Friday, September 29, 2006

Munich, de Steven Spielberg


A lo que voy, Spielberg es uno de los directores más valientes que hay en el reciente panorama cinematográfico. Lo tiene todo: dinero, fama, reconocimiento, una carrera más que aceptable... con lo cual sería muy pero que muy fácil para él acomodarse. Hacer su películita al año, algunas más buenas, algunas más mediocres, y vivir de las rentas. Al fin y al cabo, hay gente respetabilidísima en este mundo que hace eso.

Pero Spielberg está en el momento más maduro de su carrera. El Spielberg que no hace puro entretenimiento como en sus inicios, sin más, ni el que intenta ser reconocido tocando temas serios (la lista, el color púrpura o amistad). Steve ha estado buscando y ha ido encontrando el equilibrio en su cine, llegando a un término medio, a un cine concebido como espéctaculo pero que no olvida la reflexión sobre el mundo en que vivimos.

Si en Minority Report se usaba el cine negro en clave futurista para hablar del recorte de libertades en USA tras el ataque a las torres gemelas, o en La guerra de los mundos se abordaba el miedo a los ataques en plena sociedad estadounidense desde la fantasía bélico-alienígena, Spielberg se ha quitado el esparadrapo de la boca y ha dado su opinión sobre el gravísimo (y por desgracia muy candente) problema de Oriente Medio.

Porque creo que Munich es un discurso valiente, sincero, y abierto por parte de Spielberg. Porque es una advertencia a TODOS, un grito en medio del caos, pidiendo que cesen las agresiones de todos los bandos. Y es que si alguien tan popular como Spielberg, que viviría muy bien alejado de la polémica, que no necesita mojarse (y menos después de la imagen de santidad hebrea tras la lista de schindler), alguien que, por su condición de icono del cine, aprovecha su proyección para lanzar un mensaje de paz (personal, porque es su opinión, pero es compartida por mucha gente), no puede uno más que quitarse el sombrero. Su valentía, aquí, es incuestionable.

Si, además, Spielberg realiza una película excelente, con una calidad cinematográfica muy por encima de lo que vemos en las salas ahora mismo, miel sobre hojuelas.

Repito mucho su nombre, Spielberg, spielberg, spielberg. Pero es que su personalidad es tan notoria, tan marcada, que no hay duda alguna que esta película le pertenece al 100%. Pero lo bueno es que el tipo sigue aprendiendo, y sigue perfeccionándose. Todos sabemos sus tics, sus defectos y sus virtudes. Pero a medida que Stevie sigue rodando, sigue creciendo, sigue probando nuevas cosas, sigue haciendo más y más ancho su cine. Reconociéndole perfectamente en cada plano del film, ¿alguien se atrevería a decir que Spielberg podría haber rodado este mismo film en el 92, después de La última Cruzada?

A medida que su discurso se vuelve más marcado, su cine se va volviendo más oscuro. Pero ya no es el terror de un tiburón acechando a cuatro turistas. Es la crudeza de la realidad. Spielberg ha ganado en realidad. Desde los tiros (rodados prácticamente todos a bocajarro, sin reparar en sangre), a las escenas de acción (el asalto en Beirut, con los agentes del mossad travestidos, es magistral), pasando por las escenas más íntimas (Avner y su esposa haciendo el amor, ella embarazada, en un plano que el director NUNCA hubiera hecho antes). Es todo REAL, pero con un halo de irrealidad que parece haber heredado de gente como Lynch o los hermanos Coen (esa sensación que algo no va bien, esos pequeños detalles que rompen la monotonía de la vida cotidiana). Por otro lado, quien tenga alguna duda que maneja el suspense como pocos, que levante la mano, porque escenas como la de la explosión abortada por el regreso de la hija del palestino son, sin más, de una perfección abrumadora.

Que la película tambien tiene defectos, sí, aunque menos de los que nos tenía acostumbrados el maestro en sus últimos films. Quiero decir, su exceso de metraje (que lo tiene, demasiado), no se ve esta vez jodido por finales edulcorados metidos con calzador. Es más, creo que el final de Munich es coherente con la película, y el plano final de las torres gemelas, con el cartel sobreimpreso en que se dice que los terroristas murieron en 1979 (con lo que se da a entender que esto no tiene fin, si uno no es tonto o amnésico y tiene presentes los ataques de septiembre de 2001) es harto significativo.

La parte del Papá podría haberse acortado (no sobra, pero en beneficio a la agilidad de la narración, es un tanto lastre).

La elección de actores no puede haber sido mejor. Eric Bana demuestra que un actorazo, de los mejores de su generación, y que se atreve con lo que le echen (incluso con un gorro que le queda fatal) y se sale con la suya. Daniel Craig se acaba de confirmar como nuevo Bond, para mi. Su interpretación, que me ha recordado muchísimo a Steve McQueen, es soberbia. Geoffrey Rush, Mathieu Kassovitz, y los demás, están a la altura.

De John Williams, agradecer que acompañe lo justo al film, y no se haga protagonista con la música. Si os dais cuenta, la mayoría de los asesinatos tienen sonido "real", sin banda sonora, lo que es un gran acierto.

Del director de fotografía, Kaminsky, decir que es tan importante en los últimos años para Spielberg como lo ha sido siempre Williams, y se acopla con él a la perfección. Gran trabajo de ambientación en
la Europa de los setenta, con un aire a película de espías impecable.

Y, sobretodo, escenas, momentos, que se graban en la cabeza. Spielberg es un prodigio en fotografia momentos. La explosión en el hotel y el cacho de brazo colgando del ventilador. Los dos "enemigos" hablando en la escalera, mientras suena Al Green en la radio (tras una discusión silenciosa, física, sobre la música a escuchar, en la que se impone un pacto). La paranoia de Avner en su piso, buscando todo lo que él ha hecho para matar, y escondiéndose en el armario. O la escena favorita de Sinclair: el primer asesinato, con Avner y el juguetista temblando al disparar al palestino, y este cayendo sobre un charco de leche, que se mezcla con la sangre.

Stevie, sigues siendo el puto amo.

1 comment:

Pansete said...

Yo aun recuerdo con pasmo la escena de la muerte de la asesina a sueldo en la barcaza, en Amsterdam. Qué frialdad, qué brutalidad... Qué mala leche, Sr. Stevie. Nunca hubiera imaginado que fueras a rodar algo así. Y eso que uno ha visto "Salvar al soldado Ryan" (una cinta que, quitando el rollete ideológico, es un peliculón).
Completamente de acuerdo: Munich es una gran película.