Saturday, August 04, 2007

Transformers, de Michael Bay

Los que fuimos niños durante los ochenta disfrutamos de los primeros pasos de las nuevas tecnologías en el cine y la televisión. Levantarse por la mañana y ver un capítulo de los Transformers antes de ir al colegio, soñar que con el spectrum seríamos capaces de modificar las notas como el chaval de Juegos de Guerra, o ver en cada coche una máquina del tiempo o un auto parlante eran el pan de cada día. Además, había juguetes disponibles en kioskos y papelerías para reproducir las aventuras que veíamos en las pantallas. El argumento solía ser siempre parecido: chico joven con problemas de adaptación salva al mundo con cuatro nociones de basic y una máquina con muchas luces.

Nunca fui muy fan de Transformers, pero sí fui niño, y los juguetitos de robots increibles que se metamorfoseaban en coches, aviones, camiones etc me volvían loco. Supongo que, en parte, era porque por el precio de uno tenía dos cachibaches.

Veintipico años después... ¿qué sentido tiene recrear el mundo ochentero de los autobots y los decepticons? Pues seguramente porque los que éramos niños entonces hemos crecido, porque la tecnología en el cine tambien ha avanzado que da gusto (imposible imaginarse este film en su momento) y porque habrá una horda de críos enganchados a las consolas a los que convencer que alguien como ellos pueden salvar el mundo.

Transformers es, en una idea básica, una peli de robots gigantes dándose de hostias. Sin más.

¿Qué directores tendrían las agallas de coger por los cuernos semejante premisa? A día de hoy, se me ocurren al menos dos. Tony Scott y Michael Bay. Las dos caras del mismo estilo: la épica ultraanfetaminada y mastodóntica al servicio de la bandera. Si descartamos a Scott porque tiende cada vez más a convertirse en un rara avis de la superserie B, entonces nos queda el (interesante) Bay.

Michael Bay necesita de un buen productor detrás. Si sus primeros films con Bruckheimer eran atractivas action movies (de Bad Boys a La Roca), el mayor fracaso se debe a ridículas imposiciones de la Disney (como fue esa primera hora y media de mierda antes del impresionante ataque a Pearl Harbour en la peli del mismo título). Ahora ha conocido a Tito Steven, y parece que este debe haber visto algo en él, porque no solo le ofrece proyectos, sino apoyo de talento. La Isla se merecía mucho más que la tibieza con la que fue recibida. Transformers es un puñado de los ochenta arrancado de cuajo de las manos de Reagan.

Bay se modera, como se intuía en La Isla, gracias a la mano de Spielberg. Se atreve a contenerse en el uso del plano plano plano, e incluso planta la cámara para planificar secuencias. Y, como en La Isla, elabora dos películas: la del productor y la suya. La del argumento y la pirotécnica.

La primera parte de Transformers me ha sorprendido más que gratamente. Comedia juvenil a lo Ferris Bueller, Bay ofrece dosis generosas de robots intercaladas con las andanzas del protagonista, un fantástico Shia LaBeouf. Parece que estemos ante una de las primeras producciones de Spielberg para Zemeckis o Dante. Roberto Orzi y Alex Kurtzman ejercen de lo que mejor saben: rellenar argumentos simples con secuencias que combinan humor y épica, costumbrismo y acción. Lo hicieron con Alias y Armaggedon, con La Isla y MI:3, y repiten la fórmula de manera ejemplar. Escenas como la del coche que usa las canciones para ayudar al prota a conseguir a la chica, o el delirante diálogo sobre la masturbación brillan con luz propia en un producto que el mismo Bay hubiera estropeado pocos años atrás.

También es cierto que gran parte del éxito reside en Shia LaBeouf, cuyo enorme carisma traspasa la pantalla. Otro chico de los ochenta que con un gran sentido del tempo cómico y un desparpajo inusual en la gran pantalla se gana nuestra confianza y consigue el más difícil todavía: que nos identifiquemos con él. Podemos respirar tranquilos: será un magnífico hijo de Indy. A su lado está Megan Fox, chica bombón que cumple a la perfección el cometido de tía buenorra que le mola al prota (y no le pidáis más, porque sea lo que sea, es de mente sucia). John Turturro se lo pasa teta haciendo el payaso, el doble de descocado que en El Gran Lebowsky, con un personaje risible parodia de los militares conspiranoicos que secuestraron a ET hace más de veinte años. Y John Voight repite el papel que ya le hemos visto hacer no sé cuantas veces en el cine de político que tiene que tomar decisiones críticas (en este caso el secretario de defensa). De los soldados (una suerte de G.I. Joe) no cabe mirar mucho su actuación: gritan y corren de forma efectiva.

