Sunday, December 28, 2008

The Spirit, de Frank Miller


La perfecta mixtura de narrativas de The Spirit da como resultado uno de los mejores films, sino del año, sí de la década. Miller consigue con The Spirit sobrecogernos con su relato negro y rasposo, plagado de escondrijos donde late el buen cine, para darnos una lección no tan solo sobre el séptimo arte, sino sobre la vida y la muerte en general. ¿Qué es The Spirit sino una alegoría sobre nuestras metas vitales incluso más allá de la visita de la Parca? ¿No es La Ciudad una metáfora de nuestro desangelado mundo moderno? ¿No es el reflejo de una burocracia paralizante que se ve rota por las emociones de un ser de ultratumba que rasga el cielo nevado con improntas de color? The Spirit es eso y mucho más. Un film digno de un Orson Welles hasta las cejas de LSD.

Feliz Día de los Inocentes, pues.

Al trapo.


-Will... Will... ¿Estás ahí?

-...

-¿Will?

-Frank, déjalo. Está muerto.

-Lo he hecho antes, Robert. Te lo juro.

-Tengo la vista quemada de tanto mirar a las velas, y el terciopelo negro de la mesa me da corriente estática. Will no va a aparecer, Frank.

-Cuando estuve con los indios contacté con mis ancestros.

-Sí, pero eso era por el peyote, Frank. Will Eisner no vendrá hoy.

-Te digo que vendrá.
-Yo me largo.

-¿Y mi proyecto?

-Tú lo has dicho: tu proyecto. Yo paso. Con Sin City nos salió la cosa bien. Con Grindhouse la cagué. No vuelvo a meterme en camisas de once varas.

-¿No lo entiendes, Robert? The Spirit puede ser Sin City 2

-Ya estamos haciendo Sin City 2, Frank.

-Bueno, pero puede ser Sin City 2 antes de Sin City 2.

-Va a ser un castañazo, que te lo digo yo. No se debe tentar a la suerte.

-La suerte está de nuestra parte.

-Claro, mira lo que pasó con Spy Kids. Hice un mierdo así de grande y triunfó. Y luego versiones y reversiones y segunda y tercera partes, para aprovechar la buena suerte. Ni para los muñecos del happy meal la querían, al final.

-¿Will?

-Frank, que estás pesao... Que Sin City no es The Spirit. Que son mundos diferentes. Además tu comic ya tenía esos juegos de luces y contrastes. Eisner era más abigarrado y más dinámico. Mucho más dinámico.

-Por eso quiero hablar con él. Que me muestre el camino.

-¿Tu no me escuchas cuando hablo, verdad?

-Will, únete a nosotros...

-Lo que te dieron los indios te ha dejado secuelas, Frank.

-Secuelas. ¡Secuelas! Si podemos hacer la trilogía de Sin City y construir una saga con The Spirit ya nos retiramos. Mira Batman: me copian el Dark Knight y se hacen de oro. Yo tambien quiero una parte dels pastel.

-Un pastel es lo que va a salir como sigas con la idea de hacer esta peli. Que te he visto algunos story boards y no sirven ni como reposavasos.

-¡Qué sabrás tú de novela gráfica!

-¡Qué sabrás tú de cine! Que en el rodaje de Sin City solo te dedicabas a magrear a Jessica Alba.

-Era mi personaje.

-Una guarrada es lo que era. Que parecías un perturbado. Haz como yo, joder. Fílmalas de forma bonita, erótica, como a Salma en Abierto hasta el amanecer. Que no se note que lo haces para pajearte.

-Vale, vale. Lo haré.

-¿A quién tienes para el reparto femenino?

-A Jaime King, Eva Mendes, Scarlett Johanson...

-¡Toma ya! ¿Y quieres hacer The Spirit? Rueda una hora y media con estas chicas paseando por delante de la cámara y lo petas.

-No creas que no lo he pensado. Pero la historia es lo primero.

-No me jodas. Con todas esas tiparracas en pantalla nadie se va a fijar en la historia.

-Quiero contar algo. Quiero ser trascendente.

-Trasciende, a ver.

-Mira: la historia de Spirit. La del poli que es asesinado y vuelve a la vida de forma inmortal.

-Ajá. Como Robocop.

-No, no. Como El Cuervo.

-Pero ese no era un poli. Ese era un Charles Bronson gótico con rimmel en los ojos.

-Pero saltaba de edificio en edificio, por los tejados, en una ciudad oscura.

-Vale, te compro la moto. ¿Qué más?

-¿Cómo que qué más?

-Con eso llenas el prólogo. ¿Qué viene luego?

-Bueno... es lo que quería preguntar a Will...

-O sea que no tienes nada.

-Un poli resucitado.

-Y un puñado de tías buenas.

-Sí.

-Y muchos lápices de colores.

-No. Solo rojo y negro, por el rollo de ser anarquista e ir por libre y eso.

-Frank.

-¿Qué?

-Déjalo. Va a ser una mierda. Y te lo dice alguien que no sabe nunca cuando parar.

-Tengo a Samuel L. Jackson.

-Y quién no...

-¿Por qué dices eso?

-Porque Samu se apunta a un bombardeo. Mierda que se rueda, mierda en que actúa.

-Pues no es barato.

-¿Y de qué hará? ¿De poli duro y socarrón o de caballero galáctico duro y socarrón?

-De malo duro y sensible con los ojos pintarrujeados.

-Eso no se coge por ningún lado.

-Mira, tengo algunas pruebas de vestuario suyas. Aquí... y aquí...

-¿Pero qué mierdas es esto?

-¿A qué te refieres? ¿Al sombrero gigante o al disfraz de nazi de segunda mano?

-¡Me refiero a esta estética salida de Rocky y Bullwinkle!

-¿Lo qué?

-La farsa esa con la que engañaron a DeNiro. El principio del fin, el advenimiento del apocalipsis.

-¿No te gusta la ropa?

-(Sput sput)

-Tampoco es necesario escupir, Robert. Que el fotoprix no es barato y son las únicas que fotos que tengo.

-Ahora ya es definitivo, Frank. Yo no me meto en esto.

-Vale, vale. No te pongas así.

-Frank, tío, que esto no va a ningún lado. No tienes historia, no tienes nada.

-Haré que The Spirit vaya a la caza de Octopus.

-¿De quién?

-Octopus: Samuel L. Jackson.

-Con ese gorro.

-Sí. Voy a detener a Octopus, dirá, con semblante serio, al inicio del film.

-Vale. Pero no lo encontrará hasta el final.

-Uy, no. En la primera escena ya se enfrentará a él.

-Vaya. Tiene que ser algo trágico, épico, para poder mantener el ritmo. ¿Qué tienes pensado? Algo como la lucha entre Obi Wan y Darth Vader en la Estrella de la Muerte?

-No, no. Ahí voy a innovar. He estado viendo mucho cine español últimamente.

-¿Cine español? ¿Amenábar? ¿Almodóvar? ¿Fresnadillo?

-¿Has visto Mortadelo y Filemón?

-No.

-Ese es el camino a seguir, Robert. Lo veo. El comic toma el cine. Voy a adaptar The Spirit como se adaptó Mortadelo y Filemón.

-¿Era buena?

-Buenísima. Unas hostias como panes.

-Vale. Entonces tenemos al héroe... ¿quién es el héroe?

-Gabriel Macht.

-¿Quién?

-Gabriel Macht. Salía en Sensación de vivir.

-Te has dejado todo el dinero en actrices, ¿verdad?

-Son más resultonas en pantalla.

-Pajillero.

-Si uno no hace lo que le gusta...

-Venga, tenemos al héroe enfrentado a Octopus. ¿por qué?

-¿Cómo que por qué?

-¿Cual es su motivación?

-¿Will? ¿Will?

-Will no va a venir, Frank. Deberás responder tú a esa pregunta.

-Pues... pues Octopus era un forense loco que hacía experimentos y resucitó al poli muerto y siguió haciendo experimentos. Y ahora el poli y el forense son inmortales.

-¿Y?

-Y ya está. The Spirit quiere detener a Octopus.

-Un forense que se vuelve villano crea a un héroe inmortal.

-Y los secuaces del villano perseguirán al héroe para matarlo.

-Al inmortal.

-Sí, pero como son clones gordos y estúpidos no se dan cuenta que es imposible y siempre fracasan.

-Y Octopus es el único sensato.

-No. Octopus es un villano de perfil bajo. Muy chillón, con trajes de mafioso barato y el logo de Catalunya Radio tatuado en la nuca. Scarlett Johanson es su ayudante.

-Scarlett como dominatrix.

-No exactamente. Aún no sé muy bien como definir su personaje. Supongo que saldrá siempre como muy misteriosa.

