Ring ring riiiiiiiing
–Stevie! El teléfono!
–¿El teléfono?
–Sí, ¡suena el teléfono!
–¿Dónde lo tenemos, Kate?
–En tu despacho.
–¿Dónde está mi despacho?
–Es la habitación que hay al lado del cuarto de baño de la segunda planta.
–¿La que está cerrada?
–Esa.
Ring ring riiiing
–Voy.
...
Ring riiiiiing ring
–¿Hola?
–¿Señor Spielberg?
–Sí, ¿con quién hablo?
–Con Colin.
–¿Colin Hanks? ¿Qué tal, muchacho? ¿Cómo está tu padre? Hace mucho que no os veo...
–No, señor, no soy Colin Hanks. Soy Colin Trevorrow.
–¿Quién?
–Usted me contrató. El director de Safety not guaranteed...
–No la he visto.
–Sí, señor. La peli de los viajes en el tiempo.
–¿Eres Bob Zemeckis?
–No, señor. Colin. Colin Tremorrow. La de Robert Zemeckis ya tiene treinta años, señor.
–De acuerdo, muchacho, ¿qué es lo que quieres? Soy un hombre muy ocupado.
–Me dijo que le llamara, señor.
–¿Perdón?
–Antes de rodar. Que no dudara en llamarle si tenía alguna duda. Que le encontraría en casa, seguramente. Por... por eso que me dijo.
–No sé de qué me hablas.
–Es usted Steven Spielberg, ¿verdad?
–Sí, Bob.
–Colin... me llamo Colin. Me dijo que se le habían pasado las ganas de hacer películas. Que las últimas ya las rodaba por inercia. Que prefería ver crecer la hierba del jardín.
–Tengo un jardín muy grande.
–Lo sé, señor. Me invitó a una barbacoa hace un par de meses.
–¿Te gustó mi jardín?
–Mire, señor, si es mal momento puedo llamar más tarde.
–No, no, no, por favor. Ahora que he encontrado el teléfono me apetece usarlo un poco. Hace tiempo que no me llama nadie, ¿sabes?
–¿Entonces le puedo hablar de la película?
–Lo siento, chico. No he visto tu película de viajes en el tiempo. Seguramente te dije que la vi, pero no lo hice. ¿Te dije que me había emocionado? ¿Que había llorado con ella?
–Sí, señor.
–Se lo digo a todo el mundo que me da lastimica. Viene algún desarrapado, de esos que huelen mal y dicen que son soñadores, me muestran su peli o su serie y les digo que la miro. Pero no lo hago. Me da mucha pereza. Y no sé decir que no, pobrecillos. A ver si van a hacer alguna tontería y luego me siento culpable.
–Bueno, yo en realidad quería hablarle de la otra película.
–¿De cuál?
–De Jurassic World.
–Esa es mía, chico. ¡De cuando aún se me ponía dura rodando cine! ¿Te quieres creer que la hice el mismo año de La Lista de Schindler?
–Usted habla de Jurassic Park.
–Sí, claro.
–He dicho Jurassic World.
–¿Y eso? ¿Es la continuación?
–La cuarta parte.
–¡¡¡¿Ya llevan cuatro?!!!
–Eh, bueno... usted dirigió la segunda.
–¿Ah, sí?
–Se.
–Hum... sí. La de la pelirroja, ¿verdad?
–Exacto.
–¿Te gustó?
–Bueno, tenía sus cosas.
–No te gustó.
–Sí, sí. Los raptores atacando al convoy en las hierbas altas, el cristal que se rompe... bueno, había chispazos. De hecho, nos quedamos con la idea de los soldados yendo a cazar dinosaurios para esta, señor.
–¿Y la tercera también es mía?
–Señor Spielberg, si no se encuentra bien, o ha dormido poco, puedo llamarle en otro momento. Esto es un poco incómodo.
–No recuerdo nada de la tercera.
–Es bastante común. Había pterodáctilos.
–Esos son los que vuelan.
–Sí.
–¿Y saldrán en la cuarta?
–Entiendo que no se ha leído la última versión del guión, ¿verdad?
–¿Del guión? Sí, claro, claro. Pero hazme un breve resumen, Bob.
–Colin, soy Colin.
–Hace tanto que no trabajo con tu padre...
