Saturday, August 07, 2010

Inception / Origen, de Christopher Nolan


La semana pasada visitamos la exposición Per laberints en el Centre de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB). Si teneis ocasión, no dejeis de visitarla. En ella descubrimos cómo el ser humano ha disfrutado creando laberintos desde sus orígenes. Y cómo Giovanni Fontana creó los laberintos multicursales, aquellos en los que hay más de una ruta a seguir y, por tanto, puedes perderte en ellos.

Christopher Nolan experimenta con los laberintos en Origen. Y lo hace tanto a nivel argumental como formal. 
Si algo ya conocíamos de Nolan es que no es un director corriente, que desee explicar una historia del modo más clásico. Memento fue su tarjeta de presentación, fragmentando el tiempo. En Insomnia exploraba las secuelas físicas y psicológicas de la culpabilidad mediante imágenes. El truco final, siendo una buena película, cojeaba al descubrirse la trampa demasiado fácilmente. Y en los dos batmans apostó por narrarlos como historias policíacas, con lo que dio en la diana (aunque pienso que la segunda está demasiado sobrevalorada). Esto le ha llevado a tener detractores, evidentemente, y a ser acusado de grandilocuencia y pedantería. Si bien es cierto que, hasta el momento, Nolan mostraba ciertos defectos muy habituales (escenas de pelea y de acción muy confusas, cierto ritmo fatigoso), es con Inception donde ha dado con la fórmula clave. Los conceptos básicos de la filmografía de Nolan, culpa e identidad, laten aquí con más fuerza que nunca. Es entrando en su propio laberinto cuando Nolan ha encontrado su película.



¿Revolucionar el cine? Eso es muy difícil, ya. Además, como he leído en otros lares, Inception se trata de un film tan personal que resulta complicado pensar que pueda abrir una línea, un camino.Ni siquiera creo que pueda ser considerado algo nuevo, tampoco. Hay en Origen mil padres bien reconocibles, de Matrix a Dark City, pasando por 2001, Heat, la saga de James Bond, En busca del arca perdida, La trilogía Bourne  y Ciudadano Kane.

Y sin embargo, al ver el film, experimentamos la sensación de ver algo nuevo. Porque Inception es el sueño del cine. Así como soñamos acerca sobre aquello que hemos vivido durante el día, en Inception soñamos aquellas películas que nos han marcado; aunque de una manera diferente. Nolan no imita ni copia: filtra, licua y teje un organismo vivo, que se reproduce en nuestro cerebro y crece en todas direcciones. 



Nolan crea un laberinto delante de nuestros ojos. Introduce explícitamente una Ariadna, como creadora del laberinto argumental, pero es Nolan quien deviene un Dédalo que juega a placer con las matrioshkas del guión y el montaje, arrastrándonos por sus corredores y recovecos, traslándandonos a diferentes niveles visuales y cognitivos. Y consigue que no nos perdamos porque, sorprendentemente, su realización es diáfana. Uno sabe en todo momento en qué parte del laberinto está, aunque no sepa si va a poder salir de él.



Poco más se puede decir de Origen sin estropear el placer de sumergirse en su laberinto, salvo que cualquier apuesta en ella funciona a la perfección. De la banda sonora de Hans Zimmer (arriesgada, mecanizada, angustiosa) a la fotografía de distintas texturas para cada sueño, del cameo de Michael Caine a la acertadísima elección de cásting de todos sus protagonistas (si bien Leonardo DiCaprio se ha especializado en personajes que nunca ríen y ponen cara de me duele mucho el alma, me cuesta encontrar otro actor en sus papel), de las localizaciones (Mumbassa, Tokyo, París, Nepal...) al diseño de interiores (con un guiño inmenso a la escena final de 2001, una Odisea en el espacio), todo brilla con luz propia.

Hace miles de años, los hombres tallaban caminos sinuosos en las piedras. Hoy, Nolan descubre un extraordinario sendero por el que perderse, sentados en la oscuridad de una sala de cine.

No hemos cambiado tanto.     

2 comments:

jesse_custer said...

Es una auténtica maravilla, tanto visual como narrativamente. Más de dos horas atrapados en la red de sueños de Nolan. Es volver a soñar en el cine.

Anonymous said...

Una pelicula increible que parecia a priori ser un galimatias pero se deja ver sin perderse en el laberinto del argumento