Monday, August 22, 2011

Conan el Bárbaro, de Marcus Nispel (con spoilers, pero total para lo que cuenta la peli...)


Ring Ring riiiiiing Ring
-¿Sí?
-¿Marcus?
-No, soy su madre, ¿quién es?
-¿Está Marcus?
-Está en su habitación, encerrado.
-¿Se puede poner?
-Me ha dicho que no le moleste. Que no entre nunca más en su habitación sin permiso, concretamente.
-¿Pero puede avisarle o no?
-No me ha dicho quién es, aún.
-Dígale que soy Jason.
-...
-¿Hola? Señora Nispel, ¿está ahí?
-Mira, si eres otro bromista con lo de Viernes 13, la cosa se acaba aquí, vale. Eres el sexto Jason que llama esta semana, y ya me estoy cansando. Lo hizo por dinero. ¡Por dinero! Que él es más de Leatherface.
-No, señora Nispel, se confunde. Soy Jason Momoa.
-¿La Momia? Putos niñatos...
-Momo... déjelo estar. Dígale que soy Kharl Drogo, de Juego de Tronos.
-Ya, ya... otro que juega a rol. Siempre estais igual, con los jueguecitos. Siempre con vuestros dados y vuestras armaduras.
-¿Puede avisarle?
-Que sí, que ya voy... ¡¡¡MARCUS!!! ¡Que te llama un mormón del rol!
-Gracias.



...