–Señor Spielberg, mire, el caso es que el rodaje empieza la semana que viene y tengo algunas dudas sobre la película.
–¿Pero de qué va?
–Bueno, a grandes rasgos, vendría a ser la misma historia de la primera: dos niños enchufados y algo repelentes van al parque gestionado por un pariente para disfrutar de un fin de semana entre dinosaurios. Hay un problema y el dinosaurio más gordo se escapa y les persigue.
–Y al final se salvan.
–Claro.
–Así me gusta. Los niños siempre deben escaparse en el cine. Como en La guerra de los mundos, cuando el hijo de Tom Cruise corrió hacia una explosión enorme y luego...
–...resultó que estaba en casa de sus abuelos, sano y salvo.
–¿La has visto?
–He visto todas sus películas, señor. Es usted Steven Spielberg.
–¿Viste la del caballo?
–Sí, eh... esa también.
–¿Y cuáles son tus dudas, chico?
–La verdad es que el proyecto me da un poco de miedo. Me viene grande, no le engañaré. Yo vengo del cine de pequeño formato y... vamos, aquí hay dinero a cascoporro.
–Cuanto más dinero, mejor.
–Cuanto más dinero, más presiones, señor.
–Tú haz tu película.
–Es que en realidad no lo siento muy mía. Tengo una lista de marcas que deben aparecer en la película y es bastante larga. Escuche: Mercedes Benz, Starbucks, Ben & Jerry's, Triumph motorcycles, Hilton Hotel, Verizon, Margaritaville, Beats by dre, Pandora... si incluso el centro de innovación del parque está patrocinado por Samsung.
–¿Hay Coca Cola?
–Sí, claro. Siempre hay Coca Cola. La nueva botella, concretamente. Incluso hacemos un chiste sobre bautizar a dinosaurios con el nombre de Pepsi.
–Había una serie de televisión en México... no, espera, en España. ¿España está en Europa, verdad?
–Supongo.
–Había una serie de televisión en España sobre un médico viudo con mucha família que le gorroneaba constantemente.
–Suena interesante.
–No, escucha, la serie es lo de menos. El caso es que ahí tenían quince o veinte minutos por episodio en los que los personajes desayunaban. ¿Y sabes qué hacían? Se zampaban tranquilamente todas las marcas de los patrocinadores mientras la chacha les daba la vara.
–Pero en Jurassic World no hay ninguna chacha, señor.
–Da igual. Encuentra el momento y que el protagonista se beba la Coca Cola a gusto.
–Aunque no venga a cuento.
–Lo vas entendiendo.
–En cierta manera, mi intención era criticar esto, pero veo que no me van a dejar.
–Explícate.
–Mire: la peli va sobre un parque de dinosaurios que necesita tener bichos más grandes, más temibles y más espectaculares para que la gente siga yendo a visitarlo. Ya nada es igual que hace veinte años, ¿sabe? La gente se ha acostumbrado a los dinosaurios. Por eso los responsables del parque están creando dinosaurios nuevos, para atraer a más visitantes. Y un poco es lo que pasa en el cine de hoy en día. Ya nada es igual a cuando rodó Jurassic Park. Aquello fue un revelación, algo nuevo, algo impresionante, pero hoy no es suficiente. El público está curado de espantos. En casi todos los blockbusters de los últimos siete años ha habido una destrucción parcial o total del planeta. Cuatro lagartos no pueden competir contra eso.
–Y quieres hacer una peli más a lo bruto.
–Quiero hacer un Jurassic Park hormonado.
–Me parece bien. Nunca he tenido muchos escrúpulos con eso.
–Pero el dinosaurio grande...
–¿El T-Rex?
–No, uno nuevo. El Indominus Rex. El Indominus Rex se escapa y la lía parda. Y yo tengo miedo que me pase algo parecido. Que se me vaya de las manos. Por eso le llamaba, señor.
–...
–¿Señor?
–...
–¿Está usted ahí?
–Oops, perdona, Bob. Estaba intentando cambiar de canal en la televisión y no sé qué botón tocar.
–Pruebe con los que tienen números.
–A ver... ah, sí, mira. Dan una serie de las que he producido.
–¿Cuál?
–No lo sé. No las he visto nunca. No sé distinguirlas.
–¿Es la de los aliens?
