Sunday, August 27, 2006

La joven del agua (2006)

La joven del agua, de M. Night Shyamalan

El principal escollo al ver una película de M. Night Shyamalan (MNS) son las expectatitvas creadas.

No es algo que le pase solo a él, existe un buen puñado de directores cuyas películas son esperadas casi como la palabra de Dios, y sobre las que se forma una corriente de opinión antes de ser estrenadas. Lynch, Cronenberg, Spielberg, Tarantino y demás son los más representativos.

¿Por qué en el caso de Shymalan esto juega en su contra?

Porque las vende mal.

Spielberg no vendió Munich como el encuentro entre dos civilizaciones alienígenas, ni Tarantino promoció Pulp fiction como una historia de amor entre un currela y la mujer del jefe. Shyamalan se equivoca en todas las promociones, y nos da detergente cuando queremos sal de frutas. Y el detergente lava más limpio que nadie, pero si uno busca algo contra la acidez, os aseguro yo que reaccionará a las malas.

Así, la pequeña (y muy estimable) obra de fantasmas que fue El sexto sentido se convirtió en un gran éxito porque nadie esperaba nada de ella. Catapultó a MNS a la fama, le convirtió en el nuevo Hitchcock (sic), e hizo que todo el mundo esperara siempre otra repetición de tal film. Infectado por el Síndrome Rod Serling (cuyo principal síntoma es el tener que crear un final sorpresa siempre, lo quieras o no), Shyamalan ha buscado distanciarse de su primer gran éxito pero sin perder las coordenadas que le hicieron lograrlo.

Esa artificiosidad ha conseguido que mucha gente se sienta defraudada con sus películas: todas son valoradas según el rasero de El sexto sentido, ninguna de forma autónoma o independiente. De El protegido, que vendió como un drama familiar cuando en realidad era un acercamiento íntimo a la mitología de los superhéroes, se criticó su frialdad. De Señales, que intentó colar como la explicación a los signos de los maizales (de hecho, un discurso sobre la fe y el destino), se le achacó su estrecha visión de una invasión alienígena reducida a un nucleo familiar. De El bosque… de El bosque se le puede criticar todo lo que quiera, porque es el resumen de los defectos de Shyamalan: vendió una peli de terror cuando es undrama rural, coló algunos de los miedos más ridículos de su filmografía en escenas patéticas (la persecución de la ciega en el bosque es de corto amateur); e intentó meter un final sorpresa para contentar a todo el mundo que es, cuanto menos, sonrojante.

Ese deseo de contentar a todos los espectadores, de hacer cine familiar a la par que fantástico, de no querer reducir su público, es lo que le ha hecho enfrentarse a él. Si todos tenemos una función en la vida, Shyamalan la está buscando en el cine, y le cuesta encontrarla.

Y La joven del agua trata de lo que tratan todas las pelis de MNS: nuestro lugar en el universo. Intenta responder a la pregunta: ¿Qué **** hacemos aquí? (Los asteriscos son porque Shyamalan no acepta tacos, por dios, que esto lo van a leer niños).

Como en todas su anterior filmografía, MNS cree en el destino, en la función vital de cada hombre (y mujer, siempre políticamente correcto), y lo plasma en un cuento infantil.

A ver, seamos francos, la película me ha parecido preciosa. Todo esto rollo que he soltado y espero por vuestro bien que hayais saltado hasta encontrar el título del film en cuestión, es solo para decir que me esperaba un truño del tamaño de Andoni Ferreño. Me daba miedo el primer trailer que vi en que parecía que MNS había hecho el remake de 1,2,3 Splash. Me daba miedo el segundo trailer en que parecía que MNS había hecho el remake de Un hombre lobo en Londres. Me daba miedo no saber a qué atenerme.

Y por fin Shyamalan (fijaos que el director es siempre lo más importante en sus películas, algo quiere decir, aparte de que tiene un ego tan grande como el estómago de Orson Welles) se deja de tonterías y explica algo con riesgo. Sabe que le caerán tortas (de hecho, ya ha tenido alguna pataleta que otra), pero es consciente que su película será valorada a medida que pase el tiempo. A partir de aquí se hace referencia a algunas escenas de la película; no son realmente spoilers, no se desvela nada, pero estais avisados.

La joven del agua bebe del pasado mitológico de El protegido y de muchas de las coordenadas de Señales, para tejer un cuento infantil moderno. No es la nueva versión de caperucita, ni la enésima de la bella durmiente, es una amalgama de creencias, culturas, relatos e invenciones propias, que encajan entre ellas de un modo brillante. Es el sincretismo particular de este hindú de Filadelfia. La joven del agua (LW, entre nosotros, porque LJA es otra cosa) estaría más cerca del En compañía de lobos de Jordan que de La bella y la bestia de Disney.

Así, hay que afrontar el film con ojos de niño, con ganas de ser sorprendido en el sentido más cándido de la palabra, como el personeje de Giamatti hace cuando pide que a la extravagante madre japonesa que le cuente el cuento que le permitirá ayudar a la ninfa que ha aparecido en la piscina. Shyamalan nos pide que nos liberemos de prejuicios, que volvamos a ser niños y a creer en la bondad, porque es la única forma en la que podremos salvar el mundo podrido.