-Enseñarás el escote, al menos.

-Sí, pero tampoco mucho, que la Mendes se pone celosa.

-Eres consciente que hay ciertas lagunas en el argumento.

-Bueno, se rellena. Pongo algo mitológico, que siempre queda muy alegórico.

-Mitológico.

-Sí, yo qué sé. La sangre de Heracles. Que si se la beben se vuelven inmortales.

-¿Pero no eran inmortales ya?

-Sí, pero eran inmortales como de ETT. Con la sangre de Heracles lo serán de contrato indefinido.

-Muy lógico, sí.

-Y tambien pondré algunos flashbacks muy largos y tediosos.

-Eso siempre apesta, bien hecho.

-¿Te ríes de mi?

-¿Quién, yo? No, no. Aún no. ¿Y también le piensas poner voz en off, como en Sin City?

-Sí, pero solo a ratos.

-Porque mucho molesta, ¿no?

-Sí. Cuando no tenga otro recurso la usaré. Pero bueno, que a malas hago que muchas escenas pasen fuera de plano y todo queda como muy intuido.

-Muy inteligente, Frank.

-¿Por qué te pones la chaqueta, Robert? Si no hace frío.

-Náh, que me he acordado que tengo que ir a hacer unos recados.

-Espera, espera, ¡que aún no te he hablado de Paz Vega!

-¿De quién?

-Que ya te he dicho que he estado viendo mucho cine español, Robert.

-¿Quién coño es Paz Vega?

-La que hizo Spanglish.

-Carrerón, vaya.

-Sí. Nos ha costado cuatro duros y tiene unas abdominales brutales. Además, se acaba de poner tetas y se le ha ido la mano. Tendrías que verla.

-Abdominales y tetas. No puedo negar que como currículum pinta bien.

-Sí. Y cuando veas el papel que le tengo reservado...

-¿No tienes fotos de esta?

-Están pegajosas.

-Vale. No sigas. ¿De qué hará?

-Será una bailarina francesa exótica experta en el uso del sable.

-O sea que saldrá en bikini.

-¡Sí!

-Frank, si quieres un consejo, haz que las tías enseñen mucha pechuga.

-Eso está hecho, Robert.

-¿Harás tú el guión, al final?

-Pues supongo que sí, porque si Will no viene...

-Si Will ha oido esto, te aseguro que no vendrá.

-Esta tarde mismo haré el guión. Tampoco es tan difícil, ¡que soy un tótem del cómic, joder! Puedo escribir muchas frases pretenciosas y vacías para rellenar minutos.

-Te creo, Frank. Oye, en serio, que me tengo que ir. Que me cierran el videoclub y quiero alquilar Dick Tracy, que tampoco estaba tan mal.

-Yo me quedo un rato más, para ver si viene Will.

-Frank.

-¿Sí?

-¿Tú sabes lo que es la vergüenza ajena?

-Más o menos.

-Que pases un buen día, Frank.

-Gracias, Robert. Quedamos para lo de Sin City 2, ¿no?

-Si de caso ya te llamo yo.

-Vale, vale.

-Adiós.

-¿Will? ¿Will?


Thursday, November 27, 2008

Quantum of Solace, de Marc Forster



Una de las virtudes del actual Barça es su fluidez en el juego. Todo el equipo la toca y la toca y el balón avanza endiabladamente hacia la portería, donde Messi o Etoo no tienen piedad. Así era Casino Royale: un partido exquisito con una partida de póker como gran rondo central.

Quantum of solace sale al campo y empata contra un equipo pequeño. ¿Las razones? El juego se ve interrumpido contínuamente por las faltas de un director que se ve incapaz.

Gracias a Dios, parece que ésta va a ser la primera y última incursión de Marc Forster en la saga Bond. Y es que no se puede dar las riendas de un film de estas características (fuertemente controlado por los productores) a un director modernillo que se las da de autor. Martin Campbell demostró con la rompedora Casino Royale ser un artesano disciplinado y muy competente, que dirigió el resurgir de la saga de la forma que esta necesitaba. Marc Forster se pierde en cierto delirio de autoría y denúnica social (esas imágenes de los sedientos indígenas bolivianos) y renuncia a la evolución que se apuntaba en el primer capítulo de esta supuesta trilogía.



No es que Forster renuncie a los estereotipos Bond (que renuncia), sino que abandona la línea progresiva de su predecesora (la que apuntaba que tarde o temprano llegarían los malvados megalómanos, los esmóquins bajo el traje de buceo, los artilugios de Q, en un contexto más o menos realista) para entregar una ramplona cinta de acción sin emoción, un sucedáneo de Bourne confeccionado como un contínuo coitus interruptus.

En el apartado positivo, tenemos esa primera persecución en coche por Italia (fantástica), la aparición de un transmisor marca Q, la escena de combate aéreo, Judi Dench como M, y la aparición de ese misterioso grupo secreto llamado Quantum (una suerte de neo-Spectra).



Pero Forster y el guión de (entre otros) Haggis despojan este capítulo de cualquier atisbo de sentido del humor (y no en el sentido rogermooriano del término, sino el más sibilino y cruel de la primera entrega) y glamour (Bond es un matón sin matices). Hacen de la película una sucesión estúpida de escenas de acción que nunca llegan al clímax, y que siempre se ven interrumpidas de forma abrupta (después de la adrenalina del salto sin paracaídas sale un ministro firmando papeles, en uno de los cortes de rollo más brutos de la cinta, lo que aburre hasta las ovejas. Es de vergüenza ajena lo mal montada que está la escena paralela de la ópera y los tiroteos, que habrá hecho sacar humo al teléfono de Coppola. Estas son las faltas de equipo pequeño, que no dejan jugar a futbol con fluidez.

Que el guión sea inverosímil ya forma parte de la saga, pero aquí se da una vuelta de tuerca en comportamientos imposibles. Así, la chica Bond reaparece tras intentar ser asesinada con el tipo que ha ordenado su muerte, como si nada pasara. Y Mathieu Amalric (insuficiente villano) tiene un plan tan idiota como cualquiera de los del doctor Maligno.

Luego hay cosas que no se entienden, como lo que le pasa a Mathis (lo del abrazo, lo del alias, todo, vamos, que no se entiende), lo mala que es la canción del principio (y los títulos de crédito, pedorrosamente infumables), la quemadura de la espalda de la chica Bond (eso, que no tenga tetas y que su moreno sea misteriosamente quiqueguaschiano) o el final apático y (como dijo un amigo) muy al imperio contraataca pero en soso.

Además, ¿por qué no hay sexo?

Un consejo para los productores de la saga. El agente secreto que salta de balcón en balcón es Bourne. Y como mucho el muñecajo del Prince of Persia. Bond tiene más categoría que eso. Puede perseguir a alguien sin despeinarse. Y si se despeina, soltará un comentario con su habitual flema británica. Se pueden filmar las escenas de acción de muchas maneras, y no siempre tiene que ser con planos cerrados a lo Nolan. A veces me gusta saber quién dispara a quién, o porque esa lancha sale volando cuando se le echa un ancla dentro.

Ahora dicen que Forster (que firmó Tránsito, quizá la película con mayor error de punto de vista de la historia de cine) rodará World War Z. Cachis.

Solo espero que el siguiente director que se haga cargo del tercer episodio de la trilogía 007 sea consciente que la gracia de este nuevo proyecto es que contar el origen del espía, que evolucione, que crezca, y que se convierta en el hijodeputa que todos conocemos, pero adaptado a los nuevos tiempos.

Que acabe siendo Bond, James Bond.


Tuesday, November 11, 2008

JCVD, de Mabrouk El Mechri



No siento una simpatía especial por Van Damme. He asistido atónito a al auge de su carrera, de Kickboxer a Time Cop, pasando por Lionheart o la nada desdeñable Soldado Universal, que brilló con cierto éxito en un corto período de cinco años (del 89 al 94).

Quien más quien menos recuerda ese Van Damme. Una época de videoclubes en la que las pelis de mamporros seguían siendo las reinas del alquiler, y Van Damme se abría de piernas como solo Jeena Jameson sabía hacer por aquel entonces. Recuerdo que, incluso, alguna chica se excusaba cuando era pillada dentro de una sala viendo Double Impact diciendo que el belga tenía un buen culo.

Cuando el luchador cayó en desgracia (y, con él, todo un género), dio el paso a guionista, firmando piezas tan naif (y malas) como The Quest, The Order o Legionario.
Hace ya un tiempo que Jean-Claude Van Damme se ha perdido en su propio personaje, repitiendo clichés en películas de bajo presupuesto que ni se estrenan en cine. Y ahí es donde JCVD empieza su juego.

