Monday, February 23, 2009

Valkiria, de Bryan Singer



Hacia la mitad del film, contemplando conspiraciones y gente uniformada despacho arriba despacho abajo, me di cuenta de cuánto se parecía Valkiria a Sospechosos habituales. Por el tempo, por el estilo, por los diálogos, por la misma concepción visual de Singer, parecía que estos años deambulando entre superhéroes no hubieran pasado nunca. Que Keyser Söze estaba a la vuelta de la esquina.

Al finalizar la película, en los títulos de crédito, leí el nombre de Christopher McQuarrie como coguionista, y respiré aliviado. Después de todo este tiempo, Singer se ha reencontrado con la horma de su zapato, con el hombre que escribe las películas perfectas para él.

Valkiria es un peliculón, en todos los sentidos. Un gustazo para disfrutar. Dos horas para ser abducido por una historia fascinante contada de manera magistral.

Que a Singer le va el tema nazis no es algo que no supiéramos. Desde Public access, película que narra cómo un misterioso locutor de radio consigue infiltrarse en las conciencias de un pueblecito norteamericano y convertirlo en un lugar donde reina la paranoia, el miedo y la violencia, hasta el más evidente prólogo de X-Men (relacionando el origen de los mutantes con los campos de concentración). Pero sin duda, la película con la que entronca Valkiria es Apt Pupil.

En aquella (cuyo nombre en español omitiré por horroroso), un estudiante descubría que su vecino era un antiguo oficial SS, ya anciano. El chaval se sentía fascinado por el pasado del viejuno, y la semilla del mal germinaba en él, al tiempo que desenterraba los recuerdos y sentimientos del nazi. Un viaje a los infiernos, un periplo hacia el origen del mal, encarnado por el nazismo.

Valkiria representa el trayecto inverso. Desde el seno de la alemania nazi hacia la luz. Con Valkiria, Singer cierra un díptico magnífico.

Sin embargo, el fondo no lo es todo. Singer recupera la forma, y lo hace de forma absolutamente excepcional. Cuida los detalles y la iconografía adecuada. Valkiria no es solo un festival de banderas, uniformes, coches, aviones, palacios y búnkers bien filmados. En Valkiria hay un mimo exquisito por el matiz. Kenneth Branagh fuma como solo los nazis saben fumar (y los que habeis crecido viendo Los cañones de Navarone o El Nido de las Águilas ya me entendeis), las miradas de complicidad y traición están diseminadas por toda la proyección, los gestos secretos que solo sabemos descifrar en el público, los soldados con mosquiteras en La Guarida del Lobo...



Valkiria es todo lo que bailaba en mi cabeza cuando escribí Montecristo.

Hay un plano que me robó el corazón y las retinas: cuando el avión del Führer está aterrizando en el aeródromo y los oficiales van apagando sus cigarrillos con las botas. Es tan sutil y a la vez tan significativo que te sumerge en el film.

Luego está el ojo de Stauffenberg. Su conciencia. En África le es arrancada de cuajo y desde entonces le escruta y le impulsa a actuar. Esos planos del militar abriendo la cajita para que el ojo le mire y le diga que lo que está haciendo es lo correcto son arrebatadores. El uso del ojo/conciencia para arrastrar a los demás en su lucha moral (metiéndolo en una copa, por ejemplo) tiene una fuerza irresistible. El momento de toma de conciencia, con la cabalgata de las valquírias sonando estremecedora en el tocadiscos mientras la familia de Stauffenberg se refugia de un bombardeo en el búnquer es de una belleza y una efectividad extrema. El protagonista rezando en una iglesia sin techo, bajo las estrellas, simplemente espectacular. Todo ello aderezado con la soberbia partitura de John Ottman, que le concede un carácter épico que la historia se merece.

Tom cruise está más que correcto en su interpretación, otra más de las que le gustan a él, con el protagonista sufriendo algún tipo de deformación o discapacidad pero con una fuerza interior que le obliga a superarse. Destaca sobretodo en las escenas posteriores al atentado y el golpe de estado (sobrecogedoras, por cierto).

El resto del elenco (y aparte del curioso cameo de Brannagh, que hacía de nazi malo en el telemovie La solución final) está espléndido. Tom Wilkinson clava el personaje arribista que se une a los ganadores, sean quienes sean. Bill Nighy es capaz de hacer olvidar sus interpretaciones agrio-cómicas para mostrar un carácter lleno de matices, de dudas y miedos. Carice Van Hutten sale muy poco pero llena la pantalla cada vez que aparece. Y el Hitler de David Bamber no pasará a la historia, pero está bien en su personaje desquiciado y parco en palabras.



Me emocioné con el final de Valkiria. Acaba como deben acabar estos films. Y a pesar que conocemos el final, Singer lo cuenta como pocos saben hacerlo. Me emocioné al encontrarme con una película adulta, una reflexión más profunda de lo que pueda esperarse de un supuesto blockbuster, una puerta abierta a la memoria.

Cuando estuve en el cementerio alemán de Normandia, por uno de los aniversarios del desembarco aliado, quedé hipnotizado por la inscripción que reza sobre el umbral de la puerta de acceso de piedra maciza:

"Sed respetuosos. Muchos de ellos no eligieron la causa por la que murieron".

Citando una de las últimas frases de Stauffenberg en Valkiria:
"Nadie olvida"


6 comments:

Anonymous said...

Por fin una peli que no adolece de nada. peliculón, tú.
I grandiosa, la inscripció del cementiri.

SisterBoy said...

Vaya es curioso pero todo lo que mencionas en Benjamin Button como defecto es perfectamente aplicable aquí y esa es una de las razones por las que no me gustó la películas. Rutinaria hasta decir basta (incluyendo el personaje de Cruise y los de los que le rodean).

Sobre nazis que fuman hay un gag desternillante en "Blue in the face" http://www.youtube.com/watch?v=0XJeH5yq860

Minuto 3.40

Anonymous said...

No la he visto, quiero hacerla, pero tengo prejuicios de base.

Me molesta que una película quiera reseñar el presunto "heroísmo" o "ver la luz tras la oscuridad" de unos generales alemanes que únicamente quisieron salvar los muebles. Los hechos suceden en Julio del 44, el desembarco de Normandía se había producido ya, los soviéticos avanzaban por el este como querían y la guerra estaba sentenciada.

Y qué curioso. El atentado lo planean los mismos oficiales que des del 39, se dedicaban a fusilar judíos polacos de forma sistemática -con la ayuda de la propia población polaca-, pero en el 44 ven la luz por pura casualidad, después de años asumiendo que la guerra de expansión hacia el este era la guerra racial.

Unknown said...

Sisterboy, seguramente tienes razón. Pero es que a mi las pelis de nazis me pirran, y las de señores que envejecen no tanto. Como criterio cinematográfico es pobre, pero es el mío. ;)

Lo Gené, me da igual el rigor histórico. Por mi como si Hitler acaba brindando con vodka por la Madre Rúsia. Como película y thriller la encuentro apasionante.

anselmo said...

Me resultó curioso que dos de los actores de la película El hundimiento participaran en esta. Y no veas como añoré a Bruno Ganz, porque el Hitler de esta película no me gustó nada.

Marchelo said...

Vaja, a mi no em va molar gens!!!! Toda una sorpresa negativa, Tom Cruise de nazi como que no.... y Kenneth Banana todavía menos....

salutacions!"