–¿He producido una serie con aliens?
–Con el chaval ese de Urgencias.
–¿Y qué tal está?
–Tengo más preguntas sobre la película, señor.
–Sí, perdona, dime.
–Mire, hay algunas cosas... el guión no lo he escrito yo, ¿sabe? Es de Rick Jaffa, Amanda Silver y Derek Connolly.
–No les conozco.
–Usted les contrató.
–Sí, sí. Me imagino. ¿Cuál es el problema?
–Que no es muy bueno.
–¿Cómo no va a ser bueno con tanta gente metiéndole mano?
–No sabría por dónde empezar...
–Por el principio, claro.
–Bien. Mire, los dos protagonistas son un niño melenas que se sabe de memoria muchas cosas de biología y física porque sí.
–Como el niño de la primera.
–Sí, pero este no siente admiración por el personaje principal ni se proyecta como su pánico a la paternidad.
–Eh...
–Y su hermano, un adolescente al estilo de Zach Effron que tiene pinta de no haber dormido mucho o haber esnifado pegamento, y que está obsesionado con mirar fijamente a las chicas.
–¿Y bien?
–Pues que la peli empieza con ellos despidiéndose de sus padres y yendo a Jurassic Park.
–¿Ese es el primer plano?
–Sí.
–Cámbialo.
–Mil gracias, señor, sabía que me ayudaría Su experiencia...
–Sí, bien, bien. Mira, te daré este consejo: abre la película con un primer plano de un animalito. Algo que parezca una amenaza primero y resulte que es una criaturita tierna e inofensiva. Podrías poner, yo que sé, una garra monstruosa que acabe siendo la patita de un pajarillo. Yo lo hice con La Calavera de Cristal y resultó muy gracioso. Era un perro de la pradera que salía de un montoncito de arena que simulaba la montaña de la Paramount. Gracioso, ¿verdad?
–Qué buena idea, señor. No dude que haré eso.
–Sigamos con los críos.
–Bien, se despiden de sus padres y llegan a Jurassic World.
–Dile a John que ponga la fanfarria bien alta del parque ahí.
–John ya no está en el proyecto.
–¿Y quién hace la música?
–Giacchino.
–No lo...
–No lo conoce, ya. Es el músico favorito de Abrams.
–Ah, bien. Si le gusta a JJ me gusta a mi.
–Le digo que ponga la fanfarria, pues.
–Sí, claro, esa nunca falla. El factor nostalgia puede con todo. Ya te digo que en La Calavera de Cristal metía la marcha de Indy incluso cuando no venía a santo de nada solo para disimular que la peli era mala...
–Yo no diría tanto de la calavera...
–Bob, tú y yo sabemos que eso no se salvaba.
–Entonces pongo la fanfarria. Es que tal como está planificado, los niños llegan en avión, tren, ascensor, habitación de hotel y balcón. Vamos, que si pongo la fanfarria estoy dándole épica a una road movie, prácticamente.
–Tú ponla.
–No encaja mucho pero bueno, la pondremos.
–¿Y qué más? ¿Su padre está muerto?
–No, el padre está vivo.
–¿Ausente? Eso siempre funciona.
–No. Les quiere mucho y se preocupa por ellos.
–Pues debería haber una figura paterna conflictiva.
–Tenemos a la tía.
–¿Qué tía?
–La hermana de la madre. Bryce Dallas Howard.
–¿Ese es su nombre de verdad?
–La chica del agua, la hija de Ron.
–¿Y qué problema hay con ella?
–Pues que no quiere ocuparse de los niños porque es una señora muy fría con muchas responsabilidades en la empresa.
–¿Y cómo va vestida?
–Aún está por decidir.
–Ponle un traje blanco. Algo muy frío. Y ponle hombreras. Y el pelo corto así como muy de los ochenta.
–¿Y eso para qué?
–Para que se vea que no vive en nuestro mundo, que es una ejecutiva centrada en los negocios.
–Ese tipo de ejecutivos hace treinta años que no existen.
–Alguno habrá.
–Pero solo con la ropa no tenemos conflicto.
–Pues haz como lo de Sam Neill, que le tenga miedo a ser padre.
–Madre.
–Eso, que le tenga miedo a ser madre. Que no quiera asumir responsabilidades.
–¿Y cómo hago eso?