Quizá el referente más directo es la película de Spike Jonze Cómo ser John Malkovich, en la que el actor se interpretaba a si mismo. O la serie Extras, donde algunos actores hacen gala de un sensacional sentido de la autoparodia.

Van Damme as himself: un actor decadente que no encuentra papeles más allá de films de muy bajo presupuesto y que vive aún en el imaginario de la gente como una especie de estrella belga que supuestamente triunfó en Hollywood. Van Damme acosado por los problemas más mundanos: la pérdida de la custodia de su hija, la falta de liquidez o el constante uso de su filmografía en su contra.

Y en este drama irrumpe de golpe una película de atracos. Van Damme, la persona, deberá vivir lo que tantas veces protagonizó como personaje. Aquí está el núcleo de JCVD: hasta qué punto el hombre depende de su pasado, y en este caso de un pasado público, conocido, y juzgado por todo el mundo.

JCVD no es una película redonda, pero aporta algunas reflexiones muy interesantes. La parte inicial se resiente de un exceso de hincapié de lo bajo que ha caído Van Damme. Podría hacerse más breve o más sutil, porque se acentua el drama innecesariamente y alarga una introducción que, al fin y al cabo, somos capaces de intuir. La parte del atraco, rodada fragmentando los puntos de vista (muy a lo Kubrick en Atraco Perfecto) es más interesante, porque pone a Van Damme donde queremos. Y le desnuda de toda épica. No hay patadas ni grandes aspavientos, no hay el heroismo que nos ha vendido en la primera (y magnífica) escena. Es un rehén más o, peor, un rehén famoso, que convierte un simple robo en una oficina de correos en un acontecimiento mediático.




El film juega con las expectativas que el propio Van Damme genera, tanto en la policía como en los atracadores. Los rehenes quedan demasiado desdibujados en favor del trío de delincuentes (aunque nadie se crea que Arthur tiene 32 años, cuando aparenta 52). Van Damme se comporta como un humano más, aunque la gente espere de él que sea un héroe. Y él se sabe perdedor.

JCVD me recordaba, en ciertos momentos, a Rocky Balboa, en la que Stallone da el merecido homenaje a su personaje más entrañable desde la decrepitud. JCVD es un homenaje a Van Damme, pero de una forma cruel, dura, y sin ningún tipo de concesión. El mismo Van Damme habla de su adicción a las drogas (ya superada, por lo visto) en un monólogo desgarrador, en la que es la mejor interpretación de su carrera (también es mala suerte que haga de él mismo). Es una quema de demonios en la prisión dorada de la fama. Hay ciertos guiños irónicos que no deben pasar por alto al espectador, como por ejemplo que el negociador de la policía monte su base de operaciones en un videoclub, o que uno de los atracadores acuse a John Woo de haber olvidado al actor en su consagración en Hollywood.

Van Damme se muestra como un personaje casi Shakespearano, el Hamlet que sabe que debe actuar pero no lo hace por cobardía, y que se plantea hasta qué punto es merecedor de las desgracias que le ocurren. Y en este punto es donde el film gana enteros, más allá de la anécdota del atraco y las conversaciones sobre Steven Seagal.

Y como en Hamlet, las acciones pueden ser tardías y erróneas, y traer trágicas consecuencias.
Vivimos en un mundo sin videoclubes, donde Van Damme se sentía a salvo.

Monday, September 22, 2008

Wanted, de Timur Bekmambetov


Wanted es un cómic gamberro de Mark Millar sobre una hermandad de supervillanos que han conseguido erradicar a todos los superhéroes del mundo. Un mindundi pusilánime es reclutado y adiestrado en el arte del asesinato por la hermandad, ya que su padre, al que dan por muerto fue el asesino más efectivo de todos los tiempos y esa es una de esas cargas genéticas que no se saltan una generación.

Wanted, de Timur Bekmambetov, solo respeta la primera viñeta de la historia, para transmutarla de cabo a rabo y ofrecernos una visión bien diferente.

Podríamos decir que se ha perdido parte de la mala baba por el camino, sí. Pero es quizá el precio que hay que pagar (al fin y al cabo es un blockbuster para todos los públicos) para depurar una historia que, por suerte, ya no incluye ni mallas, ni capas ni dimensiones paralelas.

¿Se le puede llamar adaptación? Pues, la verdad, el debate está abierto pero resultaría baladí. Wanted, el film, tiene poco o nada que ver con el original ilustrado. Y mejor así.

Otro cantar es si Wanted revoluciona el cine de acción como he leído en algún sitio (comparándolo con la magistral y aún no superada La jungla de cristal), o abre nuevas fronteras. Dudo que sea así, porque la película de Bekmambetov no es más que una puesta al día de clichés conocidísimos mediante técnicas en absoluto novedosas. Si queda alguien a quien a estas alturas le sorprenda el bullet time (a punto de cumplir diez años, con Matrix) debe ser porque ha vivido encerrado en un zulo con un VHS con las cintas de My Fair Lady y Kramer contra Kramer todo este tiempo.

El reciclaje en cine no es malo si está bien compactado, y este es el caso de Wanted. No una obra maestra, pero sí una de las películas más entretenidas y desacomplejadas del último año.

Wanted es la suma de la filosofía de la ya citada Matrix, con el temperamento y el nervio de la saga Bourne, y el arco argumental de Star Wars. Por fortuna, el engranaje no solo funcione bien (mejor que bien), sino que rinde a plena potencia.

¿Cuáles son los ingredientes que cuajan en Wanted? Quizá el más importante, o el más visible, es el notable talento visual de su Timur Bekmambetov, que despuntó con el díptico ruso de Los Guardianes -del día/de la noche- y que demuestra que para tener un universo propio no significa siempre redundar en bichos extraños y ambientes gótico-emocionales (¿me escuchan bien desde la última fila, señores Burton y Del Toro?). Bekmambetov construye sus historias en un mundo real regentado por leyes distintas a las que conocemos. Para él, conceptos como la gravedad o el tiempo son meras ilusiones, tabletas de barro que se pueden moldear a placer. Y se agradece que tal efecto esté integrado en la historia, y no sea un recurso más para epatar al espectador.

Historia, digo. Bien. Lo de siempre. El superhombre nieszchiestiano. El don nadie que tiene escondido un mesías o un anticristo en su interior. El Luke Skywalker, el Neo, el Spiderman de turno. La trama, la hermandad secreta de tejedores del destino (sic) que asesinan según los dictados de un código ininteligible es una chorrada que sirve como excusa para mostrar las set-pieces de acción más espectaculares en lo que va de año (señor Nolan, le oigo roncar en las últimas filas!). Persecuciones imposibles, disparos increíbles y una resolución original son la base de Wanted. Y son más que suficiente para disfrutar durante las dos horas de proyección.

Además contamos con un James McAvoy que se lo pasa en grande haciendo de antihéroe (y que parece un joven Russell Crowe), una Angelina Jolie entestada en hacer de dura (de su actuación solo recuerdo la fugaz escena en la que sale del baño... desnuda) y un Morgan Freeman que repite el papel de todopoderos en Como Dios (es uno de los tres registros de Freeman: otro es el de señor triste y el tercero es el de exsecretario general de la ONU).

Hace una semana que ví la película y mi percepción del cine de acción no ha cambiado. Ni me acuerdo de cómo se llama el protagonista, aunque desde luego no es John McClane. Pero sé que ese fin de semana salí del cine con una sonrisa de oreja a oreja, con ganas de echar una partida de tiros en el salón recreativo más cercano, emulando las bizarras aventuras de Wanted.

Sunday, September 14, 2008

Hellboy II, de Guillermo del Toro


Pues parece confirmarse poquito a poco que Guillermo del Toro es un poco como Tim Burton, con sus cosas buenas y sus cosas malas.

  • Las cosas buenas ya las sabemos más que de sobras: ese perfeccionismo visual, ese universo propio reconocible en cualquier fotograma de sus films, ese toque personal.
  • Las malas, que se olvida de detallitos tan insignificantes como el ritmo narrativo o un argumento interesante.

Así que Hellboy II parece más un espléndido catálogo de monstruos que una película de cine. Y eso, personalmente, me aburre.

