigor que roza el ridículo. Puede que sea que vivimos en el mundo de google, donde ya no hace falta abrir un libro para conocerlo, sino que estamos sobreinformados a través de internet. Puede que esto nos haya hecho perder la inocencia. Puede que no nos acordemos que en los ochenta se pasaban las adaptaciones literarias por el forro, y salían películas simpáticas algunas, interesantes otras, magníficas unas cuantas (¿o acaso hoy escandaliza que el videoclipero Ridley Scott dirigiera Blade Runner basado en un relato de Philip K. Dick?).


Pues bien, parece ser que hoy no se pasa ni una por alto. Después de oir críticas a la excelente saga de Peter Jackson por no haber respetado la novela de Tolkien (sic), le toca el turno al excelentísimo Dr. Asimov.

Yo, Robot, la película, ha adoptado del profesor tres parámetros para ser llevada a la pantalla:

1)El título. Pagando sus derechos, se aseguran una mayor convocatoria comercial. ¿Es acaso ilegítimo? Yo creo que no.

2)Las leyes de la robótica. Que, taxtativa o tácitamente, han aparecido en todas las historias de robots desde que asimov las promulgara.

3)Algún que otro personaje como la doctora Susan Calvin. Si bien no enteramente protagonista, si imprescindible.

Entonces es cuando empiezan los ataques. Creo que el neointegrismo literario ha calificado como mínimo de blasfemia esta nueva película (y sale Will Smith, arguyen algunos, como prueba del pecado capital).

Señoras y señores: no he leído las obras sobre los robots de Asimov (he leído otras que no vienen a cuento, y que me plantearon algunas cuestiones muy interesantes más cerca de la filosofía que de la tecnología), pero he visto la película de Alex Proyas y me ha parecido un film con suficiente empaque como para callar a los que se llevan las manos a la cabeza.

Primer punto: Will Smith, guste o no guste, está demostrando tener una intuición comercial comparable a la de Michael Douglas. Sabe escoger los títulos en los que aparece, y dosifica su carrera a pesar que todo el mundo le recuerde por el príncipe de Bel Air. Sin embargo, ahí estando sus interpretaciones en Ali o Seis grados de separación. Y, por qué no, en [BIndependence day[/B], donde demostraba que tiene un magnetismo capaz de llenar la pantalla aunque se tratara de una película tan estúpida (y entretenida) como aquella.

En Yo Robot (YR), Will cumple con su papel de policía chapado a la antigua, que desconfía de la tecnología en un mundo que se ha entregado a ella de pleno. Un personaje demasiado arquetípico (calcadito al Nathan Never de los comics), con poca profundidad (el momento trauma es superfluo, solo el esbozo de una excusa), pero al que Smith se entrega para darle vida... y lo consigue. ¿O acaso alguien se cree que el Obi Wan de Guinness recita Shakespeare? A menudo son los actores los que lidian con personajes demasiado planos o vacíos, y donde demuestran su valía.

Porque ésta no es una peli de personajes perfilados. La doctora Susan Calvin tiene el trasfondo que le implica la obra de Asimov, supongo, pero en la película poco sabemos de ella, y muy poco de sus motivaciones. Los personajes son un vehículo para transportar dos cosas: la historia (una historia de evolución/revolución) y el mensaje.

Afortunadamente, YR nos intenta dar un mensaje, o más de uno, que cada espectador habrá de extraer. Los diálogos, las situaciones, siempre dentro del empaque visual hollywoodiense, presentan algunas reflexiones más que interesantes, que elevan los grados de interés del film.

Son esas reflexiones las que emparentan directamente YR con sus ya hermanas mayores Blade Runner (dependencia de la tecnología en el futuro, necesidad de la tecnología de tener sentimientos), Minority Report (el control policial/militar del futuro como garante de las libertades... que a su vez se ven menguadas), Inteligencia artificial (que los robots quieran ser alguien, lo que significa que quieran ser amados) y un largo etc.