-¿Sí?
-Marcus.
-Ah, hola, Jason.
-Me acabo de leer el guión.
-¿Cual?
-El de Conan el Bárbaro.
-Ah, vale, perdona. Es que estaba mirando porno por internet y tenía la cabeza en otro lado.
-¿Has encontrado algo que valga la pena?
-Psé. Hay algunas rubiascas del Este que podemos colocar en la peli. Buenas tetas, cinturita maja.
-Fantástico. Sabes cómo me gustan las rubiascas.
-Sé cómo te gustan todas. Sé cómo las miras. De hecho lo sabe todo el mundo. Siempre las miras igual, aunque haya cámaras delante.
-A eso iba yo. Sobre la peli.
-Dime.
-Que me he leído el guión y no entiendo nada.
-Venga ya. Si es lo más sencillo que te puedes tirar a la cara.
-Pues me pierdo. Igual es que tres guionistas son muchos para mi, pero no sé qué intentan explicar.
-La historia de siempre.
-Bueno, no bien bien.
-Máaaaas o menos. Un chaval hijo de un jefe de una tribu bárbara al que matan a su família y a todo su pueblo.
-Hasta ahí, como siempre. De hecho, me gusta mucho este principio. Solo hay que asegurarse de no pillar un chavalín enclenque como el español ese que hizo de Conan niño.
-Tranqui, hombre. ¿Qué es lo que no pillas, entonces?
-Vamos a ver, Marcus. Hay una especie de máscara que da superpoderes a quien la lleve, ¿no? Una máscara hecha con los cráneos de reyes muertos. Y está desperdigada y hay un pavo muy malo que está jutando los trozos.
-Sí. Como el señor de los anillos pero con osamenta.
-Vale. Y la tiene Hellboy escondida en su choza.
-Ahá.
-Y Hellboy es mi padre.
-Correcto.
-El malo coge el cacho que le falta y mata a todo el mundo menos a mi. ¿Por qué no se convierte en un Dios, entonces?
-Porque le falta la sangre pura de una chica.
-¡Pero si está plagado de tías! Ya sabes: buenas tetas, cinturita maja.
-Sí, ya, pero tiene que ser una en especial. Una que está escondida en un monasterio muy lejano.
-Muy escondida. El malo tarda veinte años en encontrarla. Veinte años cargando con una máscara que no sirve de nada.
-Bueno, es que así tu personaje crece físicamente. Si la hubiera encontrado de buenas a primeras, la peli de Conan sería la de un crío luchando contra enemigos temibles.
-Como Solo en casa.
-Algo así.
-Ya. Pero Conan sí encuentra a la chica. La encuentra en menos de cinco minutos.
-Claro, es que si no no habría conflicto.
-¿Pero qué conflicto ni qué bárbaro muerto? ¡Si Conan no sufre en toda la peli! Todo le sale bien, todo el mundo le sigue, mata sin problemas y cuando no se le ocurre nada qué decir da media vuelta y se larga. Que se nota que los guionistas no saben hacer un diálogo de más de dos líneas!
-Que no, mama, que no.
-¿Marcus?
-Sí, espera. Que no, mama, que no quiero salir a jugar a la calle. Que yo estoy bien en mi habitación... No te preocupes... vaaaaale... luego, sí... déjame que acabe de hablar con mi amigo primero... que no es mormón, que no me va a comer el cerebro.
-...
-Jason.
-Aquí estoy.
-¿Qué decías?
-Que el guión es malo. Que se ve venir todo a la legua. Y que los personajes no tienen sentido.
-¿Cómo que no tienen sentido?
-El amigo negro de Conan. ¿Quién es? ¿De donde sale? Joder, que dice que conoció a Conan cuando robaba carteras. ¡Carteras! ¡En Cimmeria! ¿Y el negro que hacía? ¿Asaltar bancos? ¿Pirateaba discos?
-Cómo te pones, Jason. Es solo el amigo negro de Conan. Se ríe con la boca muy abierta y sirve para salvarle de las situaciones de peligro que no sabemos cómo terminar. No creo que el público se de cuenta.
-Hombre, Marcus. Que aparece con un barco a rescatar a los protagonistas cuando creías que estaban luchando en un desierto y resulta que hay un acantilado que da a la costa.
-El factor sorpresa.
-No. El factor sorpresa es ver a Conan a pie en una escena por el desierto e inmediatamente a caballo por un bosque.
-Eso no ocurre.
-Sí que ocurre. Mira: "Exterior, Dia, Desierto, Conan anda". Y la siguiente: "Exterior, Día, bosque, Conan a caballo".
-Cómo mola imaginarse a Conan a caballo, ¿eh?
-Claro que mola, Marcus. ¿Pero de dónde lo saca? ¿Hay un Seven Eleven de caballos en el bosque?
-No, bueno...
-Pero es que es todo así. Me cambio más de ropita que Lady Gaga en un concierto.
-Oye, Jason, ¿pero tú has leído algún tebeo de La Espada Salvaje de Conan? Es todo así, es todo pulp. No hay que buscarle más pies al gato. Disfruta de los escenarios, de los monstruos, de los malos sin nariz, de las mujeres...