La historia (mucho menos Mignola que la primera parte), parece una versión ampliada de El laberinto del Fauno, hasta tal punto que esperava ver salir a Sergi López vestido de facha para enfrentarse a Rojo en cualquier momento (apreciese la minuciosa elección de términos para construir una metáfora que Del Toro ni siquiera habrá imaginado). La trama, un príncipe de los elfos sin carisma decide que es hora de combatir a los humanos, y Hellboy deberá impedirlo, a la vez que intentará que su relación con Liz avance. Ya está. Dos horas y pico para eso. Monstruo tras monstruo tras monstruo, la historia no va a ningún lado que no sepamos que irá de antemano. Plantas antropomórficas gigantes, mercados subterráneos que parecen el consulado de Mos Eisley, ángeles de mil ojos, rocas vivientes, bichejos carnívoros, enanos sin piernas... van desfilando para empachar al espectador. Los diseños son magistrales, sí, pero a la media hora ya estás deseando que vayan al grano. Los films de Del Toro me dejan cada vez más frío, y me cuesta empatizar con sus protagonistas.

Los diálogos en Hellboy II son superficiales, tontos o infantiles, y el montaje parece hecho a trompicones. No es una mala película, es una película aburrida y totalmente desaprovechada. Sobre las peleas, si visteis Blade II, pues son un calco.

Si a eso le añadimos que algunos de los personajes tienen un lamentable doblaje al castellano (Santiago Segura como Krauss, el moreno de Cruz y Raya como Abe, y solo se salva Buenafuente como uno del que no recuerdo el nombre), la experiencia a veces se convierte en desagradable.

Guillermo del Toro, por libre, tiene el poder de perderse. A veces sería deseable que un productor le atara corto y le hiciera ceñirse a un estilo más clásico (como Mimic, o El espinazo del diablo), aunque ello significara acotar un universo que amenaza de desbordarse.


Por cierto, el ejército dorado del título es un bluff.

Friday, August 08, 2008

Wall-e, de Andrew Stanton


1982. Elliott escapa en su bicicleta con ET medio oculto en la canasta. El extraterrestre le hace volar junto a sus amigos, y la silueta del niño pedaleando se recorta contra la luna.

2008. Wall-e y Eva bailan ingrávidos alrededor de la nave espacial.

Me resulta absolutamente imposible escribir nada mínimamente crítico acerca de Wall-e. Ayer no vi una pel·lícula de cine. Ayer sentí una pel·lícula de cine.

La última producción de Pixar consigue lo que solo consiguen los grandes: emocionar. Va directa al corazón, rompiendo cualquier barrera analítica construida con los años. Wall-e se disfruta (dis-fru-ta) con la boca abierta y la piel de gallina, con high-lights cada tres o cuatro minutos, con carcajadas, con sonrisas, con complicidad, con guiños... Wall-e te convierte en niño.

¿Dónde reside el secreto de Wall-e?

Puede que el secreto no sea solo un factor, sino la suma de muchos.



Wall-e son dos películas diferentes que se ensamblan como un mecanismo impecable. Una primera parte apocalíptica de cuarenta y cinco minutos aproximadamente, muda, sin diálogos; y una segunda de acción desenfrenada enmarcada en la más pura ciencia-ficción.

El atrevimiento de ese inicio protagonizado por un robot pequeño que recolecta tesoros de entre la basura y vive junto a una cucaracha tiene su recompensa. Se trata de una auténtica obra de ARTE, la perfección cinematográfica. Se le emparenta con Buster Keaton y Charles Chaplin, y no sin razón. La llegada de un robot (Eva) del que se enamora (¡!) da paso a una de las historias románticas más bonitas que he visto en la pantalla en años. El proceso está explicado con tanta sencillez, pero a la vez es tan franco y real, que nos identificamos con un pedazo de chatarra que suspira por una chica que le ignora. Wall-e desprende empatía y ternura, y es capaz de mostrar todas las emociones posibles con solo el movimiento de dos ojos. Atención al uso de la banda sonora, con canciones de Louis Amstrong o Michael Crawford, que encajan de tal manera que nos hacen sentir dentro de la película. Esos cuarenta y cinco minutos son un regalo para cualquier espectador, repletos de slapstick y romanticismo a partes iguales, con decenas de momentos inborrables. (*)Desde el devastador inicio con una Tierra terminal, pasando por la relación entre el robot y su cucaracha, la forma de dormir meciéndose en una estantería, la llegada de Eva, las luces de colores, las tormentas de arena, el musical revisionado en un VHS, los cuidados de Wall-e cuando Eva se pone en stand-by para esperar el regreso de la nave(*)...

El cambio se produce luego (no desvelaré mucho más, es mejor saber lo menos posible), con la incorporación de una trama más compleja, con multitud de personajes, con un ritmo trepidante y los típicos secundarios Pixar que aquí, como siempre, se salen (*)mi favorito, el boxeador tarado(*). Es la parte del mensaje de advertencia a los humanos, de la alerta de lo que le estamos haciendo a nuestro planeta y a nosotros mismos. Pero no chirría, sino al contrario. Está integrado en el devenir argumental, junto al montón de referencias cinéfilas que van de La Fuga de Logan a 2001, una odisea del espacio, y que convierten el film en un auténtico festival de magia y un deleite para cualquiera amante del cine y la ciencia ficción. (*)Atención al momento extintor, de una plasticidad conmovedora, con Wall-e y Eva bailando alrededor de la nave mientras el capitán empieza a despertar(*).

Wall-e habla, como lo hacen todas las grandes películas, del alma humana. Y como Roy Batty nos mostró dejando vivir a Deckard, nos enseña el verdadero significado de nuestra existencia.

No me tireis de la lengua. Lo explicaría todo y no quiero destriparos nada. Debeis verla. Wall-e es una experiencia fascinante e hipnótica, uno de esos extraños casos de inyección de emociones directas en vena. Y quedaros a los títulos de crédito. No porque salga nada después de ellos, sino por los títulos en sí, otra pieza absolutamente maravillosa que es un homenaje a la pintura a lo largo de la historia. Porque no me canso de repetir-lo: Wall-e es puro ARTE, con mayúsculas.



Hoy son incapaz de quitarme a Wall-e de la cabeza. La vi anoche y aún se me ponen los pelos de punta al volver a ver el trailer o recordar muchas de las escenas. Se pasará, claro. Pero durante hora y media volví a ser un niño viendo a Elliott volar.


Thursday, August 07, 2008

La Momia. La tumba del Emperador, de Rob Cohen


La Momia, de la Universal, empezó siendo un homenaje pulp a La Momia de Karloff cruzado con el estilo Indiana Jones. Su sentido del humor inocente, su descaro argumental y unos elaborados efectos especiales la convirtieron no solo en el blockbuster del verano, sino en el germen de una potencial saga. El regreso de la momia no aportó nada nuevo. Era la misma historia con muchas más persecuciones y un montón de fx más. Muy entretenida, sí, pero era como Terroríficamente muertos respecto a Posesión infernal: un más madera que es la guerra.

Luego vino la tontería esa del Rey Escorpión.

Y luego el silencio.

Tras el fiasco de la cagalera de cristal, Rick O'Connell y los suyos vuelven a la carga con unos pocos cambios.

Para empezar, se pasa de la megalomanía simpàtica de Stephen Sommers al ritmo frenético de Rob Cohen. Y cambiamos a la guapa Rachel Weisz por la extremadamente sexual Maria Bello. El escenario varía del Egipto arqueológico a la China post-segunda guerra mundial. Y Brendan Fraser... bueno, Brendan Fraser sigue siendo Brendan Fraser.



Comoquiera que soy incapaz de decir una sola maldad sobre la saga, porque me parece un divertimento sin complejos, seré breve.

La tumba del Emperador es un remake de La Momia trasladado a China. El mismo argumento, diferentes personajes. Donde había mi clon Arnold Vosloo ahora está Jet Li (bueno, un ratillo, la mayor parte del tiempo es un cgi). Donde había las pirámides, ahora la Gran Muralla. Me gusta el cambio, porque otra parte en el valle de los faraones hubiera resultado cansina. Y porque aprovechan para meter a saco todo lo que les suena a chino mitológico, como los guerreros de Xian, los dragones, los templos budistas... Lástima que a Rob Cohen no se le de muy bien esto de dirigir.

Y es que Cohen se cree un Michael Bay sin talento. Para que luego digan del director de Bad boys. Mucho movimiento de cámara, un montaje rapidísimo, muchas cosas en plano... para al final no entender la mitad de lo que se está contando. Afortunadamente se cuenta poco. Se dicen muchas cosas, sí, pero se cuenta poco.



El film es como uno de los libros de Sax Rohmer sobre Fu-Manchú. En cada página sucede algo distinto, se resuelve al pasar la hoja y vuelta a empezar. La historia funciona por acumulación, sin un hilo narrativo definido. Hay persecuciones en coche por Shangai, chicas ninja, magia negra, historias de amor inmortales, escaladas al Himalaya, viajes en avión, batallas entre miles de contendientes... sin un solo segundo de respiro. Pura serie B, basada en clichés e intencionadamente disparatada. Algo no intrínsecamente malo, de hecho a mi me gusta, pero que flojea en algunos puntos.