–Pues no sé, pon un diálogo con su hermana. Que la hermana le diga algo así como "tú no cuidas de mis niños porque no eres madre y no sabes lo que se siente siendo madre porque ser madre es algo muy especial y tú no lo eres así que no lo sabes y por eso no los cuidas".
–...porque no eres madre y no sabes lo que se...
–¿Estás apuntando?
–Sí.
–Bien, me espero.
–...y por eso no los cuidas. Ya.
–Pero la chica debe tener un interés romántico. Debe haber un hombre que la pueda preñar, claro, porque si no no sería una mujer completa.
–Vaya, señor, pensaba que era usted algo más moderno.
–¿Perdón?
–No, nada, nada. Un interés romántico. En realidad no estaba planificado, pero podríamos liarla con el protagonista. Cambio un par de escenas y hago ver que los han reunido expresamente en el parque por su antigua relación. La verdad es que no encajan ni con cola y hay poca química entre ellos, pero les haremos besarse en algún momento tenso de la película.
–Ponle tacones.
–¿Qué?
–A la hija de Ron. Ponle tacones. Eso puede ser muy cómico. Podría correr delante de un dinosaurio con tacones. Es de mucha risa.
–Correr delante dinosaurio tacones.
–Sí.
–Creo que ya sé cuándo podrían besarse.
–¿Cuándo?
–El Indominus se escapa y destruye medio parque. Entonces, hay un momento en el que se abre la bóveda de los pterodáctilos y estos atacan a la gente, como en Los pájaros de Hitchcock.
–Sí, por qué no. Un buen beso mientras los pterodáctilos destripan a gente inocente a tu alrededor siempre funciona.
–Lo único que me estoy mirando el guión y esa es la única escena con pterodáctilos.
–¿Cómo que la única?
–Sí. Mire, se escapan de la bóveda y atacan a la multitud. Ya lo tengo todo pensado. Para crear más dramatismo haré que haya gente montando a sus hijos sobre dinosaurios bebé mientras los pájaros, digo los pterodáctilos atacan. Com si más que un ataque de pterodáctilos fuera un mosquitazo enorme que no has visto venir.
–Gente jugando mientras hay una matanza alrededor.
–Sí. Y gente que no quiere tirar sus cervezas al suelo aún a riesgo de morir.
–Vale, compro.
–Entonces la chica se sube a un coche y empieza a gritar como una loca.
–¿En medio de un ataque de pájaros antediluvianos rabiosos?
–Sí.
–Pero no le pasa nada.
–No, ya se han zampado a la niñera, que les encuentra como de chiripa entre el caos del gentío en desbandada.
–Una figura paterna muerta por escena es suficiente, sí.
–Y le digo más. El último plano será un homenaje a Misión Imposible, con el pico de un pterodáctilo deslizándose hasta casi ensartar a los niños.
–¡Los niños no deben morir!
–No, no, no, claro. Ya lo tengo presente. Pero pienso que podría ser cómico.
–Si te hace gracia, a mi me está bien, Bob.
–Colin.
–Tengo que llamar a tu padre algún día.
–Como le decía, señor: después de esto, en el guión no hay más escenas con pterodáctilos.
–¿Por qué? ¿Se mueren?
–No. Desaparecen.
–¿Se cansan de atacar a la gente y se van?
–Creo más bien que Rick, Amanda y Derek se olvidaron de ellos.
–Pero hay más bichos.
–Incluso holográficos.
–Pues tira.
–Está usted siendo de gran ayuda, señor Spielberg. Mil gracias de nuevo.
–No hay de qué... ahora que lo pienso. ¿Quién es el prota con el que se besa la chica ochentera?
–Chris Pratt.
–No lo conozco.
–Er... en realidad sí, señor. Es el nuevo Indiana Jones.
–¿Shia?
–No, definitivamente no es Shia.
–Me gustaba Shia.
–Solo a usted, señor.
–Entonces no es Shia.
–No, no es Shia. Pero Pratt es mejor que Shia. Tiene la capacidad de hacer que parezca que la mierda no le salpica. Siempre parece pasárselo bien. Y tiene una vis cómica muy acentuada. A veces demasiado, pero para el guión que me han dado...
–¿Y da como Indy?