La segunda parte resulta más mecánica y, a pesar de su aplastante poder visual, incluso aburrida. Es la hora de las tortas, y flipar más de una hora con engendros metálicos del espacio exterior ahostiándose y llevándose por delante media ciudad es una idea apetecible para, como mucho, treinta minutos. Llega un momento que te desvinculas por absoluto de lo que ocurre en el plano, y asistes a un gran espectáculo de pirotecnia vacío pero no exento de atractivo. La lástima es que las transformaciones son demasiado rápidas, y no se dejan ver muy bien (Bay ha dosificado su habitual uso de la cámara lenta más que de costumbre), y el elenco de autobots y decepticons es muy modesto (un tanque, un helicóptero, un avión, un par de cochecillos). Eso sí, en DVD será una gozada revisitar estos momentos para verlos como debe ser: en un gonzo de fx dosificado en perlas, en secuencias, de diez minutos. Entonces se podrá disfrutar al cien por cien de set pieces magistrales como el combate aéreo contra el caza robot, de lo mejorcito en efectos que se ha podido ver en el cine hasta la fecha.

Criticar el argumento de Transformers es como criticar al pobre de Ingmar Bergman porque en sus películas no hay persecuciones ni monstruos gigantes. Ya sabes lo que vas a ver. Si bien es cierto que hay lagunas del tamaño de un pequeño sistema solar (la historia del hombre de hielo y las guerras del planeta de origen son un poco confusas), sucesos altamente inexplicables (dicen que han aprendido inglés en internet… ¿mientras entraban ardiendo en la atmósfera terrestre?), macguffins estúpidos (la chispa vital, un nombre más propio de una campaña de marketing de la coca cola) y subtramas irrelevantes (John Turturro, por favor, baje del escenario), la película acaba siendo la definición perfecta de blockbuster veraniego, la enésima confirmación que Michael Bay es un entertainer nato que necesita un buen productor que le guíe, y la excusa perfecta para vender juguetes a preadolescentes que han salido flipando de la sala, imitando el sonido de los disparos con la boca y hablando con la solemnidad de Optimus Prime, como los que una vez fuimos al cine, en los ochenta, y deseamos conducir un DeLorean… porque ya sabeis que, sí hay que construir una máquina del tiempo, al menos hacerlo con elegancia.


5 comments:

micoparanoico said...

Una reseña de la que como siempre, estoy completamente de acuerdo, hombre estabas demorado en montarla y la verdad queria leer tu opinión sobre los coches transformistas.

El cine en este caso se disfruta con mentalidad de crio,y una de las tantas cualidades de Transformers es que trae a la mente muy buenos recuerdos a esos que nacimos al inicio de los 70s y que disfrutamos de lo lindo la pubertad y adolescencia en los maravillosos 80s.

Lástima que para muchos en esta epoca el cine tiene que tener como prioridad enormes cuotas de trascendentalismo,si no hay de esto, no vale nada.

Acaso reir, disfrutar, gozar, volver a la niñez, no tiene importancia?? pues para mi si, el mundo real es demasiado aburrido, de la casa a tu oficina y de tu oficina a la casa, y esta es la película perfecta que hace realidad ese tipo de fantasia que desde muy chico te gustaria vivir.

Por cierto, la mano de Spielberg se hace notar en la escena que los Autobots se esconden en el patio del protagonista, cada situación dentro de dicha escena, tiene esa magia spielberiana que me ha molado bastante.

Rafael P. said...

Qué menos que coincidir con lo ya dicho. Cine palomitero con sus más y con sus menos, con hostias, explosiones, persecuciones, robots gigantes y tía buena. Creo que no se puede pedir más a un producto así.

Divadelro said...

Totalmente de acuerdo. Es que no hay mas cera que la que arde. Joder, que se llama "Transformers" la pelicula...

nonasushi said...

Yo es que al Bay le tengo atragantadito. No puedo con él y encima odio los Transformes...
Saludos

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