Los chistes, por ejemplo. La saga tenía un humor blanco, a menudo socarrón, pero apto para todos los públicos. Aquí sigue en la línea pero... no hay chistes graciosos. Son como de trámite. No te ríes. Sabes que es el chiste que toca en una determinada escena, porque sabes en qué momento tiene que entrar el comentario humorístico, pero ves que no funciona. En casi ningún caso.

Además la primera parte, con Fraser y Bello haciendo de acomodados ricachones es la más inverosímil de todas. Más que cuando Jet Li se transforma en dragón sin explicación alguna. Hay escenas, sketches, pretendidamente humorísticos que parecen sacados de un programa infantil de domingo a las ocho de la mañana.



Pero la peli pasa rápida, con un poquitito de vergüenza ajena, pero sin mucho menos la indignación que produjo el último engendro del tándem Lucas/Spielberg. Porque aquí las expectativas eran las que eran y La Momia es honesta, no engaña a nadie. No se sale mucho del mundo creado en las anteriores. A pesar de esos yeti camilleros que aparecen casi al final y que son de risa, o que la ninja y su madre duerman dos mil años en una cueva a las puertas del paraíso (donde seguro que hay extraterrestres guardando relíquias) sin que ello les suponga una contractura lumbar.

Eso sí, plagios a la trilogía de Indiana hay unos cuantos: Club Inmhotep/Club Obi Wan, templo obito/templo emperador dragón, curación shangri-la/curación grial... y suma y sigue.

Película para toda la família, en la línia de las anteriores pero sin mucha chispa (la niña de la fila de enfrente del cine bostezaba como el león de la metro) y facilona, de la que me gusta destacar el montonazo de zombies que hacen aparición hacia el final (zombies happy-meal, se entiende).


Saturday, July 26, 2008

X - Files: creer es la clave


Ring ring ring

-Buenos días, con el señor Carter, por favor.

-Yo mismo.

-¿Chris Carter?

-Sí, sí, yo mismo... un segundo, que atiendo a un cliente y ahora estoy por usted.

-No hay prisa.

-...lávelo en seco, que estas manchas son muy malas...

-Si quiere le llamo más tarde.

-No, no. Ya estoy aquí. ¿Quién ha dicho que era?

-Llamo de la 20th Century Fox.

-Ah, vale. Estupendo. De la deuda aquella, ¿verdad? Ya lo hablé con la secretaria del productor, y me dijo que estaba zanjado.

-No, le llamo por lo del guión.

-¿Qué guión?

-El que nos mandó para Expediente X.

-No he mandado ningún... ¿me puede refrescar la memoria?

-Claro. Es el de las chicas que desaparecen en un pueblecito nevado y Mulder y Scully lo investigan.

-¡Ese guión! ¡Pero si lo rechazaron para la serie!

-No me consta eso. ¿Aún está interesado en vendernos los derechos del guión?

-¿Quién, yo?

-Entenderíamos que quisiera respetar el fin de la serie tal y como lo concibió, y dejar los personajes como los dejó.

-Ya, ya. No tengo problemas con eso. Hábleme de dinero.

-Bueno, antes tengo unas preguntas que hacerle, ¿sabe? En el guión hay unas anotaciones a boli, y queremos acabar de perfirlo para poder estrenarla en verano.

-Pero no dirán a nadie de qué va, antes, ¿verdad?

-No, lo mantendremos en un secretismo absoluto.

-Mejor, mejor. Bien, ¿qué preguntas quiere hacerme?

-Sí... ok... a ver, lo primero es que... sí, aquí está... el guión no da para más de cuarenta minutos de ficción, y nosotros no estrenamos en cine por menos de hora y media.

-¿En cine?

-Sí.

-¿Quieren llevar ese guión al cine?

-Sí, ¿algún problema?

-...

-Le oigo reirse, señor Carter.

-No, no, que es tos, que tengo los pulmones mal.

-La duración.

-Sí. Está bien. Pensé que podríamos alargar los planos con panorámicas horizontales que nos muestren todos los rincones lóbregos que investigan Mulder y Scully. Entran en una habitación, panorámica horizontal. Entran un bar, panorámica horizontal. Entran en un hospital...

-Lo entiendo, señor Carter. Pero con ese truco ganaríamos solo algunos segundos.

-También se puede hacer lo de los coches.

-¿Qué coches?

-¿Ha leído el guión, usted?

-Sí.

-¿Se ha dado cuenta que salen coches?

-Sí, muchos. Los personajes están más tiempo dentro de un coche que andando.

-Pues se me ocurre que podríamos rodar cómo el coche gira una curva, cómo avanza por una recta, cómo frena...

-Coches, déjeme que apunte.

-...plano del coche desde fuera, plano del coche desde dentro, plano del coche sin luces...

-Entiendo el concepto, señor Carter. Pero piense que tampoco va a haver mucho presupuesto para filmarla. Y aquí veo exteriores.

-Por los exteriores no se preocupe. Conozco un descampado en Canadá donde podemos rodarla. Siempre está nevado y la gente no distingue la nieve de un sitio u otro. Además, hay un casucho de esos que dan miedo.

-Bien... Canadá... Pero aún y así, ganamos poco tiempo. ¿No podría escribir escenas adicionales?

-¿Para cuando?

-Lo necesitaríamos antes del fin de semana.

-¿De qué fin de semana?

-De este.

-Es que ando muy liado con la tienda, sabe. Me han llegado un montón de entregas que tienen que lavarse para una boda de la semana que viene...

-No hay problema, entendemos que es usted un hombre ocupado. Díganos alguna idea por encima y se las pasaremos a un becario para que las empaste en el guión.

-A ver... un segundo, eh... es que hace tiempo que no escribo nada... ni tengo muchas ideas últimamente... es que tuve muy mala suerte con Millenium y Harsh Realms, ¿sabe? ¿Las ha visto?

-Ni siquiera había nacido cuando se estrenó Expediente X, señor Carter.

-Ya... bueno, creo que lo tengo.

-Dígame.

-Al principio hay un cura con visiones, ¿verdad?

-Sí.

-Y les lleva al solar donde encuentra a una chica. Lo pasean en coche y tiene una visión y encuentra a la chica.

-Sí... el padre Joe, que hace tambalear la fe de Scully.

-¿Ah, sí?

-Siga, por favor.

-Pues en lugar de ir una vez, podrían ir unas cuantas. Cada vez que el cura tiene una visión, agarran el coche y se van al descampado a buscar... no sé... cachos de cuerpos.

-¿Cachos de cuerpos? Eso no tiene mucho sentido. ¿Por qué hay cachos de cuerpos enterrados bajo la nieve en medio del campo?

-Creer es la clave, señorita.

-Creer es la clave, me lo apunto.

-Entonces quedamos en eso, ¿no? Mulder lleva al cura de paseo unas cuatro veces. Cubrimos media hora larga de metraje con eso. ¿Bien?

-Estupendo. Pero la trama sigue siendo corta. Tengo anotado por aquí que los productores quieren una subtrama para Scully.

-¿Han hablado con Gillian?

-Sí, la hemos tanteado.

-¿Cómo está? A David le he visto en Californication. Lo está petando, el cabrón. Pero a Gillian no la he seguido mucho.

-Está muy guapa, y con ganas de rodar.

-Bien, bien.

-Una subtrama para Scully, señor Carter.

-Estoy pensando, estoy pensando... ella es médico, así que la pondremos en un hospital, trabajando de médico, retirada del FBI... y se encontrará con un caso que la supera y requiere que tenga fe.

-¿Qué caso? ¿Algo paranormal?

-No, un niño moribundo, que eso siempre gusta. Con una enfermedad rarísima, y con todo el mundo esperando que se muera menos ella, que luchará para encontrarle una cura.

-¿Y lo curará?

-No sé, no soy médico, así que tampoco quiero dar esperanzas a la gente que tenga esa enfermedad.

-Pues nos la inventamos.

-Tambien es verdad. Y ella descubre un tratamiento prodigioso que quiere aplicar aunque la familia y el hospital, católicos ambos, estén en contra. Lo de católicos siempre queda bien, porque todo el mundo sabe que lo dejan todo en manos de Dios.

-¿Cómo encuentra el tratamiento? ¿El caso de las desapariciones le da alguna revelación?

-No, no. Por google, como se encuentra todo.

-Ok. Scully encuentra tratamiento para niño terminal en google.

-En la primera página de búsqueda.

-En la primera página de búsqueda. Bien. Va tomando forma, pero...

-¿Sí?

-Dos detallitos de argumento.

-Dígame.