–Da como Indy y da como el protagonista de Jurassic World, sí. Es el entrenador de raptors. El que lleva la Triumph por la selva tropical y se tiene que beber la Coca Cola.
–Pero has dicho que no había química entre ellos.
–Ni un gramo.
–Ni con los niños.
–Esos niños no tienen química con nadie.
–Entonces tampoco les hará de falso padre como en la primera.
–Para eso ya está la joven del agua.
–Ya, pero esos niños deberían sufrir algún conflicto con sus padres, también.
–Claro.
–Algo que les afecte mucho.
–Sí, cómo no.
–Que se estén divorciando, por ejemplo.
–Los padres se divorcian.
–Sí. ¿Se escapan los niños en algún momento?
–Evidentemente. En lo más chungo de la crisis del parque.
–Pues antes incluye una escena con lloros porque sus padres se divorcian. Haz que hayan leído sus mails y que el pequeño llores desconsoladamente por la separación de sus padres y que el mayor no sepa como consolarlo.
–Quizá deberíamos retocar la primera escena, en la que a los padres se les ve felices...
–No hace falta, hombre.
–Pues entonces cerraremos la subtrama al final, cuando los padres entren en la isla a pesar que esta está siendo evacuada y se dirijan al hospital de campaña...
–No, no, no. No pierdas el tiempo. Una escena suelta de niño llorando bastará. Tampoco es que influya mucho en la trama, ¿verdad?
–En absoluto.
–Los niños nunca deben morir pero deben llorar por sus padres. Lo que yo te diga, Bob, una escena y basta.
–Niños que lloran. Divorcio. Bien. Así lo haremos.
–¿Y el malo? Siempre debe haber un malo.
–Pues tenemos dos. El Indominus Rex, que es muy malo requetemalo. Y un militar de la InGen que quiere usar a los raptors como arma de guerra.
–Militares malvados. Bien. Un clásico. ¿Y quién lo interpreta?
–Vincent D'Onofrio.
–¿Y qué te parece?
–En Daredevil ha hecho un Kingpin cojonudo. A ver lo que saca de este guión.
–¿Qué problema hay?
–Pues que no hay por dónde coger a su personaje. Es un obseso emperrado en usar raptors amaestrados incluso cuando ve que no responden del todo al instructor. Un codicioso en la línea de la primera peli.
–¿Y también hay un infiltrado?
–Más o menos. Un chino del laboratorio que también se mueve por la pasta.
–¿Y el director del parque? Ese al menos es bueno, ¿no?
–No queda claro. Al principio queda como que se preocupa por la felicidad de los animales y que el parque sea una experiencia maravillosa, pero hay un momento en el que se vuelve un déspota cegado por el dinero.
–Y recibe su castigo.
–Muere en un accidente de helicóptero que él mismo pilota.
–¿Y eso?
–Llega un momento en el que es el único piloto que queda en el parque.
–¿El director del complejo?
–Sí.
–El único piloto.
–Sí. Y debe transportar militares con armamento pesado. Ahí muere.
–El director.
–Sí.
–Del parque.
–Eso es lo que dice el guión.
–Porque los militares no tienen pilotos.
–Es que hay diferentes tipos de militares. Están los de contención, que parecen superpreparados pero mueren todos en el primer ataque del Indominus porque este se puede camuflar entre la maleza.
–¿Cómo?
–Tiene genes de sepia. Pero bueno, es un detalle. Tampoco lo usaremos más. Las habilidades del raptor solo le duran una escena. Como la de camuflar su temperatura corporal.
–¿También puede hacer eso?
–Sí, claro, es la única manera que el prota y unos secundarios que van a morir entren en su jaula.
–¿El experto en dinosaurios entra en la jaula del bicho más peligroso de la isla sin comprobar al cien por cien que aún sigue ahí?
–Sí, esa es la idea.
–Algo descabellado, ¿no?
–Es que no se les ocurrió otra manera de ponerle en peligro. De todas formas, mueren los secundarios, como le digo. Un par de gordos que trabajan de técnicos y de seguridad.
–¿Muertes cómicas?
–Si eso existe.
–Lo digo por lo de gordo.
–Es que, mire, he estado echando una ojeada al cásting y todos los empleados del parque son muy feos. No solo los gordos de la jaula: hay dos delgaduchos que también tienen sus momentos de peligro cómico.