-Hombre, mucho no podré disfrutar de las mujeres si solo me tragino a una.
-Ya, pero se parece a Elsa Pataky.
-No te digo que no, pero en el guión sale que le tiro la caña a todas y solo tengo una escena de sexo en medio del bosque.
-La haremos virginal, que se vea poco, como de softporn de Playboy.
-Peor aún. Puedo cortar cabezas, puedo amputar manos, puedo romper rodillas, puedo arrancar narices, pero no puedo beneficiarme a la prota como es debido.  
-...er... Lo de cortar cabezas lo haremos siempre fuera de plano, ¿eh? Que si, que alguna cabeza llevarás en las manos, pero no me gusta enseñar la decapitación en sí.
-¿Pero no soy un bárbaro?
-Tú sí, ¡pero yo no!
-Joder, Marcus. En Pathfinder estabas más suelto. Y ya no te digo en La matanza de Texas.
-Piensa que el tono pulp...
-Menuda excusa de mierda.
-¿Y qué me dices de la escena de los guerreros de arena, eh? ¿Qué me dices?
-Ahí sí, ahí te tengo que dar la razón. Está de puta madre.
-Lo ves, majadero. Mama, la leche caliente, por favor, que si no, hace grumos.
-Vale, eso te lo compro, pero ahí se te cae toda la peli abajo.
-¿Cómo?
-Mira: el malo con la máscara que busca la virgen que ya no es virgen porque me la he chuscado tiene una hija.
-Sí, una hija con el peinado raro y uñas de Freddy Krueger.
-Y poderes de bruja. Puede adivinar pensamientos, encontrar objetos escondidos, detectar enfermedades venereas solo catando la sangre... que eso es una guarrada, pero bueno. Y puede crear monstruos de arena con sus hechizos.
-Sí. Es mala con avarícia.
-Vale. Y el malvado de la máscara quiere la sangre de la virgen para resucitar a su mujer muerta, que tenía los mismos poderes.
-Sí.
-Los mismos poderes.
-Sí.
-Los mis-mos po-de-res.
-Sí.
-O sea que quiere convertirse en un Dios para volver a follarse a su mujer.
-Es un punto de vista.
-No es un punto de vista, Marcus. Es una tontería. No puedes perseguir a una virgen durante veinte años para convertirla en tu esposa muerta para que utilice unos poderes que tu hija ya tiene. Es estúpido.
-El amor más alla de la mue...
-Mis cojones en samfaina, Marcus. El tipo se la lleva a una especie de Minas de Moria y la encadena a una rueda pendiente de un acantilado para hacer un ritual que sabes que no acaban bien. Y espera, espera. Resulto que pillo a un ladronzuelo que sabe abrir cerraduras para que me meta en el castillo del malo, pero cuando me doy cuenta que no está allí, sino en la batcueva, ya han pasado quince minutos de película y ya queda menos para acabar, así que persigo al semiDios a su guarida.
-¿Tienes que ser tan sarcástico?
-Ya que la peli no tiene ni un gramo de humor, lo soy ahora. Además, no he terminado. Me enfrento al tío, que resulta que no necesitaba matar a la virgen, solo hacerle un rasguñito. Ha conseguido su objetivo. La sangre de la exvirgen ha tocado la máscara. Se pone la careta encima como si fuera un facehugger y lucho contra él.
-Sí, de eso no estoy muy convencido. He visto el diseño de la máscara y parece más un casco de los power rangers requemao que la corona de un Dios.
-Peor me lo pones. Porque aquí pone que lucho contra él de igual a igual. No tiene poderes. No tiene nada. Va diciendo que soy un Dios, que soy un Dios, bla bla bla, pero es un tipo viejo con una careta mala. Que en la de Milius el negro se convertía en una serpiente. ¡En una puta serpiente gigante!
-Tampoco hay que exagerar.
-Pero si el rubio de kárate kid fue más difícil de batir que a este palangana. ¿Y qué me dices del clímax?
-¿Qué clímax?
-¿Lo ves? No hay clímax!
-Hombre, Jason, te lo pules con una técnica que te enseñó tu padre de joven.
-Sí, como al resto de personajes de la peli. ¿Pero no ves que si no tengo ningún obstáculo no hay interés? ¿No ves que me sale todo bien a la primera?
-Sí, ya voy, mama.
-¿Marcus?
-Oye, que te tengo que dejar.
-Vale, pero prométeme que te mirarás el guión y rectificarás algo.
-Lo miraré.
-Prométemelo.
-No, en serio, que me tengo que ir.
-Vale. Nos vemos en el set, ¿cuando?
-El martes, que el lunes tengo que ir con mi madre al ginecólogo.
-De acuerdo. Pero mírate eso.
-Sí, sí. Nos vemos.
-Venga, taluego.
-Sí. Joder, mama, que estoy hablando por teléf...
-Ains.