-El principio. Cuando van a buscar a Mulder para que hable con el cura chiflado...

-Quagmire, le quiero llamar Quagmire.

-Bueno, eso ya lo veremos. Cuando van a buscarle, digo. No queda muy claro cómo le convencen. De hecho, no se sabe cómo le convencen.

-¿Ha visto Rambo, señorita?

-¿Cual de ellas?

-De la dos a la cuatro.

-Bueno, es que las mezclo un poco, pero mi novio se las sabe al dedillo.

-¿Sabe cuando alguien le va a buscar al inicio de las pelis y le dice que alguien otro está en peligro y le hace chantaje emocional y le hace sentirse mala persona por no querer ayudar?

-No soy muy buena recordando películas, solo trabajo en la productora y...

-A eso se le llama deber moral. Y es lo que le pasa a Mulder.

-O sea que Mulder es como Rambo.

-En cierta manera...

-Pero eso no queda explicado en el guión.

-Pero la gente lo entenderá.

-Ya.

-Sí.

-Luego está lo de la trama principal.

-¿Lo del doctor Frankenstein?

-Es que ha mezclado muchas cosas. A Frankenstein con El Silencio de los corderos.

-La de los corderos ganó un puñado de óscars.

-Sí, pero tenía diálogos interesantes. Sin ánimo de ofender, pero usted no termina un solo diálogo.

-¿Qué quiere decir?

-Que los personajes sueltan frases al aire, sin relación con lo que haya dicho su interlocutor.

-Es como más profundo, ¿no?

-Y cuando no sabe cómo acabarlos, los personajes se callan y miran al horizonte y cambiamos de escena.

-Sí, es verdad. Nunca se me ha dado muy bien imaginarme qué pueden responder.

-Y ahora no se le ocurre nada.

-No.

-Se lo daremos al becario, y si tampoco sabe qué hacer, lo dejaremos así.

-Estupendo. ¿Algo más?

-Algunos flecos sin importancia.

-Suelte.

-¿Cómo puede ser que en un pueblo de trenta habitantes tenga una piscina municipal llena de chicas guapas y un complejos para agresores sexuales con sesenta violadores y pedófilos?

-Porque siempre nieva.

-Eso no es una respuesta, señor Carter.

-Ya le he dicho que me quedo en blanco cuando debo responder a preguntas difíciles.

-Y porque la investigación depende tanto del cura, cuando lo más fácil sería sospechar de la casa del pueblo llena de perros y alambradas donde viven los rusos?

-Porque siempre nieva... y no ven la casa.

-¿Y por qué Scully se excita tanto cuando citan la Biblia?

-¿Eso cuando pasa, que no me acuerdo?

-El cura que se parece a John Cleese lee la biblia y ella responde, a gritos, y cito textualmente: "¡A mi no me cite Proverbios!"

-Porque es católica.

-¿Y?

-¿Porque siempre nieva?

-Ok. Bien... bueno, ya casi estamos. ¿Se le ocurre alguien para dirigir... esto?

-Oh, sí, yo mismo.

-Usted.

-Sí.

-Pero si no dirige desde...

-Ya, pero esto es como ir en bici, ¿no?

-Recuerde que no hay mucho presupuesto. Solo pretendemos engañar al público durante un fin de semana.

-Ningún problema. Lo haré barato.

-Al menos no hay acción, eso es verdad.

-No. Solo un perro que muerde a Mulder y una chica que se cae de un edificio. Pero se puede rodar muy de cerca para que no se vea el truco.

-Tampoco es que haya terror.

-Quite, quite. Que a mi es que estas cosas luego no me dejan dormir. Un poco de suspensillo y unos miembros amputados y ya tenemos cubierta la cuota de truculencia.

-Ok. Para acabar, y es algo que me ha chocado a mi.

-Sí.

-¿Cómo puede un cura pedófilo violar a un monaguillo que es como veinte años mayor que él?

-Creer es la clave, señorita.

-Gracias por su tiempo, señor Carter. Le llamaremos el lunes.

-No, el lunes no, que cierro la tienda.

-Pues el martes.

-Sí, mejor. ¿Esto cómo va, me ingresan el dinero ahora o...?

-El martes concretamos.

-Estupendo.

-Buenos días.

-Adiós, guapa.

Cloc.

Friday, July 25, 2008

El Caballero Oscuro, de Christopher Nolan (2008)


Premiere europea de la última de Batman en Barcelona, cine Coliseum, los primeros en la cola desde las seis y media de la tarde, entrada a las nueve y media y aparición de los actores en el teatro a las once. Para entonces ya no me quedaban piernas, de pequeñitas que son las butacas. Maggie Gyllenhal se pasea como si estuviera drogada en Rivendel, Aaron Eckhart intenta simular que no tiene parentesco con Ben Affleck, Christopher Nolan es consciente que su cara no le suena a nadie y Christian Bale tiene prisa por largarse a zurrar a su madre.

Así que tras dos horas y media de film, al descomprimirme en la calle (ya no tengo extremidades, son archivos winrar), pienso que la peli está bien, pero tampoco es la obra maestra que nos están vendiendo por todos lados. Es más, tiene algún que otro defecto molesto. Y la puntuación en imdb (que por entonces rondaba el 9,7) está hinchadísima, más o menos como mis rodillas. Que sí, que me ha gustado, pero...

La cosa me recuerda al fenómeno Batman de Burton. La peli en si no se parece nada, claro (la he intentado ver esta mañana y no ha aguantado el paso del tiempo), pero lo que ocurre alrededor sí. Ese fue uno de los primeras films de superhéroes como blockbuster (sin contar con el Superman de Donner), y tuvo una repercusión espectacular. Ahora parece que se repite algo de ese esquema.

Han pasado dos días desde que viera el film, y los defectos se han ido amorteciendo para dejar paso a las virtudes. De hecho, mi opinión sobre El caballero oscuro va mejorando por momentos. Me está gustando cada vez más, a medida que pasan las horas. Es una sensación extraña cuando ocurre algo así (porque pasa pocas veces), y no te puedes fiar mucho de ella. Pero algo querrá decir...

El caballero oscuro no es una película de superhéroes. Ni tan siquiera creo que sea una película de héroes, en el sentido clásico. Porque Nolan decide que los héroes están condenados a no serlo. El caballero oscuro es una película de justicieros, en el sentido más amplio del término. Y, lo que es mejor, es una reflexión más profunda de lo que parece sobre la justicia y la fina linea que separa el bien del mal.

Pero prefiero empezar por los errores, que así nos los sacamos de encima y no pensamos más en ellos.



Christopher Nolan no tiene segunda unidad. Lo filma todo. Y Nolan, como ya pudimos comprobar en Batman begins, no sabe rodar acción. Se le atraganta. Las peleas son confusas, y cuesta distinguir a los personajes, o quien dispara a quien; las persecuciones están todas rodadas igual, con esos planos need for speed de coches, motos o lo que sea. Que vale, hay alguna mejora respecto a la anterior, y quizá es algo más nítido. Pero no es Leterrier, por citar un director reciente con elegancia visual en las escenas de acción. Ni el McTiernan de los buenos tiempos, a años luz.

Tampoco ayuda en exceso ese montaje asincopado. Deduzco que han querido meter tantas historias, y profundizar en todas ellas, que la narración se torna esquemática, con escenas brevísimas y escenas en paralelo que no acaban de encajar. Este es quizá el defecto que más me ha chirriado. Claro que de utilizar un montaje más clásico la duración del film podría haber rondado las cuatro horas, y eso sí sería imperdonable.

¿Era necesario abrir tantas líneas argumentales en The Dark Knight, pues?

Yo creo que sí.

La apuesta de Nolan por dar protagonismo a secundarios y villanos, elevándolos a protagonistas junto al hombre murciélago resulta acertada. Asistimos a un ensayo sobre la justícia, sus límites y sus consecuencias, en las múltiples facetas aportadas por Wayne/Batman, el Joker, Harvey Dent (y Dos Caras) o el mismo Lucius Fox. Abandona la temática del miedo que marcó Batman begins y desarrolla la de la culpabilidad del héroe, la responsabilidad y legitimidad de sus acciones. Batman es uno más en este escenario, quizá el germen de la locura de Gotham, quizá el imán que atrae a más como él. Esa reflexión sobre el vigilante es una de las grandes bazas de El Caballero Oscuro. En un momento de la película, Dent afirma algo así como "O mueres como un héroe, o vives el tiempo suficiente como para convertirte en villano".