–Si crees que funciona...
–Espero que sí.
–Aunque el protagonista tiene un amigo fiel que destensa las situaciones, aunque aporte más bien poco.
–¿Otro alivio cómico?
–Sí.
–Al menos será negro.
–Claro. Es el de Intocable.
–...
–¿Le conoce?
–Esa película me hizo llorar. Me emocionó.
–Señor Spielberg.
–¿Sí?
–En realidad yo quería pedirle permiso para copiar algunos de los planos más memorables de la primera.
–¿Y eso?
–No tengo mucha imaginación y la verdad es que soy bastante de rodar al mogollón, así que he pensado que poner algún plano suyo y llamarlo guiño funcionaría.
–¿Cuáles?
–No sé. El de la bengala delante del T-Rex. El del vaso de agua temblando. El de los bichos en el retrovisor.
–Quita lo del agua, que está muy sobado. Y en el de los bichos en el retrovisor, sácale el mensaje de "objects in the rear view mirror" que era lo que le daba gracia al chiste, para que no se note.
–¿Entonces puedo hacerlo?
–Sí, claro. ¿Tú crees que a mi me preocupa mucho lo que estéis haciendo con la película?
–No, no. Ya veo que no.
–Consígueme dinero, resucita la franquícia. Con eso basta.
–Faltan los otros militares.
–¿Qué?
–Que había dos clases de militares. Los de contención y los otros.
–Mercenarios chungos.
–Sí.
–Bien. Ahí. Me gustas, muchacho. ¿Y cómo mueren?
–Los devoran los raptors.
–¿Pero no eran buenos?
–Van cambiando de opinión, como casi todos los personajes de la peli. En realidad, nadie es muy coherente, ni siquiera los dinosaurios.
–Pero se ve como mueren.
–Les han puesto cámaras en la cabeza y vemos primeros planos de sus caras gritando.
–Son dinosaurios que saben encuadrar.
–Mejor que usted y que yo.
–Chico, no te pases.
–Perdón, mejor que yo.
–Oye, mira, que se está haciendo tarde y me apetece salir a tomarme un batido. ¿Tienes algo más que preguntarme?
–Miles de cosas. Ya le digo que estoy acojonado. No sé qué hacer con muchas de las escenas.
–Da igual. La gente no quiere verte a ti. Ni siquiera quieren un suspense bien construido, ni escenas muy complejas. La gente va a ver a dinosaurios luchando. Termina la peli con muchos bichos saltando unos encima de otros y mordiéndose y desgarrándose, y el público saldrá de la sala con un buen sabor de boca.
–No todo el mundo, señor. Seguro que a algunos no les gusta.
–Amargados. Se les hace creer que con quince años hubieran disfrutado muchísimo de esta película y que es la edad lo que los ha vuelto una cínicos. Se les intenta hacer que se sientan culpables para que compren el blu ray o vayan a ver la segunda parte, cuando la hagas.
–Sería la quinta.
–¿Cinco, ya?
–Muchos dinosaurios al final, pues.
–A piñón. Y cuantos más grandes mejor.
–Ahora tenemos uno acuático que es como cinco ballenas juntas.
–Pues ese se lleva el gato al agua. Y pon el T-Rex. El T-Rex tiene que salir.
–En el guión no está.
–Sácalo una escena. Y que la prota corra con tacones delante de él.
–Sí, eso ya me lo ha dicho.
–Eso da mucha risa, verdad.
–Sí, sobretodo a los militares que llevan tres películas muriendo devorados con todo el equipamiento de guerra que llevan encima.
–Pues más risa aún. Saca al T-Rex y verás como la gente aplaude al final de la peli.
–Muchas gracias, señor Spielberg.
–A ti, Bob. Que tengas un buen rodaje.
–Gracias, gracias, gracias.
Clanc
–¡¡¡¡Stevie!!!!
–¿Qué quieres, Kate?
–¿Quién era?
–¿Quién era quién?
–El pesado de la llamada. Te ha retenido un buen rato.
–Ah, nada. El hijo de Tom Hanks.
–¿Y qué quería?
–¿Qué quería quién?
–El hijo de Tom.
–No sé qué de unos dinosaurios. Oye, Kate, ¿has visto el teléfono por aquí? Tendría que hacer una llamada.