Friday, August 19, 2011

Super 8, de JJ Abrams


El gran hype del verano. La madre de todas las nostalgias. La suma de los talentos más palomiteros de Hollywood.
Super 8, desde los primeros teasers hasta el póster final, prometía. Y mucho.

Una historia como las de los ochenta. De esas con las que flipábamos porque nos sentíamos identificados con sus protagonistas. Esos niños que vivían aventuras extraordinarias en un mundo de adultos al que empezaban a asomarse. Ese dejar atrás la infancia.

Éramos pequeños y teníamos bicicletas.

Éramos los Goonies con nuestras cabañas secretas y el mapa del tesoro. Éramos los exploradores fabricando naves espaciales. Éramos la panda de amigos que iban a buscar una cadáver... bueno, eso no me ocurrió nunca, pero ya entendeis lo que quiero decir.

Así que estaba entusiasmado y asustado con el estreno de Super 8.  Porque la mano de Spielberg es la que me ha criado cinematográficamente. Y porque JJ Abrams tiene talento para dejar su sello (esa fusión de costumbrismo tierno y sci-fi/aventuras/terror/misterio/espionaje). Las sensaciones eran positivas.

Tanto como cuando estrenaron La Cagalera de Cristal.

Y no hace falta que recuerde lo que pasó.



Los ingredientes son, pues, apetitosos: un grupo de niños que rueda una peli de zombies en super 8 y presencia un accidente ferroviario del que escapa un ****** tremendo.

Toda la primera parte del film, con ese amor por el cine más inocente, más puro, es deliciosa. Los personajes son puro cliché, pero los críos se hacen querer. Para mi gusto, le faltan chicas (solo está la protagonista y la hermana mayor del director, de aparición fugaz) y hermanos mayores (me remito al anterior paréntesis). Básicamente, no hay adolescentes. O críos o adultos. Blanco y negro. Tengo la impresión que los adolescentes daban mucho juego en este tipo de films porque no pertenecían a ninguno de los dos bandos (pro-fantasía, anti-fantasía). Querían ser mayores pero eran inocentes al mismo tiempo. Y creo que en Super 8 se ha obviado este elemento.

Luego, cuando ya aparece la parte del monstruo, la cosa se vuelve más convencional. Escenas de sustos dignas de la serie B de los ochenta, algunas gotas (muy poquitas) de paranoia de guerra fría, militares malísimos y abundantes dosis de azúcar (imaginaos Alien, imaginaos ET; juntadlo).

La película no pierde el ritmo en casi ningún momento, y las dos horas se pasan en un suspiro. Abrams se mueve cómodo aunque poco reconocible con la correa de Spielberg. Los críos están sensacionales y muy bien definidos. La película supura amor por el cine en cada uno de sus fotogramas (sobretodo en aquellos en los que la cámara se encuentra en el lugar de la pantalla, con lo que los protagonistas se convierten en espectadores, y nosotros los espectadores somos, en cierta manera, los protagonistas).

¿Por qué salgo con esta sensación de que me falta algo, entonces?

Super 8 es un facsímil. Una copia casi perfecta de un estilo de películas de hace más de veinte años. Películas que llevan dos décadas sin rodarse. Películas que nos encantaban. Un film idéntico.

El que ha cambiado en todo este tiempo, soy yo. No soy el niño de diez años que viajaba al pasado en un DeLorean. No soy el chico que luchaba contra criaturas del espacio codo a codo con unos cazarecompensas alienígenas. No vivimos en un mundo analógico, donde tus compañeros de clase me explicaban las películas antes de verlas y exageraban y creaban nuevas historias. Hemos pasado por muchas cosas: la caída del muro, el 11S, naves arder más allá de Orion, las Mama Chicho, el final de Perdidos, Mourinho...

¿Qué sentido tiene reproducir un mundo que ya no pertenece más que al terreno de los recuerdos?
Si sirve para relativizar-lo y jugar con él, como hizo Paco Plaza con su maravilloso Cuento de Navidad, perfecto. Si se trata tan solo de un ejercicio de nostalgia teledirigida a un sector muy concreto del público (aquellos que nos encontramos en los treinta), sin más intención que clonar algo que en su momento funcionó...

puede que guste, claro. Es muy entretenida.

...o puede que te haga sentir que aquel niño de diez años hace tiempo que dejó de buscar mapas del tesoro.