Así que de golpe, uno se percata que no está viendo una película de superhéroes al uso, como he dicho al principio. El Caballero Oscuro es un thriller épico de justicieros, una magna obra sobre el bien y el mal, un fresco inmenso sobre el orden y el caos y aquellos que luchan en ambos bandos. El Caballero Oscuro está más cerca de Heat que de Spiderman, es más DC Comics (Detective Comics, recordemos) que Marvel. Es más policial que mutante. Es más oscura que optimista. El Caballero Oscuro es El imperio Contraataca de la saga Batman. Nadie está a salvo en ella, nadie, y el pozo de carbonita acecha en cada plano.



Mención especial para el espectacular trabajo a cuatro manos de Hans Zimmer y James Newton Howard, que dotan de personalidad y sutileza cada uno de los temas musicales compuestos para el film. Y la fotografía fría y metálica de Wally Pfister encaja a la perfección (atención a la secuencia en Hong Kong, digna de Misión Imposible, o esas luces blancas en los pisos falsos del edificio Wayne).

En el apartado actoral, y para empezar, decir que Maggie Gyllenhall sale horriblemente fea. Tiene las mejillas como balones de futbol, los ojos descolgados de la cara y las tetas de la niña Medeiros. Y eso que es guapísima, como vi en la premiere. Pero la debe haber maquillado un rinoceronte borracho. Su actuación es correcta, pero demasiado kirstendunizada, para mi gusto.
Aaron Eckhart es actor porque es rubio, tiene la mandíbula cuadrada y es alto. Aquí no lo hace del todo mal, es más, hay momento en que te lo crees, y el personaje de Harvey Dent, como reverso luminoso de Batman está muy logrado. Gary Oldman en su linea impecable, ni una sola pega, así como Morgan Freeman y Michael Caine, absolutamente espléndidos en su papel.



¿Y Christian Bale? Pues el mejor Batman y Bruce Wayne de los posibles. Cuando es el cruzado enmascarado (de Playtex) resuelve su actuación física de forma ejemplar (cuando no es un doble, claro, pero no me doy cuenta de eso), imposta la voz de forma exageradísima (pero adecuada) y esta vez no le baila la máscara por la cara (se la han hecho a medida, por fin!). Como Wayne, no llega al nivel de puterío cínico del Tony Stark de Robert Downey Jr., pero te lo crees a la perfección cuando llega a una fiesta en helicóptero agarrado a tres muchachas bien lozanas. Está impecable, y el personaje le entra como anillo al dedo. El cine entero ovacionó la machada de la moto en la pared.

Pero claro, no nos podíamos olvidar del que desgradaciadamente se ha convertido en el gran protagonista de la función. Heath Ledger, como el Joker, en un papel que será recordado durante años y que le marcará para siempre.

A ver, ¿cómo puedo decirlo?



La primera vez que aparece en pantalla, la gente arrancó en aplausos. En la segunda, el público se calla. En la tercera, estábamos todos angustiados y agarrados a la butaca.

La interpretación de El Joker por Heath Ledger es rotunda, colosal, magnífica. Absorve cada segundo que aparece en plano, y lleva un paso más allá a un personaje conocido por todos. Lo lleva al límite de sus posibilidades. Ledger actua con las tripas, usa cada músculo de su cuerpo para encarnar al archivillano de Batman, inquieta con su presencia y teje un malvado de antología. Sinceramente, la interpretación de Ledger hace que Nicholson parezca un muermo.

Además, el personaje de El Joker tiene la gran fortuna de ir creciéndose a medida que avanza el metraje. Del simple (y expeditivo) atracador de bancos con que abre la película (grandísima escena que define el tono del film, muy Charles Bronson, con un no menos soberbio William Fichtner) al peligro público número uno en que se convierte al final. Esa progresión ascendente hace que nos creamos su evolución. Eso, y el enorme acierto que supone darle un cariz diferente a su biografía. Creédme: este Joker está a la altura de Keyser Söze. El plano secuencia del hospital, con él andando absolutamente desquiciado, se ha quedado gravado en mis retinas.

No espereis ver en El caballero oscuro monstruos de final de pantalla, ni enemigos saltimbanquis, ni superpoderes. Los personajes aquí respiran, sufren, interrogan, luchan y dudan. El caballero oscuro va más allá del simple entretenimiento veraniego, que lo es, y nos plantea cuestiones que debemos responder.

¿Estamos dispuesto a TODO para defender lo que creemos que es justo?

¿Sabeis algo? Mi opinión sobre The Dark Knight realmente va mejorando por momentos.

Monday, June 30, 2008

El increíble Hulk, de Louis Leterrier

A pesar que disfruté del Hulk de Ang Lee, debo reconocer que es una película que no soporta un segundo visionado. Su introducción se me antoja lenta y aburridilla, el malo es de pena, el conflicto psicológico está sobredimensionado, le falta humor y le sobra el final pirotécnico dadaista.

Como quiera que sea que no soy el único que piensa así, la Marvel ha cogido a su monstruo verde, un actor deluxe como Edward Norton y un director especializado en acción vitamínica y los ha mezclado para remontar la saga pocos años después del relativo fiasco de la Masa de Eric Bana.

Por el trailer me esperaba lo peor, un refrito a lo tekken con guión del mismo guionista que perpretó la infumable Elektra.

Y debo decir que lo único que no me ha gustado de El increíble Hulk de Louis Leterrier son los pelucones que Norton lleva la mayor parte del metraje. ¿Es que no hay buenos peluqueros y maquilladores en Hollywood? ¿qué necesidad existe de ponerle esas tofas en la cabeza? ¿Hay alguna segunda lectura que se me escapa?



Por lo demás, El increíble Hulk es una de las películas de superhéroes más honestas y efectivas que he visto. No se entretiene más de lo necesario en la profundización psicológica jekylhydeana, que es uno de los lastres que suelen tener las pelis de tíos con mallas que quieren ir en serio.

Seamos francos: los que leíamos (y leemos) tebeos de la Marvel y la DC nos gusta verlos en acción. La parte seria está bien, pero no hay que sobredimensionarla. y El increíble Hulk no lo hace.

Además, afortunadamente, se salta el típico proceso de "Cómo llegué a ser un tipo con doble identidad", y no tarda más de tres segundos en condensarlo. A partir de allí, el film se estructura como un blockbuster veraniego por acumulación de escenas de acción.

Y bravo.

Bravo porque Leterrier (discípulo del sobrevalorado Luc Beson) ya había dado muestras de divertirse y divertirnos en medio del jaleo en sus entretenidísimas (y basta) Transporter 1 y 2. Esa escena de pelea de Jason Statham sobre aceite de motor era toda una garantía de buenas maneras. Y en Hulk coge el toro (verde) por los cuernos y nos mete en un tour de force digno de aplauso, lleno de influencias del género (de Michael Bay a Paul Greengrass). Las mejores escenas de acción de este año las encontraremos en El increíble Hulk. Por calidad y por cantidad. Y sobre ellas quizá la que destaca es la de Brasil, con una dirección y un montaje soberbios.



A todo eso le ayuda el tono desenfadado del discurso. Abandona cualquier pretensión de trascendencia e impregna el film del espíritu marvel. No importa que la forma no sea tan aproximada al cómic como en la peli de Ang Lee (con esas viñetas en movimiento), pero en el fondo sí se le acerca más. Y Leterrier sabe qué debe encuadrar y cómo tiene que hacerlo en cada momento.

En El increíble Hulk se introduce el humor más comiquero, igual que con Iron Man. El humor viene con forma de guiños (el por qué de los pantalones anchos, algunos personajes o corporaciones que salen de las páginas de los tebeos) o con situaciones, cameos o diálogos. Diálogos directos y tajantes, como debe ser. Y fluye perfectamente.

Edward Norton está raro. Bien, como siempre, pero raro (y con pelucones). El monstruo verde no me acaba de convencer en su fisonomía, demasiado atractiva. Liv Tyler se ha hecho mayor, sigue guapa pero ya no tiene cintura. Y Tim Roth está inmenso, pasándoselo en grande, disfrutando de cada segundo que aparece en pantalla en uno de esos personajes villanos robaplanos.

Poco más puedo decir. El increíble Hulk no es Fritz Lang. No es Orson Welles. Ya lo sabíamos. Pero es garantía de dos horas de boca abierta y mirada fascinada, de vibrar en la butaca del cine, de disfrutar y no querer bajar de la montaña rusa. Y es la confirmación de la llegada de un nuevo mundo a las salas. El Marvel definitivo. El cómic, por fin, como nos gusta leerlo.

Sunday, June 15, 2008

El incidente, de M. Night Shyamalan


Quizá el máximo error de Shyamalan fue crear esa obra cumbre en el cine de fantasmas de final de siglo que era El sexto sentido. Argumental y cinematográficamente. Quizá porque desde entonces ese es el rasero por el que se miden sus films. Y a pesar de ser una gran película, no es su mejor largometraje.