Shyamalan introduce el humor de forma constante. Una vez dijo que el fracaso en taquilla de El protegido se debió a su frialdad, al distanciamiento respecto a al público. En Señales ya introdujo el humor de forma abundante, pero sin emplear apenas el recurso fácil de gag físico, sino basándose en las situaciones y los diálogos. En LW repite, impregnando todo el relato (que en el fondo no deja de ser agrio) de un sentido del humor que va de lo más sutil (los risueños adiós señor Heep de Soon después de contarle los detalles más escabrosos del cuento de las narf), a lo más cotidiano (la vidad particular de cada inquilino, en especial los porretas), pasando por la ternura (la lectura de los cereales) hasta el brochazo grueso contra los críticos (que tienen aquí una representación en un personaje caricaturesco en el que Shyamalan se ceba a gusto).

El director se mueve bien en los espacios cerrados. Es su especialidad contar grandes historias con pequeñas anécdotas. Pasa de lo íntimo a lo universal de forma natural, lo que se traduce en películas sin grandes efectos especiales ni despliegue de medios, pero con gran capacidad para emocionar. Como el Lasseter de Pixar, conoce los resortes del ser humano donde hay que pulsar para lograr la emoción pura, que al fin y al cabo es lo que el cine debería hacer cada vez que te sientas en una butaca dispuesto a entregar dos horas de tu vida (y un dineral de tu bolsillo). LW emparenta sobretodo con Señales en la elección de un único espacio de acción (la granje en aquella, el bloque de apartamentos en esta, rodeadas ambas por bosques y maizales donde se esconde la amenaza), y en muchas más cosas tambien. El uso del agua como elemento puro, salvador, la amenaza permante en el exterior del nucleo familiar, la pérdida de seres queridos que hacen tambalear las creencias del protagonista y el encuentro del destino de cada persona en el mundo, como un gran puzzle, hacen que estos dos films estén más próximos de lo que a primera vista parece.

El bloque de apartamentos, un mundo autárquico, aislado, solo conectado con la realidad a través de la televisión (donde SIEMPRE hay imágenes y noticias sobre la guerra de Irak) es el microcosmos donde Shyamalan aplica su plan de choque, al introducir un elemento fantástico (la ninfa) que, como en las viejas pelis de Spielberg, abrirá los ojos a todo aquel que esté dispuesto a creer. En la primera descripción de los habitantes de tal bloque (The Cove, se llama), uno se da cuenta de la imaginación desbordante de MNS: su mimo por los secundarios, a cual más extravangante sin caer en la parodia (salvo un caso), le confiere la capacidad de definir con un apincelada, una frase un gesto, toda una personalidad. Cobrará más importancia hacia el final del film, cuando uno ya se siente un vecino más. La elección de casting para los secundarios está lograda: actores desconocidos (alguno con apariciones esporádicas en alguna serie y poco más) para roles de cierta importancia en el desarrollo del film, lo que no destruye la credibilidad de una historia que, desde un principio, es fantástica.

Los protagonistas, Paul Giamatti como el encargado de todo, y Bryce Dallas Howard como la narf, se salen con la suya en una interpretaciones que no resultan fáciles. Al fin y al cabo, todo posee un aire irreal en medio de la realidad, y lo más tentador sería caer en el ridículo y la cursilería (por donde MNS bordea a menudo).

De Giamatti, un tipo que no me gustaba hasta que se ganó mi respeto con American Splendor, decir que el papel le va como anillo al dedo. La fragilidad y la torpeza que da a su personaje, junto con la solidez con la que afronta el tramo final, con una carga emotiva muy intensa, hacen que soporte casi por entero el peso de una película repleta de personajes que interactuan con él.

De la hija de Ron Howard, pues a poner cara de acelga mustia y virginal, que no debe ser fácil sin que se te escape la risa, y a conectar bien en pantalla con Giamatti, que es lo más importante al fin y al cabo.

Sobre la trama, poco o nada diré, si bien es mínima, casi una excusa para Shyamalan. Pero al fin y al cabo, lo importante en los cuentos no es lo que pasa, sino la moraleja, y LW no carece de ella: todos tenemos nuestra función en la vida. Para ello, MNS repite sus obsesiones cinematográficas: el uso del color rojo cuando hay peligro o muerte cerca (la lavadora con un jersey centrifugando junto al scar), los reflejos en cristales y espejos como forma de ver la verdadera realidad, los movimientos suaves de cámara durante todo el relato (excepto en los ataques del scar, sin duda, lo más terrorífco de la función).

Si a esto le añadimos que MNS es un excelente narrador, tenemos un escenas de lo más atractivas, como aquella en la que la Story habla con la hermana de Vick, en la ducha, a través de gestos. El acompañamiento musical de Newton Howard le da un aire épico, un crescendo, magnífico. Tal planteamiento se repite en la escena de la cura/exorcización de demonios de Heep, en la que a un servidor se le ha puesto la piell de gallina y el corazón en un puño.

Si lo que quereis es una historia de terror, id a ver Las colinas tienen ojos. Si lo que quereis es una historia de gente que las pasa putas, id a otra (no tengo ni idea cual hay en cartel ahora mismo). Si quereis tener pesadillas, id a ver cine español.

La joven del agua no es una película, es un cuento para los que creemos que todo está podrido, pero quizá aún haya ninfas en el jardín que puedan salvarnos.








11 comments:

SisterBoy said...

No la veré hasta el martes, una vez que lo haga ya iniciaremos el debate por aqui si no pudieramos hacerlo en nuestro querido foro

Rafael P. said...

Lo mismo digo.

SisterBoy said...

Ya la he visto, nos vemos en el foro :)

Rafael P. said...

Ya la he visto yo también, y debo decir que me ha gustado. Mucho.

Palati said...

Coincido con tu crítica, pero, como has hecho para poner la imagen en tu cabecera?
Llevo meses intentándolo.
Saludos

SisterBoy said...

Me uno a la pregunta

vullunfestuc said...

Jo coincideixo plenament amb tot el que dius.

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