YR le da sopa con ondas a las dos últimas parte de Matrix (usando sus mismas armas de fx, Proyas demuestra que Dark city no fue solo un oasis del que los wachowski bebieron) o, en un caso clarísimo que debería avergonzar a George Lucas, a El ataque de los clones.

Me pregunto que hubiera hecho Proyas si le hubieran dado una de las partes de la nueva trilogía galáctica. Seguro que mucho. Atención, retengan este nombre: Alex Proyas. Tiene un discurso, y sabe como comunicar.

Si bien El cuervo, al ser su primer film, se resentía deun estilo demasiado adrenalítico, se vislumbraba una preocupación por la religión, la vida después de la muerte, y todas esas cosas que nos preguntamos ante un cielo estrellado o ante dos botellas de Jack Daniels. Pero con Dark City, una historia de retrosci-fi, que tomaba referencias de Kafka, nos habló de la alienación del hombre en un mundo que le supera, que decide por él. Nos habló de los recuerdos y los sueños como parte principal del alma humana, de la libertad de elección. Y lo hizo de forma brillante. Lamentablemente, Dark city pasó sin pena ni gloria por las carteleras de medio mundo, y solo los Wachowski confesaron haberla tenido presente durante el rodaje de su trilogía (lo que es evidente comparando los films).

Proyas no pierde su tono mesiánico (el individuo, solo, que debe luchar por la humanidad) para seguir con la misma temática, pero con más presupuesto, y cambiando a Kafka por Asimov. Y se sale con la suya, porque su dirección es elegante, su temple firme, y su talento narrativo ágil.

Es una película de acción, sí, y de ciencia-ficción. Pero sus set-pieces de film veraniego se reducen a cuatro o cinco en dos horas de metraje. Bien elaboradas, con soluciones visuales innovadoras (esos giros de cámara de 360º), pero que se dosifican (como ya lo hizo Spielberg en Minority Report) en medio de una HISTORIA interesante de cine negro, de detectives, de interrogatorios, que culmina (como el Blade Runner de Scott) en lo alto del émulo de la Tyrell Corporation, la sede de la USR de Chicago, en la cima de un nuevo mundo que ha cambiado, que ha (r)evolucionado, un poco a la manera del Espartaco de Kubrick.

Los efectos especiales,gentileza de la Weta (ESDLA), son impresionantes, y cumplen su función, de servicio a la historia. Aunque es inevitable quedarse maravillado por esa visión del Chicago futuro, multiétnico-robótico.

Uno de los mejores personajes del film, por cierto, nos lo brindan esos efectos: se trata de Sonny. No hay palabras para describir el imapcto que causa su actuación (y que se ve ayudada, aquí sí, por la solidez del guión).

Un punto en contra de la película (pero que no desmerece el conjunto) es el contínuo injerto de anuncios publicitarios de las marcas que se han encargado de invertir el dinero). Así, una conocida casa de zapatillas desportivas, un fabricante de automóviles nada baratos, y una firma de aparatos de audio, acaparan algunas líneas de guión o algunos metros de rollo solo porque veamos cómo molan... y salgamos dispuestos a comprarlas.

Al salir del cine, sin embargo, queda la sensación de haber visto un film entretenido, bien tejido, y del que se pueden sacar algunas conclusiones. Y queda esperar que el tiempo lo ponga en su lugar, cuando los puristas se encarguen de ir a rajar a otro lado porque estarán adaptando mal a Cervantes o a Capote.

Hata el momento, esperaré a que Proyas ruede una nueva película, porque con gusto pagaré la entrada del cine.


3 comments:

SisterBoy said...

Este blog es demasiado trisillo

Unknown said...

Y lo que te rondaré morena. ;)

Rafael P. said...

Por eso me gusta.

Yo, Robot es una película entretenida. La estuve posponiendo bastante tiempo, y cuando por fin me decidí a verla, no me arrepentí en absoluto. Quizás algo predecible, pero no es culpa de Proyas, sino del bombardeo de películas que hacen que ya se ha visto casi todo.