Shyamalan se ha visto acompañado siempre por la controversia desde entonces. Ya sea porque algunos ven en él un bluff, un copycat de mucho cuidado, o porque otros ven el salvador del género, las opiniones se polarizan y acentúan a medida que va estrenando proyectos, y él se ve atrapado en el dilema de tirar adelante o copiarse a si mismo.

El incidente es su último film tras ese fiasco en taquilla y crítica que fue la (preciosa) La joven del agua.

En mi opinión, Shyamalan es un director tan coherente como irregular. Sus historias siempre intentan abarcar un pequeño nucleo familiar o social para exponer una problemática global, y se sirve de situaciones cotidianas y humorísticas para generar terror, con una cantidad entre aceptable y abusiva de giros de guión. A menudo le funciona y otras veces no. Si soy franco, no soporto El bosque, pero el resto de su filmografía es más que digna, con piezas de culto y lo que podríamos denominar gotas de calidad: pequeños oasis en sus films, escenas resueltas de forma absolutamente ma-gis-tral. A saber, la escena en la estación de tren de El protegido, el momento alien brasileño en Señales (que tiene un homólogo en el momento iPhone del zoo en El incidente), o las apariciones fantasmagóricas de El sexto sentido.

Sabes que, aunque en conjunto el film pueda o no gustarte, siempre hay destellos de alguien que sabe mucho de cine.

No diré que Shyamalan es el renovador del séptimo arte, pero sí que me gusta mucho su forma de narrar, y conecto bastante con el espíritu klaatu barada niktó de sus films, aún a pesar de sus algo obvios mensajes sobre la muerte, el destino, la fe o, en este caso, el ecologismo.

El incidente, de M. Night Shyamalan no es una película redonda. Pero sí es un film notable y, en su género, entra directo a las posiciones privilegiadas de cualquier ránking.

Si hasta hoy el director indio parecía recurrir a su maestro Spielberg en el diseño de los films, parece que en esta ocasión ha cambiado de referentes. The happening es endogámica en lo que a segunda lectura de Señales se refiere. Pero sobretodo remite des del el primer hasta el último plano al Hitchcock de Los pájaros. Incluso se podría aventurar que se trata de un remake de la película de Tippi Hendren sin las gaviotas ni el poblado pesquero, pero con todos los demás ingredientes. La banda sonora de Newton Howard es una constante referencia al bueno de Bernard Herman, y esa primera escena con la chica rubia de pelo recogido en un moño (tan vértigo) haciendo lo que hace (tan y tan vértigo) no deja lugar a dudas.



La amenaza invisible se convierte en el motor de la película, y Shyamalan sabe cómo rodarla. La sensación de paranoia y de búsqueda de explicaciones quizá se vuelve algo reiterativa, porque al director la abstracción es algo que le cuesta (como a tito Steven), pero cuando se trata de rodar algo de forma física es un cabrón con gancho. Sabe mantener el tempo y dosificar la tensión de tal forma que es de los pocos autores actuales capaces de detenerte la respiración. O al menos conmigo le funciona.

No todo es positivo, claro. Dejando a parte los lamentables errores de edición (que se vea el micrófono unas dieciocho veces en pantalla dice bastante poco de la revisión que ha pasado El incidente), lo más clamoroso es un montaje descuidado, que ha cercenado algunas escenas del guión original pero no otras que hacen referencia directa a ellas. Y me explico: hay mucho cabos sueltos que creo tienen más que ver con las tijeras que con la goma de borrar. Es como si Shyamalan hubiera dejado la peli tal como está después del primer montaje, y no la hubiera vuelto a ver, que ya me ha quedado bien y soy un director maldito, que lo que pasa es que no entendeis mi talento.

Así, algunos diálogos forzados, pocos naturales (lo que contradice el espíritu de sus films), o impostados hacen que la parte argumental pierda fuerza. Obviemos la actuación acelgosa de Zooey Deschanel, o que el personaje de la niña es absolutamente prescindible. Eso tanto me da (como me resbala bastante cualquier explicación al fenómeno causante de los suicidios) si la parte más visual del film es tan fuerte como para abstraerme. Y en El incidente lo es.



Sé que a mucha gente los planos de los árboles, la hojarasca o los hierbajos al viento le podrá resultar ridículo o hasta cómico. No hay monstruos en El incidente. No hay naves espaciales. No hay NADA VISIBLE que ataque a los protagonistas. Pero hay ataque. Y hay persecución y huida, y Shyamalan lo filma como pocos. Sin efectos especiales ni grandes alardes, incluso más contenido que de costumbre en sus habituales filigranas y ángulos de cámara, el director aborda una historia mínima y le impregna tensión, ayudado por unos correctos Mark Walhberg i John Leguizamo. Y se vuelve valiente, porque muchas de las decisiones que toma aquí hubieran sido impensables anteriormente en su filmografía. Me refiero sobretodo a la escena de la cabaña cerrada, otro tipo de enemigo invisible. Lástima que abuse del recurso a los informativos televisivos o la comunicación vía nuevas tecnologías, o que inserte fragmentos de personajes ajenos a los protagonistas (los paramilitares, las abuelitas con máscaras de gas) que hacen flaquear el punto de vista utilizado en casi todo el metraje.

Dejo para el final lo más importante. Aquello por lo que vale la pena pagar la entrada y sentarse en el cine a disfrutar (y sufrir) El incidente. La mejor colección de escenas de fantastique de las últimas décadas: los suicidios. Los hay, y muchos, y todos planificados de formas distintas. Y todos ejecutados de forma brillante. Los operarios lanzándose al vacío, la pistola pasando de mano a mano entre las piernas tipo ultracuerpo de Kaufman, el cortador de césped, los disparos en off tras la colina o, sobretodo, las escaleras en los árboles. Son lo más terrorífico que he visto en mucho tiempo, y que hacen albergar esperanzas en M. Night Shyamalan. Alguien que sabe mucho de cine, le pese a quien le pese.

Dos últimos detalles para finalizar:

Los protagonistas, al abandonar una casa piloto, pasan por debajo de un cartel de una immobiliaria, que reza "You deserve this". Os lo mereceis.

Y quien os diga que Shyamalan no aparece en esta película, no se ha quedado a leer los créditos. Es un personaje protagonista. Fijaos. Si es que el tío se gusta. Pero me da igual mientras siga haciendo pelis así.

Sunday, June 01, 2008

La niebla de Stephen King, de Frank Darabont

Un grupo de personas quedan confinadas en un pequeño espacio y deben afrontar una amenaza externa que les supera. La comunidad se quebrará y todos deberán posicionarse.
Llamadlo como querais: homo hominis lupus o La noche de los muertos vivientes; Río Bravo o Perdidos.

El caso es que La niebla de Stephen King no ha inventado nada, no aporta nada y en un par de semanas no recordaré nada.

¿Es eso malo? No necesariamente.

La niebla de SK es una peliculilla de serie B entretenida, hecha con una factura deliberadamente pulp, construida a base de arquetipos que siempre han funcionado y estructurada de forma clásica. Incluso el final es más consecuente con la tradición cinematográfica de donde bebe (fijaos en ese póster de La Cosa con el que se abre el film) que con la coherencia interna de la narración. Y eso se debe a la aparición de todo tipo de personajes planos y previsibles, piezas de puzzles que ya hemos reconstruido miles de veces, sin más profundidad que el supermercado donde se refugian durante el acto más largo de la función. La niebla de SK solo acierta donde fallaba La guerra de los mundos de Spielberg.



Thomas Janes demuestra una vez más su ineptitud para la actuación, como lo hacían los galanes de la época dorada del terror de la Universal, y Marcia Gay Harden se lo pasa pipa con un personaje revolucionadísimo que en otro film no hubiera durado más de un par de planos antes de ser tiroteada.

La niebla de SK se ve en un plis plas, no molesta, es incluso a veces estimulante, pero es una lovecraftiana peli de videoclub más con algunos aciertos (la fotografia de la niebla es espléndida) y muchos fallos, en la que Frank Darabont resulta irreconocible. No así Stephen King, cuyo mensaje apocalíptico ya me aburre desde hace décadas.

Otras lecturas:

El guión de Frank Darabont para Indy (Indiana Jones and the City of Gods) fue repudiado por Lucas cuando Spielberg y Ford ya habían dado el visto bueno. Por lo visto, Lucas quería más bichejos, como terminó imponiendo. Monstruitos como los que asedian a los mundanos clientes del supermercado, que parecen recién salidos de La amenaza fantasma (incluso creo que uno era el dueño de Anakin). ¿Metáfora? ¿Suspicacia? ¿Paranoia?